El Lugar más Secreto de mi Alma

Capítulo 6

Gonzalo respiró profundo y se volvió a mirar a las chicas una a una. Sonrió ampliamente y fue hasta su hija, quien estaba más cerca de él, le dio un beso al rostro inmóvil de Lucía y la saludó con afecto, pero su hija no le correspondió. Luego fue hasta Sofía y la besó muy brevemente en los labios, para sorpresa de ambas.

 

— ¡Qué bonita sorpresa encontrarlas a ambas aquí! — colocó su maleta en un rincón y se volvió a mirarlas. —Me alegra que se hayan conocido.  Cariño... —miró a Sofía— estoy feliz de verte por fin. ¡Fue una semana muy larga! — fue hasta el bar y se sirvió un trago y les ofreció algo de tomar a las mujeres, a lo cual ambas declinaron, mirándolo sin saber qué hacer al verlo a él tan sereno ante la incómoda situación. Fue Lucía quien rompió el silencio.

 

— ¿Papá, puedes explicarme que significa esto?- le preguntó evidentemente molesta con la actitud natural de Gonzalo.

 

—¿Qué debo explicarte, cariño?— le preguntó con tono conciliador — Creo que todo está claro.

 

— ¿Cómo te atreves a decir eso? ¡Llego a casa y encuentro a esta...—la miró con desprecio—   esta señorita... aquí, en estas fachas! Y se supone que es lo normal.— reclamó casi histérica.

 

— Sí, es normal que Sofía esté aquí, tenemos una relación y...

 

— ¡Eso es evidente!—exclamó señalando a Sofía—¡¿Pero por qué la traes a casa?! —chilló- ¡Eso es una falta de respeto con tu familia!

 

— Habrás querido decir "a mi casa". Escúchame bien, Lucía, necesito que entiendas que esta es mi casa y aquí vendrá quien yo decida,  además de que, como te dije...— se acercó a Sofía y pasó su brazo sobre sus hombros— Sofía y yo tenemos una relación y lo lógico es que venga a casa,  en la cual todos podemos llevarnos bien.

 

No pudo seguir hablando porque Lucía chilló furiosa.

 

— ¿Llevarnos bien? ¡¡¡¿¿Con tu ramera??!!!— le gritó a su padre y fue justo cuando Sofía consideró que debía dejarlos solos y se fue a la habitación a vestirse. Miró a Gonzalo sin hablar y se fue. Era preferible que lo discutieran a solas.

 

Cuando salía escuchó a Gonzalo reprender a su hija.

 

— ¡Lucía, no voy a tolerar faltas de respeto hacia Sofía. Mi intención es que se conozcan y traten de congeniar, pero no permitiré que vuelvas a hablarle de esa manera. Espero que lo comprendas y te disculpes con ella por esa expresión tan soez y vulgar!— le reclamó con voz firme y calmada

 

— ¿Congeniar? ¿Cómo crees, papá? ¿No te das cuenta del ridículo que estás haciendo? ¡Estás loco si piensas que voy a disculparme! ¡Primero muerta! Jamás habías traído a casa a una mujer, y menos a una tan joven! ¡Esa tía puede ser tu hija! ¿No te das cuenta?— le gritó enfurecida— ¿Qué te pasa, papá? ¡Obsérvate! Ni en mil años habría podido imaginar que caerías tan bajo.

 

— Basta, Lucía,  no voy a permitir que me hables de esa manera. Te recuerdo que soy tu padre y te exijo un mínimo de respeto por eso y porque estás ofendiendo a otra persona. La relación que existe entre Sofía y yo no es de la incumbencia de nadie más. Como mi hija, y porque te amo, espero que me comprendas pero debes saber que no necesito tu aprobación,  preferiría sin duda que pudiéramos tener al menos respeto entre nosotros, porque todos forman parte de mi vida, pero el que tú no la aceptes, no tiene que afectar nuestra relación. Sofía es ahora parte de los que me importan, aún nos estamos conociendo, pero está en mi vida y espero que sea para quedarse.  Si a alguien no le parece, quisiera que tengan presente que es mi decisión y que esto sólo terminaría si Sofía o yo lo decidimos así. Por supuesto que si no hubiera conflictos sería mucho mejor, pero eso no va a influir para que renuncie a mi felicidad, si Sofía es quien me va a dar esa felicidad, ni tu opinión ni la de nadie más me va a importar.

 

— ¿Es decir que escoges a esa mujer por encima de tu familia?— reclamó airada

 

—No estoy escogiendo a nadie,  sólo estoy dejando claro lo que significa cada uno para mí.

 

Sofía volvió a la sala completamente vestida y se detuvo a cierta distancia, pero Gonzalo se acercó a ella y la tomó de la mano.

 

— Lucía, estoy enamorado de Sofía, y quisiera que si no les gusta la relación entre nosotros y no están dispuestos a tratar de vivir en armonía, cuando menos mantengan el respeto que siempre les inculcamos su madre y yo.  Esta siempre será tu casa y eres bienvenida cuando lo desees, pero deberás aceptar que Sofía estará aquí también, con todo el derecho que le da nuestra relación.  Quizás poco a poco, al conocerse, descubran que tienen cosas en común.

 

—¿ Como la edad, por ejemplo?— le espetó insolente Lucía deseando molestarlos a ambos, sin embargo, Gonzalo mantuvo la calma.

 




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