ENTRE LAS SOMBRAS
—Carowkrele Monroy —le extendió la mano a Harry, quien no dudó ni un segundo en estrechársela.
—Harold Ward. —apretó la mandíbula.
—Harry y yo buscábamos a los demás. Es un viejo amigo que me he encontrado, y estaba dispuesto a ayudarme. —comentó Kailan en el momento incómodo, cuando Harry la observó confundido, y luego entendió la situación.
—Pero ahora que te ha encontrado, no me necesita más. —se dio la vuelta asintiendo con agradecimiento en la mirada.
—Harry —se volvió a dar la vuelta al escuchar a la chica—. Gracias.
Él asintió.
Y después comenzó a irse por el interior del bosque, desapareciendo entre la oscuridad como una sombra más…
— ¿Quién era realmente? —interrogó Carow.
—Harry es un amigo. Ya te lo he dicho. —aclaró, comenzando a caminar.
—Pensaba que conocía a tus únicos amigos. —dijo, un poco indispuesto a creerle.
—Pues no. —miró hacia el camino de donde se había marchado—. Hay muchas cosas que nadie sabe de mí.
Guardo sus manos en los bolsillos.
— ¿Cosas importantes que debería saber?
—Son cosas… privadas Carow. —añadió antes de guardar silencio.
Harry abrió la puerta de la cabaña y se dispuso a cerrar con candado. Esa noche había sido larga, su primer día como un humano y ya casi se había metido en problemas. ¿Quién era aquella chica? Sabía su nombre ahora, pero continuaba perdido en su dimensión.
Volvió a mirarse al espejo, donde las facturas humanas continuaban en su cuerpo, pero sin embargo, por muy dentro de su ser continuaba algo extraño, algo que lo hacía seguir temiendo al monstruo en su interior.
Y mientras en los fríos y tenebrosos recuerdos de su extensa mente, el ser encapuchado vagaba aún por el bosque sujetando al caballo, llevándolo hacia su escondite preferido. O casa, como prefería decirle. Para después una vez de haber llegado, amarrarlo a un árbol para ponerlo a descansar. No era su plan matar a ese caballo, ese animal era especial.
Aguardó en su cueva hasta el amanecer, donde volvería en busca de su nuevo objetivo.
Carow manejaba la camioneta de Caleb mientras Vincent iba en el otro auto junto a Glynne. Era casi de madrugada, cuando había llegado a casa de Kailan, ésta bajó del auto y se despidió de la mano para después irse a casa. La noche era extensa, y agotadora en su decir. Cuando Scarlett Darcy se encontraba justo en la puerta de la casa recibiendo a su hija con los brazos cruzados.
—No estoy para regaños. —ésta se hizo a un lado para dejarla pasar.
—En eso habíamos quedado Kailan. Es peligroso de noche, ¿Dónde estabas? —entraron juntas a la casa.
—Trabajo de equipo en casa de Glynne. —mintió, aunque para ella fue mejor que pasar a un castigo mayor.
— ¿Hasta las tres de la mañana?
—Caleb derramó jugo en el proyecto. Tuvimos que reiniciarlo. —comenzó a subir las escaleras.
— ¡Kailan! —gritó desde la cocina.
Al día siguiente, cuando el sol brillaba ya en el cielo y las nubes se despejaban, Harry salió de casa en un recorrido hacia el bosque, donde encontró huellas grandes en el suelo, marcadas de sangre oscura. Se colocó de cuclillas, y tocó las pisadas que parecían ser de zapatos. Pudo sentir el olor a tierra mojada y a sangre en su nariz, y de inmediato se alejó.
Alzó la vista hacia lo alto de los árboles, pero no vio nada más.
Al llegar a la ciudad, Harry caminaba con las manos en los bolsillos hacia las tiendas que tenía el centro comercial, divisó que dentro de un restaurante se encontraban un grupo de personas charlando, cuando se encontró con la mirada de una chica, Kailan Darcy. Apartó la vista de inmediato, y se dispuso a no llamar tanto la atención, decidiendo irse. Cuando la puerta se abrió, encontrándose ante ella.
—Pasaba por aquí, no pretendía buscarte. —aclaró, dispuesto a seguir su camino.
—Esa noche en el bosque —murmuró a sus espaldas, provocando que se diera la vuelta y mirarla directo a los ojos—. ¿Qué hacías allí Harry?
Él no pudo responder, pues, ¿Cómo le explicaría que vivía allí?
—No puedo decirte. —bajó la mirada.
Ella siguió mirándole.
— ¿Por qué? —insistió.
—Porque es peligroso. Y porque simplemente no me agrada hablar contigo. —bufó, para después marcharse sin ninguna otra palabra.
Kailan siguió sin apartar su mirada, cuando él la miró de reojo sin previo aviso, y se dio cuenta de que intercambiaban miradas.
Vio cómo se iba de espaldas, sin despegar su mirada de Harry, quien seguía causándole una especie de misterio e intriga que no la dejaba en paz. Había algo extraño en él, algo que estaba dispuesta a descubrir por sí misma.
Se dio la vuelta, y miró a través del vidrio de aquel restaurante a sus amigos, y la mirada de Carow observándola cautelosamente, como si la vigilara en cada momento…
Entró nuevamente al restaurante, donde la esperaban en la mesa todos mirándola como si hubiera cometido un crimen. Tomó asiento y observó su comida.
— ¿Quién era ese? —Julie le dio un sorbo a su botella de agua.
—Harold Ward. —Carow respondió—. Un viejo amigo de Kailan
Ésta le miró con irritación.
—Harry me encontró en el bosque. —aclaró la situación.
—Éste tal Harry, ¿vive por aquí? Nunca lo he visto en el instituto. —dijo Glynne.
—Va a otro instituto. —tragó duro.
— ¿Así? Pero vaya, que interesante. —sonrió Julie, mientras Caleb la observaba—. Necesitas presentárnoslo. Tal vez y se nos una al Clan.