EL DÍA COMO LA NOCHE
— ¡Ayuda! —escuchó el grito de una mujer que provenía desde el bosque, se escuchaba tan cerca de la cabaña que al levantarse del sillón, Harry se alarmó por la cercanía de la voz.
Por un momento se quedó en shock, cuando el grito femenino volvió a escucharse.
La mujer corría entre los árboles que palidecían cubriendo como una cerca a la casa; sintiéndose acorralada por algo que la seguía. Se detuvo al caer entre la tierra seca, y se acomodó en el suelo cubriéndose con los arbustos para impedir que fuera lo fuese que la seguía tuviera la oportunidad de perderla de vista. De repente, un nido de pájaros salieron volando desde adentro del otro lado del bosque, como si también huyeran de la misma cosa…
De pronto hubo silencio, como si el mundo se hubiera quedado intacto en ese instante cuando el aire soplaba lento. Se preguntó si acaso ya se había marchado, cuando volvió a escuchar crujidos de ramas muy cerca, y supo entonces, que aquella cosa se desplazaba entre el mismo escondite de donde se encontraba.
Comenzó a apartarse, cuando una espina cortó la punta de su dedo índice, sacando una gota de sangre oscura.
Hizo una mueca de dolor, pero sin despegar la mirada de su alrededor. Y al ver a uno de sus lados, encontró algo en el suelo que llamó su atención. Se fue acercando, más y más, cuando se inclinó hasta el suelo y tomó el objeto. El antifaz seguía siendo oscuro, con plumillas coloridas en naranja y rojizo fuego. Al tomarlo y observarlo con el cejo entre fruncido, escuchó otro ruido entre las sombras de los árboles. Una rama cayó desde lo alto de un árbol, provocándole miedo.
En vez de dejar aquella máscara en donde estaba, la guardó, comenzando a correr hacia el exterior.
Harry se quedó inmóvil al ver a la mujer tomar el antifaz, y después, ver a una capucha oscura moviéndose entre los arbustos cerca de dónde se encontraba. Se apartó de la ventana y se pegó a la pared, mirando hacia el espejo de su baño. Se fue acercándose lentamente hacia éste, cuando colocó sus manos en el lavabo y alzó su mirada hacia el espejo. Sorprendido, despegó las manos del lavadero para tocar su rostro.
Algo había cambiado, algo era normal.
Su rostro era como al de un humano. ¿Dónde había acabado el monstruo que lo atrapaba? ¿Qué había pasado? ¿Qué era lo que estaba viendo? Unos ojos verde oscuro, un cabello algo largo color negro, labios color carne, tan naturales como su nueva piel. Luego se miró las manos, donde las garras de animal habían desaparecido, donde la ropa que usaba le quedaba grande, cuando se dio la vuelta admirándose así mismo por la transformación.
Kailan Darcy aparcó el auto en frente del instituto, donde un grupo de amigos y amigas le esperaban. Bajó del auto, y fue acercándose hasta donde sus compañeros de preparatoria le esperaban. Glynne Malone, Carowkrele Monroy, Julie Adams, Vincent O`brien y Caleb Philiph, el mejor grupo de divertidos payasos.
—Kailan. —se acercó Carow con cierta certeza y seriedad.
—Carowkrele. —ésta le sonrió y prosiguió caminando hasta el grupito acompañada del chico.
Carow era alto, aunque era el más reservado de todos, incluso a sus amigos les parecía divertida la cara de éste chico sin sentido del humor. Era la pandilla perfecta formada de imperfectos feliz.
— ¿Habían escuchado antes sobre aquel rumor del Hombre Del Bosque? —comentó Glynne, la señorita divertida que se las resolvía para ser la chica popular en el pueblo.
—Puras estupideces. —aclaró Vincent con voz absurda—. Sólo tú te crees tus propias palabras.
—Te aseguro que hay gente que sí es capaz de ser respetuosa con un “no gracias, ¿en otro momento? Okey. “
—Y hay otra gente que prefiere dar el flechazo y lastimar tus sentimientos directo al grano que mintiéndote para que sigas repitiendo el mismo error toda tu vida. —le dedicó una sonrisa, pero ella rodeó los ojos—. Prefiero ser aquel amigo que te dice la verdad, claro, para que no lo arruines Glynne.
—Escuché en la radio que hay un loco suelto. Creo que los tales rumores del Hombre Del Bosque existen del todo. —se acercó Caleb, un chico con una expectativa detective que le nacía desde las venas.
— ¿En serio, Caleb? —Vincent le observó con irritación.
—Escuchen, tal y como me ha pedido el reporte de Historia el profesor Ryan, he investigado sobre éste tal loco Hombre Del Bosque, y me ha apetecido crear una investigación más a fondo, ya que éste tema es algo… famoso en Byromville.
— ¿Desde cuándo? ¿Desde que descubrí que Newton existió? —Julie se cruzó de brazos sarcástica, mirando como Caleb le enviaba una mirada fulminante a aquella chica de cabello oscuro con estilo gótico.
—Desde que la policía encontró reportes sobre animales muertos encontrados cerca de las orillas del bosque.
Kailan tensó su cuerpo.
— ¿Me recuerdas por qué hiciste esa investigación? —musitó Julie tomando el reporte que Caleb tenía en manos.
—Ensayo de Historia.
— ¿Y decidiste hacerlo sobre éste tema por qué…? —vaciló sin importancia.
—Porque me interesa la investigación policiaca. —le arrebató el papel y volvió a guardarlo en la mochila.
Julie protestó mirándole.
—Animales muertos —repitió Kailan con interés—. ¿Qué tipo de daño tenían?
Enarcó las cejas cruzando los brazos.
—Heridas enormes en el cuerpo, sangre en sus hocicos, es como si lo que los atacó, los hubiese querido partir en dos tomándolos de éste y apoderándose de sus dientes como muñecos de algodón. Sólo que algo los detuvo, y como si al momento exacto algo lo hubiera acorralado.
— ¿Acorralado? ¿Qué tipo de animal era? —preguntó Kailan nuevamente.