El Lugar más Secreto de mi Alma

Capítulo 7

— Debes darle tiempo para asumir esto, no es fácil para tus padres  y yo lo comprendo así,  de modo que vas a tener que ser paciente y comprensiva con tu familia porque no les estás diciendo que vas a Hawái—rozó sus labios en un ligero beso.

 

Fue en ese momento justamente cuando un nudillo tamborileó en el cristal del coche del lado de Sofía.

 

La chica sintió como le daba un vuelco el estómago al ver a su padre de pie justo a su lado.

 

— ¿Sofía, serías tan amable de bajar de ese coche en este preciso instante, por favor?— ordenó tajante Adolfo Montemayor—y dile al caballero que ya puede marcharse de mi casa.

 

Gonzalo y Sofía se miraron a los ojos y Gonzalo vio la aprensión en el rostro de la chica.

 

— Llegó la hora, amor,  hablaré con tu padre.

 

—No, Gonzalo, esto debo hacerlo yo.

 

— No voy a dejarte afrontar sola este momento.

 

— Ya estoy mayorcita, cariño, y como te dije antes, no me rompo fácilmente,  no le tengo miedo a mi padre,  sólo no quisiera tener que discutir con él por esto.

 

— Sofía...—habló nuevamente el juez— ¿Cuánto más debo esperar?

 

—Por favor, espera un momento, papá.

 

— Voy a presentarme con él— decidió Gonzalo y ante la protesta de Sofía agregó— Es lo mínimo que debo hacer,  no voy a salir huyendo como un cobarde— abrió la puerta del coche y salió, dio la vuelta y ayudó a Sofía a bajar. Luego giró sobre sí y fue a donde se encontraba Adolfo.

 

— Buenos días, señor Montemayor,  soy Gonzalo Márquez y...

 

— Sé quién es usted,  he comprado algunas cosas en su tienda— las mandíbulas de Adolfo parecían soldadas por la furia y hablaba lento y bajo — y me pregunto qué es lo que está sucediendo aquí,  pero esa discusión la voy a tener con mi hija. Usted, haga el favor de retirarse.

 

— Disculpe usted, señor Montemayor...-lo miró a los ojos con la calma que lo caracterizaba, pero también con mucha decisión y sin dejarse amilanar por la personalidad dominante del otro — pero creo que nos compete a ambos y le agradecería que me permita hablar con usted.

 

—Soy "Juez Montemayor" para usted, señor... y por ahora sólo me interesa hablar con mi hija.

 

— Gonzalo, vete tranquilo, cariño,  voy a explicarle todo a mi padre. Luego te llamo.

 

— ¿Estás segura? Puedo esperar... — ofreció.

 

— No hace falta, todo estará bien— lo tranquilizó Sofía.— Vamos adentro, papá...—miró a Gonzalo y le sonrió. Tomó a su padre del brazo, y caminaron hacia la puerta. Gonzalo subió de nuevo a su coche y se marchó preocupado.

 

Al entrar a la casa, Adolfo se soltó del brazo de su hija y le habló molesto:

 

—¿Qué significa lo que vi, Sofía?— inquirió en voz alta — ¡Esto es un exabrupto!

 

— ¿Qué crees que significa, papá?

 

— ¡No seas irrespetuosa! —le gritó. Al sonido de su voz, acudió el resto de la familia alarmados.

 

— ¿Qué ocurre Adolfo?— preguntó su mujer intranquila al observar la escena.

 

—¿Por qué mejor no le preguntas a tu hija para ver si logras entender su proceder?  Porque yo aún no comprendo lo que vi.

 

— ¿Sofía, por favor, que ocurrió? — le inquirió Alejandra a su hija, mientras sus hermanos miraban la escena sin entender nada.

 

— Que Gonzalo vino a traerme esta mañana a casa y papá hizo un escándalo— explicó manteniendo la calma.

 

— Pero no le has dicho quién es ese hombre ni por qué te trae a esta hora de la mañana ni de dónde vienes— replicó enfurecido Adolfo.

 

— Verás mamá,  Gonzalo es con quien estoy saliendo, vino a traerme porque le dejé mi coche a Ana María y venimos de su casa—terminó en voz baja, comprendiendo cómo se escuchó lo último que dijo.

 

— ¿Quieres decir que pasaste la noche con ese hombre? —volvió a interrogar Alejandra.

 

— Sí, pero no es como piensas...

 

— ¿Vas a decirme que no dormiste con él?

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.