El lobo y las serpientes

Capítulo 11: La traición a bordo.

La brisa marina, al principio una caricia de libertad, se tornaba fría a medida que el bote se deslizaba sobre el mar oscuro, un lienzo perfecto para la luna y las estrellas. Los gemelos se sentían, por fin, en el camino hacia la verdad sobre su origen.

Zafira se mantenía insondable, cerca de la popa, con una pequeña maleta a su lado, sus ojos fijos en la nada. Para Andreína, esta distancia le parecía una timidez natural en su nueva amiga.

Albeiro, sin embargo, la observaba de reojo, con una espina de desconfianza clavada en su corazón. La Zafira que conocía era extrovertida, charlatana y bromista; esta Zafira era un enigma gélido y silencioso.

—El mapa no nos muestra nada coherente —susurró Albeiro a su hermana, señalando el pergamino. No había una isla marcada, solo varios símbolos que brillaban débilmente.

Andreína se acercó, sus ojos llenos de una convicción impaciente.

—Padre y madre nos contaron que ellos unieron su sangre para que el mapa los guiara hacia la Isla de las Serpientes. Quizás nosotros debemos hacer lo mismo.

La idea, tan lógica y a la vez tan radical, resonó en la mente de Albeiro. Dudó apenas un instante, pero la desesperación por encontrar respuestas lo impulsó a actuar.

Sacó la pequeña navaja de su mochila, hizo un corte superficial en la palma de su mano y se la extendió a Andreína. Ella, sin dudarlo, hizo lo mismo.

Sus manos ensangrentadas se unieron sobre el pergamino, sellando su linaje en una promesa silenciosa. Al caer la primera gota sobre el mapa, las líneas, antes inmóviles, comenzaron a vibrar con una energía febril. Un resplandor plateado se extendió desde el centro, formando una nueva y brillante constelación, una ruta inequívoca. El brillo fue tan intenso que el mapa pareció quemar el aire en sus manos, sin consumirse.

—¡Lo logramos! —exclamó Andreína, una mezcla de alegría e incredulidad victoriosa en su voz.

Albeiro asintió, su corazón vibrando con la emoción del descubrimiento, mientras su inquietud crecía. Levantó la vista hacia el cielo y, con las constelaciones como guías, ajustó las velas con mano firme.

Mientras los gemelos se ocupaban de la navegación, Zafira se deslizó silenciosamente hacia la proa, donde una figura reptiliana y encorvada se ocultaba en las sombras más profundas. Era Jairo, que había logrado colarse en el barco antes de zarpar.

—¿Se ha completado la primera parte? —siseó Jairo, su voz un murmullo seco, casi escamoso.

—Sí, amor —respondió Zafira, y su voz era fría, forzada y sumisa, una máscara espeluznante de la calidez que Albeiro recordaba—. El amuleto está en manos del tonto de Albeiro. El plan avanza como deseas.

Jairo sonrió con su rostro de serpiente, una risa silenciosa que hacía que el aire pareciera temblar.

—Bien, muy bien. Solo es cuestión de esperar que la luna alcance su punto más alto, y entonces el amuleto hará el resto. Me alegro de que hayas cumplido tu parte. Ahora, prepárate para la función.

Zafira asintió y regresó a su sitio. Observando a los gemelos, sintió un punzante quiebre en el alma. A pesar de su obediencia, una parte de ella gritaba que no quería que a Albeiro le sucediera nada malo.

El viaje transcurrió en un silencio tenso, el mar, antes misterioso, ahora se sentía peligrosamente hostil. Albeiro, sintiendo que algo se agitaba en su interior, percibía la presencia del polizón, casi palpable en el aire salino. Su mirada se cruzó con la de Zafira, y notó la tensión y el sudor frío en su frente.

—Mírala. ¿Qué demonios le pasa? —preguntó Albeiro, incapaz de contener más sus sospechas.

—Tal vez le tiene miedo al mar profundo, o está mareada. ¡Ignórala y disfruta! ¡Por fin podremos encontrar nuestro hogar! —respondió Andreína con ligereza.

—No lo sé. Su amistad contigo me parece rara. Siempre te caía mal, se peleaban. ¿Por qué te entregas tanto a ella ahora?

El rostro de Andreína se oscureció con una defensa inmediata e irracional.

—¡No me hables así! Zafira es mi amiga, y si la defiendo es porque ella siempre nos ha ayudado a nosotros. ¿Qué te pasa, Albeiro? ¡Estás arruinando el viaje!

—Algo no me cuadra. El cambio de Zafira y esta extraña presencia a bordo me dan mala espina. No deja de observarnos.

Albeiro, impulsado por una urgencia que no podía explicar, se acercó a Zafira sin miedo.

—¡Zafira! ¿Por qué estás tan callada y evasiva conmigo? ¿Qué sucede de verdad?

Zafira también se acercó, intentando atraerlo con una sonrisa forzada hacia la parte trasera del barco, el lugar más oscuro.

—Vamos, Albeiro, conversemos tranquilamente. No te preocupes por nada...

Pero Albeiro se alejó de golpe. El presentimiento en su estómago se había convertido en un grito de alerta ensordecedor.

—¡No! ¡Hay algo muy mal! Zafira, no te acerques a mí.

La discusión se intensificó, un torbellino de emociones que los separaba. Andreína, bajo el influjo del hechizo residual, la defendió con vehemencia, gritándole a su hermano.

En ese instante, la luna alcanzó su punto más alto.

El amuleto en el bolsillo de Albeiro cobró vida, comenzó a brillar con una luz tan intensa que traspasó la tela de su camisa. El brillo era cegador, y un estruendo ensordecedor rompió la calma de la noche.

El mar, antes oscuro y tranquilo, se volvió un abismo furioso. Una tormenta mágica se desató en segundos, antinatural y violenta. Rayos de luz verdosa cayeron del cielo, impactando las olas con ferocidad. El barco fue sacudido con una brutalidad que casi lo parte por la mitad.

La embarcación casi se hunde, pero Zafira estaba como una estatua firme, ambos jóvenes fueron arrojados al mar helado y revuelto.

Al sentir el impacto del agua gélida, la neblina que cubría la mente de Andreína se disipó en un instante doloroso. Sus recuerdos, los que Jairo le había robado y alterado, regresaron de golpe. El dolor del golpe en su cabeza, la confrontación con Zafira en la cueva, la sonrisa malvada de Jairo, su magia como actuó en ella y en sus padres... Todo regresó con una claridad aplastante.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.