El Lugar más Secreto de mi Alma

Capítulo 12

Sofía miró el anillo que le ofrecía Gonzalo y las palabras no salían de su boca. Sentía un nudo en su garganta que no le permitía hablar. Un torbellino de emociones se agolpaba en su pecho, y no le dejaban respirar.

 

— Sofía... ¿vas a darme una respuesta? — preguntó angustiado ante la actitud de la joven, hasta que finalmente Sofía logró articular palabras.

 

— Gonzalo... no me esperaba esto. Es tan repentino. — decía ofuscada.

 

— ¿Y cuál es tu respuesta, Sofía?

 

Sofía levantó sus grandes ojos con una mirada desesperada y miró a Gonzalo.

 

— Cariño, te amo, no tengo duda de eso, pero...

 

— Pero, no quieres casarte conmigo... ¿Sofía, por qué te cuesta tanto aceptar? Si estás segura de lo que sientes y hemos luchado para estar juntos.

 

— Y podemos estar juntos, pero no hace falta que estemos casados para eso... no quiero presiones en mi vida.

 

— Pero yo necesito que te comprometas en esta relación.

 

— No hace falta estar casados para estar comprometidos. Yo te amo, Gonzalo, pero no quiero sentirme atada. Podemos ser felices así hasta que sienta que hace falta algo más. ¿Por qué no podemos tomarlo con calma? No quiero dar ese paso aún. Tenemos tiempo, mi vida, dejemos que las cosas sigan su cauce. Poco a poco.

 

— Sofía...— Gonzalo tomó la mano de ella entre las suyas y puso la joya en su palma, y con voz grave le habló mirándola a los ojos — Sé que para ti este anillo significa una atadura. Lo ves como una imposición, pero para mí no es así. Este anillo representa mi amor incondicional, mi compromiso hacia ti, mi deseo de entregar todo en esta relación. El día que te conocí comencé a vivir realmente, porque hasta ese momento nunca me había enamorado de verdad. Tú llegaste y entraste en mí. Llegaste a partes de mi corazón que nunca habían sido tocadas por nadie, y este anillo pone en tus manos la llave de ese lugar. Te adentraste en el lugar más secreto de mi alma y me gustó lo que sentí al tenerte allí, porque me sentí renovado, me sentí feliz como nunca lo había sido. No es mi intención presionarte. sólo quiero que tengas presente que te amo de una forma totalmente nueva para mí.  Por favor, consérvalo contigo, y si en algún momento, sientes que estás lista para aceptar lo que te ofrezco, póntelo. No tienes que decirme nada. Te doy mi palabra de que no volveré a preguntarte,  hasta que tú quieras. Igualmente, yo me sentiré comprometido contigo y si esto va a funcionar, quizás algún día aceptes ser mi esposa — dijo con la voz ronca y mirada triste— te voy a seguir amando igual  y más cada día.

 

— Gonzalo, no quiero verte así...— gimió en voz muy baja— Podremos ser felices, te prometo que no va a hacer falta que estemos casados, sólo nos necesitamos el uno al otro. No hace falta nada más..Yo estoy comprometida en nuestra relación, jamás dudes eso. Hemos enfrentado a nuestros gigantes por esto que tenemos y mira lo bien que nos ha ido, pero me gusta así. Me gusta saber que estamos juntos porque lo deseamos, no porque hay un papel que nos obliga.

 

— Te amo, Sofía. Si eso es lo que estás dispuesta a dar, será lo que tendré, porque no puedo hacerme a la idea de no tenerte aunque sea de esa forma — la miró a los ojos con pasión silenciosa— Sólo no me culpes por desear tenerte de forma absoluta.

 

— Me tienes, amor,  me tienes. No dudes de lo mucho que te amo.

 

Tomó el anillo en su estuche, lo miró y lo guardó en la pequeña cartera que llevaba colgada de su brazo.

 

— Siempre lo tendré conmigo,  que no lo lleve puesto, no hará que te ame menos, Gonzalo. Te has convertido en una razón para mi vida,  me has llenado de tanta felicidad que sólo pensar en que algo cambie me aterra. Seremos felices, ya lo verás— No necesitamos estar casados para serlo.

 

— Yo soy feliz sólo con verte, preciosa.— una sonrisa triste se asomó a los labios de Gonzalo— Eres lo más hermoso que ha ocurrido en mi vida.

 

— Volvamos a la fiesta, cariño.— lo tomó del brazo— Van a pensar que huimos.

 

Regresaron caminando despacio. Cada uno llevaba pensamientos diferentes en sus cabezas, pero ambos tenían sonrisas tensas en sus rostros.

 

La noche transcurrió y poco a poco, tanto Sofía como Gonzalo, se sintieron mejor y pudieron disfrutar de la fiesta.

 

Sofía se apartó por un momento y miró a su alrededor, viendo a Gonzalo que bailaba con Alejandra. Por su mente sólo pasó un pensamiento: "eso es todo lo que hace falta, que nos amemos". Pero algo dentro de sí le inquietaba.

 

Los días pasaban con normalidad. Sofía dividía su tiempo entre su trabajo y Gonzalo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.