El Lobo y el Hechicero

Cosa de Brujería

Charlie

Llevo a regañadientes a Dante al salón de Filosofía, está tan solo que es un lugar perfecto para la hechicería. No interrumpo a Danna, quien lee su libro minuciosamente con algunos materiales en la mesa, debe estar relacionado con la escuela o lo haría en su casa o en el bosque. Su cabello oscuro con extensiones rosas está trenzado en un moño y lleva una camisa turquesa contrastada con su overol morado y medias blancas. 

— Entonces no te funcionó el hechizo, o por eso estás aquí después de la escuela —ella se alarma al ver a Dante, no se ha enterado a pesar de que él tiene un notorio cambio.

— Estoy atrayendo buenas vibras, este libro de Shina Lamar tiene muchas de estas cosas y quiero ver si es cierto. 

— Dante es uno de nosotros, tranquilizate. 

— Sé que es tu amigo, pero no lo conozco para incluirlo en el grupo. 

— Soy un lobo —duda mucho de su respuesta y Danna duda más de él—. Fui mordido el otro día. 

— Claro, y yo soy amiga de Kate Winslet. Charlie, no sabe lo que hago y no tiene qué saberlo. 

— Soy un hombre lobo, lo digo en serio, hace dos días fue mi primer luna llena, me comí un zorro y fue… sabía bien —Danna se ve irritada y cree que le estoy devolviendo una broma que me hizo, me lanzó un hechizo que me hizo decir las verdades más incómodas cada que abría la boca—. ¿Tienes esa cosa que usaste para transformarme?

— Es la escuela, es como si trajera mis armas —tengo bien claros los límites que tengo, debo pasar desapercibido y llevar un arco no está dentro de ese límite—. Lo dejé en mi casa.

— A ver, payasos, no me hagan perder mi tiempo. 

— Necesitas un pelo de hombre lobo, reconozco los ingredientes para un hechizo de rastreo —no practico la hechicería, pero la investigo por curiosidad y distingo cada ingrediente—. Usa el cabello de Dante, si es un hombre lobo el hechizo hará lo suyo y si no te conseguiré los demás ingredientes para este y otro hechizo. ¿Estamos o no estamos?

— No me hagas arrepentirme. 

Le arranca un pelo del pico de viuda a Dante y en un su termo mete todos los ingredientes, los mezcla todos y recita las palabras en latín antiguo, no tan diferente al que conozco y uso en mis invocaciones. Empieza a salir humo y eso significa que el hechizo funcionó. 

— Con que un hombre lobo, por eso te ves más sexy, igual que Shane Jalali.

— ¿Y para qué el hechizo de rastreo? No ha pasado nada en la escuela —lo más raro de todo es que haya faltado la Señorita Hudson, como no quiere estar en casa para ver a su marido prefiere quedarse lo más que pueda en la escuela sin importar que no tenga nada que hacer, una vez la descubrí comiendo una caja de donas en la biblioteca mientras buscaba una novela de época.

— Sí ha pasado algo, pero estabas demasiado entretenido entrenando a tu lobo para notarlo.

— No soy su mascota —Dante se molesta y yo también, pero sé que meterme con Dannah no es buena idea cuando está enojada—. Él es el único que me está ayudando con esto.

— ¿No te has comunicado con tu alfa como todos los lobos?

— Es Northwest Point, aquí no hay alfas o eso se supone —le recuerdo que aquí no es un lugar tan sobrenatural como lo serían otras ciudades o condados misteriosos.

— Da igual, la maestra Hudson ha estado desaparecido y su esposo fue encontrado muerto recientemente. Quiero ver si algo sobrenatural entró en este lugar.

— Tal vez ella cruzó la línea y escapó de la justicia, esa mujer no tenía cordura —Dante toca el tema de la muerta demasiado temprano, su padre, o lo que quedaba de él, fue encontrado muerto con heridas tan salvajes que ni el peor de los lobos podría hacer.

— No fue ella, el otro día ella tenía un ente cerca de ella, pude verlo.

— Pudo ser un demonio, yo diría que un demonio de rango medio, a veces pasa y mis padres ya lo han de tener en la mira.

— No fue un simple demonio, o ya lo hubieras visto.

Tiene razón, no vi nada raro en toda la semana en la escuela. Puede que sea algo más. Los tres seguimos al humo que nos va guiando por los pasillos, el universo hace que nos veamos naturales y no desesperados siguiendo una señal de humo a los ojos de los pocos que siguen en la escuela, nos hace dar demasiadas vueltas y llega un punto en el que dudamos que haya funcionado porque no hemos pasado por ningún lugar con señales especiales. En la sala de maestros está lo que esperábamos, o es más que eso. No hay ni cuerpo ni sangre, pero los tres podemos ver con claridad la silueta de la maestra marcada en la pared, con los brazos extendidos y el cabello desordenado. Algo debió haber pasado y temo que no será tarea fácil, una criatura nos está acechando. 



 

El funeral del señor Anderson es triste, y no porque murió, poca gente vino porque todo el mundo lo odiaba. Dante tampoco quería ir, pero fue para apoyar a su madre y yo para apoyarlo a él y que la iglesia no se viera tan vacía. Tuvieron que cremarlo porque no había mucho que exhibir más que un montón de carne, la última vez que estuve en un funeral fue el de un recordado primo mío, un cazador que tuvo un accidente y que me partió el alma por lo cercano que era a él. Ese fue un funeral digno de un gran cazador, con grandes cánticos y en una catedral llena de cazadores listos para dar sus últimos respetos. 




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