El Lobo y el Hechicero

Un beta novato

Capítulo 3: Un beta novato

Dante

Volver a clases se siente diferente tras haberme convertido en un hombre lobo, un maldito hombre lobo. No puedo verme al espejo sin recordar los colmillos y ojos morados, aunque Charlie lo niega no puedo dejar de sentir que soy un monstruo, que como un depredador es cuestión de tiempo para que me salga de control y mate a alguien. No pude dormir a pesar de que Charlie me cedió su cama, verlo con ese traje negro y con armas me cambió la perspectiva, todo cambió. No he visto a mis padres desde ayer y no quiero hacerlo, me calma saber que los padres de Charlie los están vigilando. Hablando de él, ahora lleva sus jeans con una enorme sudadera de colores pastel y una camisa blanca con un mensaje positivo.

— ¿Cómo te sientes? —me dice de camino a la escuela, Sheppard, el señor con pinta de bibliotecario, me trajo mis cosas esta mañana y se fue sin decir nada—. Solo quiero que te sientas bien o que me digas si te sientas mal, si no lo dices no me enojaré.

— ¿Ahora seré como los vampiros y tendré que matar animales cada noche?

— Nah, los vampiros no beben tan seguido y a excepción de las lunas llenas no tendrás mucho de qué preocuparte.

— ¿Y qué hay de ese poco? —quiero saber qué es con lo que debo lidiar, dudo que la licantropía tenga cura. 

— Come mucha carne y fibra, los que no nacen como lobos necesitan más energía aun cuando no se transforman en años. Tu audición y tu olfato se irán acostumbrando a tu nuevo yo, si el olor o el sonido te agobia tratalo como si fuera un ataque de ansiedad. Y no, los vampiros no odian a los hombre lobo, es un mito idiota. 

— Sabes demasiado para ser un cazador novato. 

— Tengo información de segunda mano, soy el niñero de los hijos de Sheppard —sé que se refiere a los siete niños que cuidaba en halloween, todos se reían de mí a excepción de la niña que me analizaba minuciosamente—. Cuidarte a ti es más fácil que a esos niños, una vez Rei me mordió. 

— ¿Y no te transformaste en hombre lobo? —no soy un experto en el tema, pero estoy seguro que una mordedura te da pase directo a que te salgan garras y aulles en el bosque cada luna llena.

— Mi sangre jamás cambia —me deja más confundido, ahora se pone tan filosófico y poético—. Los cazadores estamos destinados a servir o a morir, es imposible transformarnos en licantropos o vampiros. Solo gané una cicatriz y un dólar extra. 

Intento distraerme en la escuela, fingir que ayer no pasó nada y me quedé con Charlie por otra pelea familiar, no es un secreto que mi familia es un caos. No es fácil hacerlo cuando el resto te mira, mi cuerpo cambió con la transformación y no hablo de los colmillos y los ojos, físicamente soy como un dios griego y al mirarme por las puertas de cristal noto que luzco más atractivo, mi cara cambió lo necesario para verme mejor sin quedar irreconocible. Al menos saqué algo bueno de ser un monstruo. Me siento al lado de Charlie esperando que la aburrida Señora Kate lea otro de sus clásicos llenos de racismo, machismo y xenofobia sin que detecte esos problemas y nos diga que la literatura es para todos. Charlie ya tiene el escritorio acomodado con tantos lápices, marcadores y el cuaderno con los apuntes organizados. 

— Oye, se te olvidó decir que me intercambiaron el cuerpo con un modelo. 

— Cosas de hombres lobo, te recomendé la fibra por una buena razón. 

— Amigo, apenas soy reconocible. 

— Lo sé, te ves tan sexy. 

— Buenos días, muchachos —entra un maestro que ya había visto muchas veces en la escuela, pero jamás nos había dado clases, es alto y con un cabello negro y filoso—. La Señorita Kate ha decidido no continuar con su servicio por motivos personales. De ahora en adelante seré su maestro en lo que acaba el curso. 

Saca un gis y al escribir su nombre el sonido me saca de quicio, parece que está estrangulando un gato que se tragó un silbato. Es horrible, ¡No lo soporto!

Charlie me pisa muy fuerte y cuando lo veo me ve de manera acusatoria a mis manos. Mierda, he sacado las garras. 

— Cierra los ojos y cuenta hasta diez —me susurra y le hago caso, cada que los abro veo todo como si estuviera viendo a través de una cámara térmica. 

— Para los que no me conozcan soy el profesor Scott Nathaniel Valentine, me especializo en Letras y Literatura. 

No, siento que eso no es lo ama hacer, me da mala espina. No sé cómo explicarlo, pero cada vez que me mira directo a los ojos es como si me estuviera amenazando o dándome una advertencia. Su clase es buena porque sí la da en lugar de leer escritores cancelados, nos enseña sobre los géneros literarios y la importancia del contexto histórico de las novelas. 

— Señor Anderson, dígame usted por qué no podemos juzgar a un artista, supongamos, Frida Kahlo, con la tela del juicio actual. 

— Porque ella vivió en una época y lugar donde el estatus quo no era el mismo, lo que vemos como algo opcional como que fuera sumisa a su marido era esperado de ella. 

— Exacto, Anderson, dime un ejemplo en la literatura aprovechando que sabes algo del tema. 

— Diez negritos, la chica muestra conductas racistas, pero en la época de Agatha Christie no existían los derechos civiles, la segregación seguía siendo algo común y normalizado. 




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