El Lugar más Secreto de mi Alma

Capítulo 14

Aún le costaba creer que había perdido a Gonzalo, pero la vida debía continuar. Muchas veces se sintió tentada a buscarlo, pero aún no podía aceptar las condiciones que le exigía, de modo que contenía la tentación y los deseos de verlo y seguía adelante.

 

Pese a las protestas de sus padres, tomó la decisión de mudarse sola. Alquiló un pequeño piso no lejos del hospital, que era lo que podía permitirse con su sueldo, porque había comenzado su máster en Neurología y los gastos eran mayores, y aunque sus padres habían ofrecido pagar por algo mejor al darse cuenta de que su mudanza era inminente, ella se negó a aceptarlo. Su independencia comenzaba allí.

 

Era un lugar muy agradable, con una vista no muy ancha pero hermosa, hacia un gran parque. Sólo constaba de una habitación con baño y un espacio que juntaba salón, comedor y cocina, pero para ella eso era más que suficiente. Le gustaba llegar allí cuando venía cansada del trabajo, y encerrarse en su escondite del mundo, como lo llamaba Ana María. Era grato prepararse un té y sentarse en el saliente de la ventana que cubría el salón a mirar la gente caminar por el parque, los enamorados tomados de la mano, los niños corriendo como ardillas, los ancianos paseando sus años, arrastrando los pies.

 

Noche tras noche, extrañaba a Gonzalo, pensaba con quien estaría, lo que haría en ese momento, si habría vuelto a su relación con Diana o si conocería a alguien más.

 

Las semanas transcurrían y Sofía iba creando una rutina en su vida. El hospital abarcaba todo su tiempo y al comenzar su máster, la chica agradeció el interminable trabajo porque le permitía distraer su mente de Gonzalo. Fue trasladada al departamento de Neurocirugía, bajo la supervisión y tutoría de Ángelo, como director de la sección.

 

Trabajando más tiempo juntos, comenzaron a verse con frecuencia, y ambos se dieron cuenta de que se divertían y que se llevaban muy bien. Ángelo tenía un fantástico sentido del humor y era un profesional admirable. Sofía se sentía a gusto trabajando con él, de forma que cuando el hombre la invitó a cenar, aceptó tratando de pasar un buen rato para ayudarse a dejar de pensar en Gonzalo.

 

Fue así como empezaron a frecuentarse fuera del hospital, y aunque Sofía seguía amando a Gonzalo, se permitió emprender una relación con Ángelo, quien a pesar de disfrutar el estar con ella, le dejaba el espacio suficiente para sentirse libre, y afortunadamente, no la presionaba con compromisos ni obligaciones.

 

Disfrutaban la mutua compañía, y poco a poco, la relación se hizo más íntima.

 

A Sofía le gustaba cómo se manejaba con Ángelo. Él la visitaba en su piso y algunas noches se quedaba,  otras veces ella iba a casa de él. Era una relación agradable y fácil de llevar, aunque en su interior, Sofía sabía que Gonzalo aún estaba en sus pensamientos y en su corazón, incluso Ángelo le había comentado en algunas ocasiones que la sentía distante.

 

— Entonces, amiga ¿tú también me extrañas?— lloriqueó en broma Ana María esa tarde en el hospital cuando caminaban por el pasillo.— No entiendo cómo se te ocurrió tomar otra especialidad si veníamos juntas desde hace tanto tiempo, mira que todavía estás a tiempo de cambiarte conmigo a cardiología. ¡Venga, vamos a arreglar corazoncitos! — le hacía pucheros a Sofía.

 

— Jamás, los corazones no son mi fuerte.

 

— Es que ya casi no pasamos tiempo juntas. Desde que te mudaste sola y andas con Ángelo, me tienes abandonada,  extraño nuestras noches de cotilleo.

 

— Es cierto, soy una mala amiga. Voy a sacar tiempo para que nos veamos más.

 

— ¿Y cómo van tus cosas? . Cuando se terminó lo de Gonzalo, estabas muy mal ¿Ha logrado el guaperas de Ángelo sacarlo de tu corazón?

 

— Voy poco a poco, fue algo intenso pero si no se pudo, tengo que seguir adelante.

 

— ¿Y qué sientes por Ángelo? ¿Te enamoraste de él suficientemente como para dejar de sufrir la resaca de Gonzalo?

 

— Ya lo veremos.  Ángelo es divertido, es amable, es muy guapo.

 

— "Pero no es Gonzalo...", supongo que así es como quieres terminar esa frase.

 

— Aunque sienta algo así, ya Gonzalo no está en mi vida, es Ángelo quien está ahora y voy a tratar de que funcione.

 

— Pero no te veo feliz como te veías antes.

 

— Lo lograré eventualmente, por ahora me gusta lo que tengo con Ángelo, aunque no sea algo tan intenso como lo que viví con Gonzalo. Hasta mi familia lo trata bien,  creo que es lo más lógico...

 

— ¿Y se supone que debería ser lógico o intenso?




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