El maestro

El primer día

El maestro

 

Llegué al lugar donde aquel hombre impartiría su curso. No era en sí el único curso para escritores que había en el lugar, pero sí el que se enfocaba de lleno en el terreno del terror y era ese género literario el que más llamaba mi atención. Hablé con la persona encargada del lugar para inscribirme al curso. Luego de llenar un papel con mis datos y pagar el costo, se me indicó que el mismo comenzaría en dos meses. Ese tiempo bien podría aprovecharlo para pulir mi técnica. Al salir del lugar me dirigí a una librería que estaba cerca de ahí. Tenían una en las mismas instalaciones, pero aquella que yo había visto de camino tenía ciertos tomos que habían llamado mi atención.Libros lo bastante gruesos para que me duraran el tiempo suficiente antes de comenzar el curso de escritores. Compré, además de los libros que me habían atraído, unas plumas y cuadernos para escribirlo que sea que tuviera que escribir. Quería empezar dicho curso con la mayor calidad posible. Mi idea era ser el mejor.

 

Pasé el tiempo leyendo aquellos tomos extraños en donde se hablaba de mundos caóticos y criaturas aberrantes habitándolos. Planetas que no figuraban en nuestro sistema solar, pero se contaba que algunas personas"privilegiadas" habían sido capaces de visitar dichos lugares.Aunque por como se describían aquellos mundos y los seres que ahí vivían, nadie hubiese conservado la cordura luego de ver todo eso.Pero tales lecturas fueron para una persona con mi sentido común una gran fuente de entretenimiento y en cierta manera de sabiduría. Yo no creía en cuentos de hadas, pero me divertía mucho leerlos.

 

Fue entonces cuando por fin llegó el día en que daría inicio el curso de escritores. Yo había terminado de leer los tomos que había adquirido y creado alguno que otro relato.

Tomé entonces el lugar más cercano al escritorio de quien sería el maestro. Era un pupitre a escaso un metro de distancia del mencionado escritorio. Quería aprender mucho desde el primer día de clases. De a poco fueron llegando los demás alumnos. No tuvimos en sí que esperar mucho la llegada del profesor. Lo vimos entrar. Era joven. No le calculé ni treinta años. Pero aquel joven profesor no podía caminar; se desplazaba por medio de una silla de ruedas. Vimos sus piernas o lo que poco que había de estas, pues estaban apenas a la altura de sus rodillas. Nadie de los alumnos dijo nada a pesar de su gran asombro.Nadie, sólo yo. Yo sí hablé. Y varios ahí me lanzaron miradas de reproche por preguntar al maestro algo tan indiscreto; pero pudo más mi curiosidad que mi buena educación.

 

Profesor, ¿por qué sólo tiene la mitad de sus piernas? ¿Tuvo algún accidente, sufrió alguna especie de enfermedad o nació así?

 

Contrario a lo que los demás alumnos esperarían que fuese la reacción del maestro, este me sonrió. Parece que mi pregunta en cierta forma había sido de su agrado.

 

Jóvenes alumnos, esto, el haber perdido mis piernas fue lo que me inspiró a investigar acerca de lo paranormal. Y fueron mis investigaciones las que me llevaron a escribir libros, para después dar clases. Así que, jóvenes alumnos, desde mi silla de ruedas les contaré mi historia. Esta será la introducción a la clase de escritores de relatos oscuros.

 

Sacó del cajón de su escritorio una pequeña caja, la cual abrió. Yo había leído aquellos libros donde se decía que magos habían sido capaces de ver lugares extraños, así que pensé que nuestro maestro sin piernas había sido capaz de traer a este mundo un ser venido de otro lugar y encerrarlo en aquella caja que nos mostraba. Igual pensé que nos diría que aquel ser dentro de la caja era quien le había dejado sin piernas. Vaya idea estúpida. Como es lógico, el maestro no sacó ningún pequeño ser de aquella caja sino un libro. Era un tomo en pasta dura, negro y con un extraño grabado en la portada. Era por demás imaginar que dicho libro sería usado para contarnos su historia. Para hablarnos del porqué de sus piernas mutiladas. Lo abrió y comenzó a buscar una página en específico. Al encontrarla comenzó a leerla.

Fueron un montón de palabras sin sentido. Al parecer, ese libro había sido escrito en un idioma extraño. Nos pidió entonces, luego de recitar aquellas palabras incomprensibles, que volteáramos hacia nuestras espaldas.Al hacerlo vimos una puerta dimensional. El maestro había abierto aquella puerta con aquel libro; era un verdadero grimorio y no como aquellos que yo había leído. Entonces el hombre sin piernas señaló algo que iba saliendo de la puerta dimensional y dijo:

 

Fue esa cosa. Fue esa criatura la que me arrancó las piernas.

 

Y "esa cosa" que había dejado sin piernas al maestro del curso de escritores atravesó la puerta dimensional y se dirigió hacia nosotros.

 

 

Fin



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En el texto hay: un maestro

Editado: 21.02.2019

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