El lobo de las sombras

Capítulo 17

LA MÍSTICA Y EL CANALIZADOR

 

   Margaret se puso de pie, encontrándose en el mismo cuarto de donde habían salido ella y Harry. ¿Pero dónde estaba él? ¿Por qué no estaba allí con ella?

   — ¡Harry! —logró gritar, pero su voz se dispersó en un eco inmenso.

   Vio el fuego de las velas encenderse. Y por unos momentos creyó que lo que veía no era real.

   — ¿¡Qué haces aquí!? —gritó automáticamente al ver la capucha que le daba la espalda—. ¿Dónde está Harry? ¿¡Qué le has hecho!?

Pero no había respuestas.

   Sino que el ser se dio la vuelta, y entonces Margaret se dio cuenta de que no era el mismo ser del que se trataba. Era una copia idéntica.

    El nuevo ser le sonrió, abriendo paso entre la negrura de su rostro a unos colmillos enormes, incluso como si fuesen dientes de tiburón. Gritó, y de sus palabras salieron cientos de sombras que flotaron alrededor de la habitación, ahogando a la chica…

 

 

    — ¡Os he encargado que vayan a por él! —gritó Fadregre enfurecida.

  Las criaturas se alborotaban en la mansión, era como si estuviesen confundidas. No sabían a quién servir cuando Jakebson recién había llegado.

— ¿Qué ha ocurrido aquí? —se preguntó confundido.

   —Demarco Begalirk. —masculló desesperada, con las ropas rotas y la cara pálida como si estuviese muerta—. ¡Ese miserable ha venido aquí para robarme a mí dama de sombra!

Jake soltó un suspiro soñoliento. 

   —Te lo advertí. Tus experimentos siempre son un completo fraude, Fadregre. Primero Carowkrele, y ahora ésta humana inservible. No puedo creer que un Begalirk te haya vencido. Por eso nunca debí dejar que dominaras la mansión, eres un asco liderando.

   Se abrió paso, empujándola para caminar hacia su oficina. Donde los recuerdos se habían quebrantado, donde la felicidad se había apagado, ella defraudando a todo su mundo,  ahora nadie le creería. Fadregre a partir de allí, era sólo una historia.

 

 

 

 

     Harry se dio cuenta en seguida de que esa dimensión estaba llena de demonios. Él era una, pero tenía mitad parte humana y mitad parte lobo. No era uno completo. Por eso no podía atravesar las paredes, porque sólo ellos podían hacerlo.

    Siguió caminando una vez que se dio cuenta de que era  imposible abrir esa puerta para volver. A su izquierda se encontraba un edificio grande, ventanales enormes donde posaban los cuervos, la luna destellando en el cielo nocturno y a su derecha una torre con una ventana en la que se proyectaba una luz encendida.

   Se quedó perplejo al mirarla, la silueta de una dama entre las sombras se proyectaba. Parecía como si fuese una princesa esperando al rescate de un príncipe. Que de pronto, alzó sus manos y tocó el vidrio, y después, la chic cayó al suelo como si se hubiera desmallado.

Sólo era una ilusión…

 

 

     —Estamos en la mansión. No es posible que ella haya cruzado a Lodern. —musitó Derek, examinando las ventanas que estaban protegidas con tubos de metal.

—Fadregre no podía atravesar el mundo entre las sombras. Y lo hizo, nos encontró. ¿Acaso tú crees que no tiene manera de llegar a Lodern antes de nosotros? ¿Antes que Harry? —Donag lo fulminó con la mirada.

     —Estoy seguro de que no estamos solos —se quedó mirando hacia el rincón del cuarto. Donag se puso de pie al lado del brujo, y ambos observaron algo que se acercaba.

   Una capa salió de las sombras, que se destapó el rostro, dejando ver a una mujer que ambos conocían.

—Melania.

 

 

       Margaret comenzaba a abrir los ojos, estaba recostada en una camilla rodeada de antorchas fantasmales. Se sentó en ésta y miró a sus alrededores buscando una salida. Cuando su vista se encontró con un chico posado en la puerta, estaba cruzado de brazos observándola.

       —Ya despertaste. —frunció la mirada—. Pediré ayuda.

— ¡No! —rogó ella, y él se detuvo—. Espera. Esto… ¿Qué hago aquí?

El chico se volvió hacia ella.

       —Estás en la Torre De Helaas. Estás a salvo aquí. —contestó simpático.

— ¿Quién eres tú? —enarcó las cejas.

      La miró por unos segundos, estudiando con sus ojos negros a la criatura que estaba sentada en aquella camilla.

      —Mi nombre es Carowkrele. ¿Tú? —levantó una de sus cejas, esperando la respuesta de aquella chica.

—Margaret. —retiró la mirada, dispuesta a bajar de la camilla que hasta ese entonces, no se había dado cuenta de que estaba flotando. Soltó un alarido, y entonces Carow se acercó para ayudarla.

     La tomó de la cintura,  y en seguida ella captó el mensaje y colocó sus manos alrededor de su cuello. Luego estaba en el suelo.

—Gracias… —contestó picaresca. No sabía si estaba asustada o sabía si es que estaba bien.

Carow le sonrió.

— ¿Dónde está ese chico…? —miró hacia la puerta.

     — ¿Qué chico? —se volvió a cruzar de brazos.

—Ese chico… Harry. Estaba conmigo. —miró a Carowkrele a los ojos.

     Su cuerpo se tensó al escuchar su nombre. En seguida sintió una especie de sensación cual significaba que podrían escapar de allí gracias a Harry Ward.

    — ¿Dónde estaba Harry? ¿Está aquí? ¿Has hablado con él? —hizo tantas preguntas que la misma chica se revolvió.

—Hemos venido juntos. ¿Lo conoces? —Carowkrele tragó duro unos momentos, y luego relajó sus brazos a los costados de su cuerpo.

   — ¿Juntos? ¿Qué hay de Kailan? ¿Dónde está ella? —se preguntó.

Luego recordó su conversación con Juliana.

«Estábamos en el bosque, te explicaba sobre éste mundo, y luego nos atacaron. Quedaste inconsciente, y entonces te traje aquí. Eran enviados de Envalay. Agradéceme cuando rescatemos a tu novia. »




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