Capítulo #17
Ulysse
Camino apresurado para poder llegar a mi oficina lo antes posible. Me dejo caer en el asiento y la rabia me consume haciendo que estrelle todo lo que se encuentra en la mesa. «Está mintiendo la muy descarada y parece estar muy bien con esos hijos de puta.»
Todo lo que sufrí, nada vale porque a ella no le importa. No le importa porque ahora tiene una nueva vida en la que ha cambiado de bando sin saber lo peligroso que es. Sin saber que por mis venas corren las ganas de venganza y no pienso desistir hasta verla caer.
Cuando la vi en el casino, algo me decía que ella podría volver a ser la misma, a ser mía de nuevo… pero estaba muy equivocado. ella no es más que otra persona llena de trampas y mentiras por doquier. Me molesta que sea tan mentirosa como para decir que no se acuerda de mí, en ese momento tuve unas ganas de asesinarla increíble pero eso no es lo que merece. Merece que le tumbe el jueguito que tiene y que la haga rogarme que la saque de la cárcel.
Pensar en ella tirada en una mugrienta cárcel me revuelve el estómago y por más que la odie, su recuerdo de los momentos felices sigue vivo, latiendo en mi corazón con fuerza y cólera.
— Regente, ¿Ha encontrado algo?
— Sí, ya es oficial.— Digo mirando a Defne seriamente.— Balin Meer es fugitiva y se ha convertido en Eira Therkildsen para tomar la herencia de estos.
Decirlo me quema la lengua pero tengo que hacerlo. Es mi deber y obligación acabar con esta nueva faceta de ella aunque la vieja siga cavando en mi interior.
— No quiero que lo pongan en ningún medio ni que esto salga de nosotros tres. Coco ha ido conmigo porque ha insistido pero nadie más tiene porqué saber.
— Como diga, señor.
La veo marcharse y me obligo a concentrarme en mi trabajo mientras trazo planes para mi próxima batalla con la tal Eira. En lo que hago esto, un papel se cae del escritorio y me agacho para recogerlo. Es el plano de Doble C.
Lo ojeo un poco para ver que está intacto. Leo las coordenadas y lo guardo bajo llave sabiendo que si esto llega a manos equivocadas, podría desatar el fin del mundo.
Pongo a mi equipo a trabajar en la búsqueda de Eira Therkildsen sin decirles que esta misma era la regente de Oceanía. La rastreamos durante dos semanas y logramos dar con un punto en Italia en donde se menciona su nombre en una reunión. Un soldado se hace pasa por un camarero en el sitio pautado y descubre la fecha en la que se llevará a cabo esta reunión.
Me preparo para pasar desapercibido nuevamente y llevo a varios combatientes conmigo. Al llegar a Italia, colocamos cámaras y micrófonos por toda el área para que no se nos escape nada.
El día pautado llega y mis venas embullan de solo pensar en que la veré de nuevo. Me coloco todo de negro y el sombrero que tapa la mitad de mi cara. Entro con el nombre de un mafioso al que hemos encarcelado hace días atrás y digo que los combatientes son mis guardaespaldas.
Me siento en la mesa redonda y no hablo nada hasta que Balin llega con un vestido que no deja nada a la imaginación. El corset blanco y transparente dibuja sus pezones débilmente, acomodados en el medio de sus senos. Mi vista baja inevitablemente y su pequeña cintura es ahorcada por un cinturón negro de hebilla plateada. La tela de la falda es igual a la superior y agradezco a los cielos que por lo menos traiga bragas blancas debajo.
— Boungiorno.— Saluda esa voz aterciopelada.
Los demás la saludan con la baba rodándoseles por la comisura de sus asquerosas bocas. Aprieto los puños con la ira saliendo a borbotones de mi sistema y respiro hondo intentando calmarme.
— Hoy estamos aquí porque todos somos socios y quería celebrar esto con ustedes.— Alza su copa con una sonrisa despampanante que me dan ganas de borrar junto al labial rojo que solo me desespera.
— ¡Por Eira!— Brindan y alzo mi copa para seguir el juego.
— Por ustedes.— Los corrige alzando una ceja.
Los hombres comienzan a hablar trivialidades, explicándoles sus vidas. Se abren completamente a ella, conversan sobre sus familias y lo difícil que es llevar esta vida a la par de un hogar. Algunos hasta lloran y realmente no puedo creer que se suelten tanto con ella.
— Realmente podrás ser la heredera de tu familia, incluso puedes llegar a ser más poderosa que todos nosotros juntos.— Asegura un idiota con apellido Mancini.
Es el más poderoso de España e Italia, pertenece a varias organizaciones fantasmas en las que ya he clavado mi ojo pero ahora mismo solo tengo una presa en mente y esa misma está tentándome a clavarle el colmillo.
— Con socios como usted, estoy segura de que eso pasará.— Le sonríe haciéndome hervir de la ira.
— Sobre mi cadaver.— Murmuro.
— ¿Y usted, señor?— Me pregunta posando su mano encima de mi dorso.— Lo noto un poco distante.
Su toque enciende partículas en mi interior que lucho por apagar. Quito mi mano y las entrelazo para hablar con seguridad.
— Todo lo que diga será usado en su contra y aún debato la idea de que tiene derecho a un abogado.
Me quito el sombrero apuntando hacia ella. Mis hombres se colocan en posición y los hombres de los mafiosos se defienden. Todos nos levantamos de la mesa con armas apuntando a todos lados.
— Agradezco la atención que me está dando pero creo que ya es hora de que me deje en paz, fuegito.— Habla señalándome con su arma.
— No hagas de esto un desastre y entrégate.
— Pasen buenos días, señores.— Se despide.
Antes de poder hacer algo, ella se agacha debajo de la mesa disparándole a mis combatientes en las piernas. Soy más rápido subiéndome encima de la madera y trituro a todos los que aún están aquí ya que la mayoría ha salido corriendo. Me bajo de la mesa y arrastro el pie de la hija de puta apuntándole en la sien.