El maldito hilo rojo

-CAP #03-

Capítulo #3

 

 

 

Balin

 

Cuando sale el sol me levanto mecánicamente como si tuviera un chip en el cerebro. Me alisto para salir a trotar un rato y cuando llego me ducho con agua congelada. Camino hasta mi habitación para arreglarme, peleo con mis muslos tratando de deslizar el material negro y sedoso. Poso mi cuerpo en el espejo enterizo que cuelga en la habitación  y resbalo mis manos por el material terso con una sonrisa en la cara.

Es perfecto, su escote recto hace mis senos resaltar sin parecer ostentoso. Las mangas recorren mis brazos hasta los codos y el largo del vestido para en mis rodillas pegándose en mis curvas. El corte en uno de los lados hace a mi pierna izquierda resaltar y aprovecho para colocarme unas zapatillas rojas que me ha mandando Sol por mi cumpleaños número veintiuno.

Me siento en la silla frente al espejo para maquillarme como tanto me gusta. Coloco base, contorno, polvo compacto, iluminador, rubor, mascara, delineador y mi labial rojo favorito. Suelto mi cabello para dejar los rizos bailar en mi espalda cubriendo casi toda esa área. Decido peinarlo en un moño suelto dejando algunos cabellos al aire dándole forma con mis dedos cuando se esponjan por el toque rudo anterior. Me echo un aerosol fijador haciendo que el cabello castaño con destellos claros se quede en su mismo lugar.

Salgo de la habitación para encontrarme con Meer. Antes de poder llegar a su oficina, Soares tira de mi brazo atrapándome entre él y la pared.

 

— ¿A dónde vas?— Cuestiona paseando su vista por mi escote tragando en seco.

— A una reunión con los regentes.

— ¿Así?— Alza una ceja confundido.

— ¿Así cómo?— Pregunto dándole una oportunidad de no cagarla.

— Nada... Estás hermosa.— Besa mi mejilla con una sonrisa.


La campana suena frente a nosotros y me separo despidiéndome para no terminar estancada con los soldados caminando hacia la ducha común. Sigo mi camino hasta la oficina de Meer viendo como me está esperando fuera, toma mi mano dirigiéndome a las afueras y veo la nave esperando para ser abordada.

El viaje se nota fácil y sin ningunas turbulencias. Recuerdo mis meses viviendo en Brasil y me extraña como nunca vi a la tal Doxon ni una sola vez. Meer me había dicho que ella tenía un ojo sobre mí pero eso no parecía ser cierto.

Dejo mis conspiraciones a un lado y me preparo para bajar de la nave junto a Meer. La limusina eléctrica nos lleva hasta un gran edificio que es cubierto por las nubes espesas. Subimos por el ascensor llegando más arriba de las nubes. Entramos a la sala de reunión saludando respetuosamente a todos aquellos regente y alféreces que ya hayan llegado.

Meer y yo tomamos asiento cerca de la gran pared de cristal que deja ver el atardecer sobre las nubes. Esperamos media hora más viendo llegar a los demás integrantes a excepción del gran aclamado Ulysse Buisson que aún no ha dado la cara.

 

— ¿¡Ya ven!?— Grita Aubree Doxon alzando sus manos al aire.— Ni si quiera se digna a venir a la reunión.

— No nos exaltemos...— Pide Achebe, el regente de Africa.

— Llevemos la fiesta en p...— Habla su alférez pero es interrumpido por la puerta siendo abierta.

¡Bonsoir, mes amis!— Saluda el que imagino es Ulysse.

*¡Buenas tardes, amigos míos!*

 

El cabello rojizo cae sobre los costados de su frente hasta llegar a sus ojos sin cubrirlos. La comisura de su labio sube por un lado lentamente y boqueo como pez viendo los ojos nuevos en mi radar. Jamás había visto algo igual y he visto a muchas personas por mi trabajo. El verde, marrón, azul y gris  simulaban tener una batalla para dominar sus ojos y ninguno parecía ganar.

El ser humano solía tener este tipo de anomalías en estos años pero ver una era extraño y fascinante al mismo tiempo.

 

— Perdonen por hacerlos perder su tiempo. — Espeta con un acento marcado.— Aquí la loca esta solo está haciendo un berrinche porque me follé a su hermana pero ya no importa.— Deja de lado su acento forzado hablando el inglés fluidamente.

— ¡Maldito cabrón!— Grita la mujer parándose de su asiento.

— ¿Pueden creer que está celosa de la mojigata de su hermana?— Ríe estruendosamente y su risa me paraliza haciéndome recordar.

«Es él.»

Su cuello se estira hacia atrás dejándome ver el tatuaje que llevo perfectamente guardado en mi memoria. La mariposa sigue en su cuello y mi corazón palpita rompiéndome la cabeza. Veo a Meer de reojo observando como lucha para no dejar salir la sonrisa que quiere enseñar.

 

— Regente, por favor.— Amenaza Campbell, el regente de Antártica.

— ¿Por favor, qué? Respeto tu opinión pero no es muy relevante que digamos. Mejor sigue con tus pingüinos y deja a los verdaderos regentes trabajar.— Espeta con una sonrisa de pura burla.

Oigo la risa de Meer traspasar sus labios apretados y me alegro de que solo me haya percatado yo, ya que parece querer llorar de la risa. Mueve su mano para tapar su cara como si estuviera anonadado pero simplemente se está ocultando para reírse.

 

— ¡Eres un irrespetuoso de mierda!— Vocifera caminando hacia él pero su alférez la detiene.

— Hágale caso a María. Quédese quieta mejor.— Dice un nombre latino al azar viendo la estructura ósea de la chica ecuatoriana.

— ¡Me llamo Sofía!— Asegura y él rueda los ojos.

— ¡Ya es suficiente!— Espeta Achebe pegándole a la mesa.— Por favor, siéntate y hablemos como personas normales.

Bien sûr. — Hace una reverencia para mofarlo.

*Por supuesto*

 

Entra con la chica pelinegra a sus espaldas caminando con la cabeza baja y colocando sus lentes en su posición con nerviosismo. La chica me mira para sentarse al lado de su jefe que no se ha dignado a si quiera saludar. Asiento para que se siente y ella agradece en voz baja volviendo sus esferas azules a sus papeles.



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En el texto hay: militares, romantica, amor pasion

Editado: 14.06.2022

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