LA DAMA DE SOMBRA
Alguien tocaba a la puerta en la mañana siguiente, que parecía estar impaciente de esperar. Cuando Harry se levantó y en cuestión de segundos abrió la puerta. Kailan estaba allí, con el cabello suelto y palideciendo de frío, cuando se decidió por abrirle paso sin dudar más.
—Hola. —dijo él.
—Hola. Yo… no sé por qué vine. —se rascó la nuca nerviosa mientras se volvía hacia Harry, quien cerraba la puerta.
Éste se cruzó de brazos.
—Tampoco sabría decirte por qué viniste. —intentó ser gracioso, pero su seriedad no lo dejaba.
Kailan lo miró a los ojos con precipitación.
—Tal vez sólo quería hablar con alguien… —parpadeó rápidamente.
— ¿Por qué sería conmigo?
Hubo tanto silencio que no pudo saber con qué o por dónde comenzar. Tenía que hacerse muchas preguntas a ella misma para poder saber qué es lo que diría, cuando Harry le robaba el aliento, y las palabras parecían desintegrarse en su dimensión paralela.
—No lo sé. —optó por decir, cuando Harry siguió mirándola, esperando una explicación.
— ¿No los sabes? —replicó.
—No.
Asintió, perdido en sí mismo.
—Quiero decir… —dio un paso adelante—. Hay algo extraño con Carowkrele.
— ¿Carowkrele? —repitió.
—Anoche, fuimos al club. Y noté que su ropa estaba desgarrada. —explicó—. Lo extraño… Es que cuando le pregunté, sabía exactamente a qué me refería.
—Sé más específica.
—Le pregunté que qué le había ocurrido, pero no me refería en ese aspecto. Ni siquiera me dejó explicar cuando respondió. Tampoco se miró así mismo para darse cuenta. Sólo dijo que tal vez se había desgarrado las ropas trabajando.
Harry se recargó en la pared.
—Pensé que era un dato importante…
—Y lo es. —frunció la mirada pensante.
—Tengo que ir a la escuela. Pero… regresando podríamos investigarlo y tal vez descubramos algo. —propuso.
—Ésta bien. No tienes que involucrarte.
—Creo que estoy más involucrada que nunca. —terminó diciendo, cuando en su cabeza se retractó—. Carowkrele es importante para mí.
Harry la miró en ambos ojos.
—Estoy seguro de que todo… estará bien. —tragó duro, cuando ella asintió y fue hacia la puerta.
Él pudo sentir su aroma a perfume, rosas, alcohol y otras sustancias que se revolvían en su olfato.
—Tú me dijiste que los misterios debían descubrirse, ¿no es así? —se detuvo a pensar.
—No creo que en ese entonces hubieras caído en la cuenta de que soy un monstruo. —rio un poco, pero su chiste no tenía sentido.
—Porque en ese entonces no sabía quién eras.
Asintió.
—El otro verso, era…
—Y luego dejar de ser misterios.
Se quedó sorprendido.
—Gracias. Y adiós.
Cerró la puerta a sus espaldas.
—Vamos, eres tan malo para esto que ni tu abuela te creería. —le gritó a Harry mientras atravesaba aros de fuego verde en frente de su casa.
—Sabes, estoy harto de que me traten como un cachorro. No soy uno, ¿sí? —alzó la voz.
Cuando creyó que lo tomaban con mucha seriedad, ambos hechiceros rieron a carcajadas.
—Y por cierto, no te metas con mi familia. —le advirtió, para después saltar otro aro.
— ¡Y es que es un decir, viejo! —gritó a lo lejos.
Apareció en frente de ellos bañado en sudor.
— ¿Por qué carajos me hacen saltar en sus círculos mágicos? Eso no detendrá al lobo. Eso me hará convertirme en un cachorro mimado y domado.
Derek rio unos segundos.
—A no, Harry eso no sirve. Sólo queríamos verte hacer un espectáculo para probar que el lobo sigue dominándote.
Se le quedó observando unos segundos.
—Claro. —asintió, y caminó hacia la cabaña enfadado.
Carowkrele caminaba hacia el instituto cuando escuchó un par de voces femeninas que murmuraban cosas. Era como si pudiera escucharlas de tan lejana distancia, cuando se percató de que a su alrededor, no había absolutamente nadie. Incluso llegaba tarde a clases.
Las voces seguían distorsionándose en su mente, y luego escuchó risas, risas que provenían como si su propio cerebro las creara. Se burlaban, adoraban reír a carcajadas que incluso era incómodo para Carow.
Tomó asiento en una banca cercana y miró al suelo, sintiendo su corazón latir a máxima velocidad, y el sudor recorriéndole el rostro hasta la barbilla. Sentía un mareo muy fuerte, cuando creía ver imágenes de dos personas delante de él. Intentó alzar la vista para observarlos directo a los ojos, y notaba que recuperaba la visión, al ver dos rostros disparejos, con marcas de sangre atravesando su cuello, ojos negros dominando los hoyos de sus profundos ojos negros. Cuando estaba a punto de defenderse, estos seres lo tomaron de los brazos y se lo llevaron.
— ¡Suéltenme! —comenzaba a gritar detrás de esa funda negra que habían puesto en su cabeza.
Escuchó de nuevo las voces burlantes, y segundos después retiraron la funda, examinando al objetivo con la mirada. Carow estaba aterrado al ver ambos rostros, era como si estuviesen muertas, pero vivas al mismo tiempo.
— ¿Qué es esto? —intentaba respirar, viendo a todos lados, buscando cualquier salida, o cualquier cosa que pudiera usar como arma—. ¿Dónde estoy?
Seguía insistiendo, y no lo dejaría de hacer.
— ¿Quiénes son? ¡Qué es lo que quieren! —gritó finalmente, cuando tales criaturas lo tomaron de los brazos, del suelo arrodillado y lo arrastraron por todo el suelo mojado de un líquido oscuro—. ¡Alto! ¡Basta! ¡No!
Lo dejaron caer al suelo de espaldas, y sobre él, sólo cayó un peso que no podía controlar. Ajugas en toda su espalda, entrando en sus huesos, provocándole tanto dolor que no podía con él. Gritó tanto que sentía que le sacaban el alma. Hasta que cayó en la profundidad de sus sueños…