EL MONSTRUO INTERIOR
El encapuchado corría a máxima velocidad por los bosques, dejando rastros de tierra detrás. Parecía tener demasiada prisa, cuando Harry observó, y comenzó a correr detrás de él.
Parecía ser una competencia, cuando el Hombre Del Bosque se hacía mucho más veloz. Era como si lo hiciera de adrede, a propósito para que Harry se cansara. Sólo que su fuerza demoniaca lo hacía correr a la misma distancia que a éste ser.
Por un momento, sintió que la sangre le hervía, y el calor se apoderaba de su cuerpo equilibrado, comenzó a sentir un dolor en la quijada, y luego en sus huesos que lo hizo caer de rodillas al suelo. Gritaba de dolor, cuando el ser se percató, escondiéndose en un árbol cerca de donde Harry estaba.
Harry se retorcía como una lagartija, cuando sus huesos comenzaban a estirarse, y a quebrantarse entre sí. Su cuerpo se deformaba mientras su ropa se hacía garras. Sus uñas comenzaban a crecer de un color negro, cuando su piel se comenzaba a pintar de un color oscuro, y la bestia comenzaba a salir nuevamente.
— ¡Harry! —escuchó una voz, cuando ante sus ojos, aunque la vista se borrara, sabía que Kailan estaba allí—. ¡Harry!
Sintió sus manos suaves, cuando intentó forzarse contra el monstruo. No quería que ella lo viera de esa forma. Abrió su boca inesperadamente y el demonio dentro de él le gruñó con demasiada asperidad. Kailan cayó al suelo, espantada por el suceso. Retrocedió y retrocedió, cuando el demonio licántropo se acercaba a ella a punto de desgarrarla.
— ¡Largo! —gritó él—. ¡Te he dicho que te vayas!
Ella se puso de pie, observando al monstruo, retándolo. Y entonces lo miró a los ojos, y lo hizo.
—No.
Hizo una mueca de enfado, cuando se acercó más a ella.
—Largo —repitió éste, cuando a ella le recorría el miedo por las venas, y sin embargo, aunque temiera a la muerte, quería quedarse.
—No iré a ningún lado. —observó al monstruo de pies a cabeza. Cuando el Harry en su interior gritaba de miedo. Se moría de miedo por estar atrapado otra vez.
Sus ojos se volvieron rojizos, cuando a ella le transitaba el miedo por todo su cuerpo.
—La persona en tu interior no es el mismo asesino de tu destreza. —se apresuró a decir, cuando el monstruo alzó sus manos gigantes y la tomó del cuello asfixiándola con fuerza.
De pronto, los recuerdos de aquel niño le transportaban en la mente, el dolor comenzaba a desvanecerse, y la bestia se fue desasiendo, dejando al humano yaciendo en el suelo, y a Kailan dejándola caer a su lado.
A pesar de que estaba aterrada, se acercó a Harry y checó su pulso. Seguía vivo.
—Puedes despertar, Harry. —comenzaba a abrir los ojos, encontrándose con Derek, y a su lado, a Kailan.
Se levantó de inmediato, mirando a ambos.
— ¿Te encuentras bien? —preguntó el brujo.
Se tocó la frente, y se preguntó qué era lo que había pasado.
—Te encontramos en el bosque. Pensamos que estabas muerto. —ambos intercambiaron miradas cómplices.
—Lo recuerdo todo. —dijo enojado, poniéndose de pie—. No intenten engañar a un mentiroso.
Pensaba que había sido un sueño, cuando reconoció su casa al ver la madera y el tapete verde en la entrada.
—Cómo es que… —los miró.
—Te encontré en el bosque. —respondió la chica—. Y luego… Derek llegó, dijo que te conocía así que propuso traerte aquí.
—Así que ambos saben sus nombres. —frunció el cejo—. Ahora los dos se conocen.
Asintieron.
—Perfecto. —se dio la vuelta—. Ahora los dos pueden irse.
Estaba a punto de abrir la puerta, cuando su mano se detuvo como si el mundo se quedara en shock.
—Bien. —rio irónico, y enfadado a la vez—. Estoy bien. No tienen que impedir de me vaya de mi propia casa.
Kailan se acercó.
—No te conozco lo suficiente para decirlo, pero con sólo verte, he aprendido a notar que eres el más terco de todos los que conozco. —comentó, cuando Derek quitó el hechizo que le impedía moverse, y Harry aprovechó para cruzarse de brazos.
— ¿Así? ¿Y cuántos conoces? —se acercó más a ella, intimidándola con su estatura y su mirada oscurecida.
—Muchos. Y ninguno como tú.
—Muy lindo de tu parte. —sonrió sarcástico e irritado.
—No era un cumplido. —aclaró seria.
—Te daré un consejo —respondió—. Aléjate de mí.
— ¿Después de que casi me matas? Es un hecho que me apartaré de ti.
—Ni siquiera me mires a los ojos. —ella se alejó, muy de acuerdo. O al menos fingiendo que lo estaba.
—Bien.
Ella se cruzó de brazos, y seguía desobedeciéndolo. Lo miraba con intensidad.
—Tampoco me busques. No te acerques ni me ayudes. Y pretende que no me conoces, será mejor si soy un desconocido para ti.
—La gente que no me importa la tomó como un fantasma. —Derek se acercó al instante, viendo como ambos se retaban el uno al otro.
—Bien. Sólo que a tu fantasma, hazlo llamar monstruo. —sonrió molesto—. Es más temeroso que un fantasma. Un monstruo. ¿Si puedes decirlo? Porque lo dirás.
—No necesitaré decirlo, Harry. Porque no te conozco. —abrió la puerta, y se fue azotándola.
Derek lo observó como si estuviera loco.
— ¿Qué rayos te ocurre amigo? —abrió los brazos frunciendo el entrecejo, mientras Harry rodeaba los ojos y caminaba hacia su habitación.
—No soy tu amigo. Y ¿Quieres saber qué me ocurre? Es que ella siempre está en todos los lugares a los que voy.
—Está asustada. Intentaste matarla, viejo. —repuso recargándose en la puerta de entrada.
—El monstruo intentó matarla. —abrió su guarda ropa buscando prendas limpias.
—Bien, sólo te diré que Kailan Darcy no es cualquier mosca para tu menú de demonio. —Harry le miró confuso—. Olvida eso. Me refiero a que ella no es cualquier chica. Sus padres tienen un linaje que los conecta con tu historia.