El Lugar más Secreto de mi Alma

Capítulo 2

Finalmente se decidió a ir a la habitación, y comenzó a caminar, pero al llegar al salón, allí estaba Ana María esperando. Sofía saltó de la sorpresa de encontrarse a alguien de esa forma.

 

— ¡¡¡An!!! ¡Tía, que casi me matas del susto!- le reclamó. — ¿Qué haces despierta a esta hora y deambulando por la casa en la oscuridad?

 

—Y tú creíste realmente que me iba a dormir muy tranquila. ¡Cuéntame qué pasó con el viejo! — respondió la muchacha quien iba vestida con un pijama que le iba muy grande.

 

— An, no hables de esa forma de Gonzalo.

 

— Cómo se supone que le diga: ¿el joven del ayer? Le digo viejo, porque es un viejo.

 

— ¡Es un caballero estupendo! — le contó a su amiga. — Pasamos una velada fabulosa. No nos alcanzó la noche para conversar ¡Sabe tanto de tantas cosas! —dijo ensoñadora Sofía.

 

— Amiga, ¿te estás escuchando? — le reclamó Ana María — ¡Sabe de todo porque tiene mil años en la tierra! ¡Es un dinosaurio! — agarró a Sofía por los hombros y la zarandeó — ¡Despierta, tonta! ¡Ese hombre puede ser tu padre!!

 

— ¡Pero no lo es! —le espetó Sofía —y es un hombre tan galante, tan respetuoso, tan amable, tan...

 

— ¡Tan viejo! — la interrumpió An —¿sí te das cuenta de que ese señor debe tener mínimo el doble de tu edad? ¿Qué se supone que tenéis en común? Reacciona o voy a tener que darte de cachetadas.

 

— Ya basta, Ana... Gonzalo es guapísimo y si lo conocieras verías lo encantador que es. ¡Pasé una velada como nunca antes con nadie! Me fascinó salir con él y espero que cuando volvamos a vernos sea tan fabuloso como hoy.

 

— ¿Ah, pero es que pretendes volver a verlo? — le preguntó asombrada su amiga- ¿Qué te está pasando, Sofía? Jamás habías salido con alguien como él. Ese tipo es un anciano.

 

— ¡No exageres, Ana María, por Dios! Tiene unos años más que yo, pero tampoco es un anciano. ¡Y esas canas en las sienes se le ven tan sexy! Y esa boca tan hermosa... ¿Es que de verdad no has podido ver esos ojos? — le preguntó incrédula — ¡Ese hombre está como quiere!

 

— ¡No, no, no, un momento... como quiere está Chayanne! Que cuando tenga 100 años se va a ver igual de sexy que ahora. Pero eso no se puede decir de todos. No te voy a negar que Gonzalo, que hasta nombre de viejo tiene, es guapo, y que en sus tiempos debe haber roto unos cuantos corazones, pero de allí a que me digas que está como quiere... ¡Por favor! Tú debes haber sufrido algún accidente cerebro vascular.

 

— ¡Bueno, ya basta An! ¡Eres mi amiga, y te quiero, pero ya está! Me gusta Gonzalo, la pasé muy bien con él, cuando me besó fue especial y...

 

—¿Te besó?— la interrumpió azorada An con los ojos abiertos al máximo — ¡Ése es el colmo! ¿Cómo me vas a decir que permitiste que te besara? —hizo como si se estremeciera de horror.

 

— De hecho, casi tuve que pedírselo, porque es tan caballero que no se atrevía a hacerlo... —le sonrió provocadora a su amiga.

 

— Un aneurisma. ¡Diagnóstico definitivo! Amiga, algo está mal aquí y tienes que aceptarlo. Eso no es normal. ¿Cómo te vas a enamorar de ese hombre tan mayor y así, de golpe? Tú no eres así.

 

—Yo no he dicho que esté enamorada. sólo lo he visto dos veces. Que te diga que me gustó el hombre no significa que estoy loca por él. Quiero volver a verlo. Me gustó cómo me sentí cuando me besó. Es un hombre súper entretenido, habla con ese tono respetuoso que ya no se encuentra, menos aún en esos tíos cutres que conocemos cuya idea de una cita romántica es aparecerse con una rosa que compraron en el chino y poner alguna balada en el reproductor del coche, y nada más le lanzas una media sonrisa y piensan que ya caímos como una colegiala.

 

— Es cierto, hay mucho patán suelto, pero de ahí a salir con un viejo...

 

— Pues voy a seguir viéndolo... Nadie ha hablado de algo serio, pero disfruté mucho con él y quiero seguir haciéndolo. Hasta donde yo sé soy soltera, sin compromiso, soy mayor de edad y puedo decidir lo que hago con mi vida. Ya me quiero ir a dormir...

 

— Y supongo que a soñar con tu noviosaurio? — sonrió Ana a su amiga — escucha bien lo que te voy a decir: sí, eres libre de hacer lo que quieras, pero... ¿él también lo es? Porque a esa edad no creo que sea solterito y sin compromiso. El tío no es feo, es verdad... ¿no te dijo si existe una señora Márquez?

 

— No le pregunté. En verdad no me pareció adecuado.

 

— ¿Cómo que adecuado? ¡Eso es lo primero que hay que averiguar, Sofía! ¿Dónde dejaste el cerebro guardado, tía? — le reclamó asombrada Ana




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