PRISIÓN INVISIBLE
El bosque estaba rodeado por encantos, los brujos que utilizaban para pelea. Había capuchas desplazándose por todos lados, alrededor del canalizador. La cabaña seguía intacta, cuando el Hombre Del Bosque se quedó quieto, Carowkrele supo de inmediato que eso no era parte del plan.
— ¿Qué crees que haces? —notó a su alrededor que el viento era rígido, y rugía en el ambiente como si una manada de lobos esperaran ocultos entre las sombras. Se había quedado quieto por completo.
¿Era su oportunidad de escapar? Pensó unos momentos.
—Fadregre nos matará si no obedecemos —le recordó—. Si tienes una manera de escapar, es mejor que la pienses muy bien, como sea que te llames.
El ser se inclinó de rodillas en el suelo, esparciendo una clase de polvo color metálico, que brillaba como diamantes estuviesen disueltos en el frasco.
— ¿Qué haces?
Logró vaciarlo todo por completo, y después se abrió el paso entre el espacio del polvo. Extendió su mano sobre el pecho de Carowkrele y lo hizo retroceder, para después ambos ver una especie de humo oscuro formarse como torbellinos en la tierra. Y de ese humo, tres capas largas aparecieron. Una de ellas —la principal—, caminaba junto a un bastón que brillaba con una clase de luz neón color blanco, recortada con figuras simbólicas. Dio un paso adelante y enterró el bastón en el suelo.
Carowkrele se vio aterrado, confundido y muy aterrado.
Se quitó la capucha, dejando ver a una mujer tan blanca como si estuviera tan muerta que ya no había ningún otro color que resaltara su piel.
—Lo quiero conmigo. —musitó. Las otras capas se acercaron, pero no era hacia él, sino que iban tras el interior del bosque—. Están por todos lados. Quiero cazarlos. A todos. Que no se escape ni uno.
Carowkrele seguía sorprendido.
— Tú… —vaciló al darse cuenta de que podía hablar sin tartamudear, sin tener miedo.
—Nunca pensé que nos traicionarías. Se suponía que tú estabas con ella, con Kailan. Todos pensábamos que había algo entre ustedes.
— ¿Qué eres? —preguntó obstante.
—Eso no puedo respondértelo, Carow. —bajó la mirada.
—Fadregre me trajo con ella. Hizo que cayera en sus trampas. Hasta que por fin tuvo la dinastía de hacerme su sirviente. Me convirtió en un brujo canalizador. Todo para cazar a Harry. —le explicó—. El Hombre Del Bosque, no es un asesino, es…
—Lo sé. —tentó de inmediato, dejando a Carowkrele sin palabras—. Él fue quien nos ayudó. Todo el tiempo.
— ¿Qué? Pensé que él trabajaba para… —miró al encapuchado de ojos rojos—. Ahora entiendo, él los trajo. Porque sabía que Fadregre atacaría.
—Yo tengo que protegerles. A todos ustedes.
—Fadregre mencionó algo sobre un mayor enemigo… ¿Trabajas para él? —Juliana lo observó por unos momentos, cuando desprevenidamente se dio la vuelta y miró hacia la cabaña, presintiendo venir el mal. —Ya está aquí.
Había completo silencio cuando Harry sintió que algo extraño ocurría. Se giró lentamente hacia la puerta, y vio de reojo a Kailan, quien esperaba respuestas por su parte. De pronto, ésta estalló en añicos, golpeándolos fuertemente contra el suelo.
El licántropo alzó la vista, encontrándose con una capa oscura. Era ella. Era Fadregre.
Se puso de pie, retándola a su altura extremadamente sorprendente, pero aun así él la rebasaba.
—Harold —lo miró a los ojos, con aquella mirada impura y agria inundada con maldad tan oscura como su alma—. Te he estado buscando por mucho tiempo.
—Aquí me tienes. —gruñó con los colmillos fuera, listo para atacarle.
Ésta rio.
—No así. No de ésta manera. —sus ojos comenzaron a plasmarse de un color negro, llenando los hoyuelos de su rostro, y de pronto, su cara se agrietó con líneas oscuras, y su boca se distorsionó.
Se lanzó sobre Harry atacándolo con sus garras largas que parecían podridas con un color amarillento, igual que la mantequilla. Pero antes de que lo hiciera, el brujo lanzó una bola de fuego hacia el pecho de la bruja, donde el hechizó resopló en su antiguo collar de piedra.
La hizo aterrizar en el suelo, —aunque aturdida por su propio grito—, siguió gruñéndole en el rostro al chico. Luego un ruido en su cabeza comenzaba a procederle desde el interior de su mente; un ruido explícito y procedente de los mismos ataques que un encanto.
— ¡No! ¡No! —fue gritando, cuando optó valor para descubrirse los oídos, y ponerse en pie enfurecida—. Crees que ganarás ésta guerra, chico.
—Quiero saber qué es lo que quieres conmigo —se acercó impredecible como el valiente en su interior.
Fadregre sonrió para después echarle una ojeada a la chica. Se movió rápidamente sin que Harry pudiese detenerla, o que cualquier pudiera detenerla, para levantar a la chica del cuello y apretarla hasta querer asfixiarla con sus manos de las cuales resaltaban sus huesos, donde se denotaban líneas que se movían como si fueran serpientes.
Kailan gritó.
—Suéltala —le ordenó Harry, sacando sus garras y gruñéndole a la bruja—. Suéltala o te mataré.
—Tú no puedes matarme, niño. —sonrió divertida, y apretó más su cuello.
—No me subestimes. Tú no sabes de lo que soy capaz. —dio un paso adelante.
—No sigas. O le desgarro la garganta. —amenazó—. Tú decides.
Harry no respondió, no podía.
—Le romperé el cuello. —ésta un falso movimiento con sus manos, justo cuando éste saltó hacia Kailan, en ese mismo momento en que Fadregre le quebró el cuello, y después la dejó caer al suelo. Muerta. Estaba muerta.
— ¿Quién? ¿Quién ha llegado? ¡Juliana, contesta! —insistió Carowkrele, cuando ella volvió a darse la vuelta. Detrás de Carow, se encontraba una capucha igual a la del Hombre Del Bosque, sólo que no era él.