Capítulo #18
Dereck
Acaricio el pelo de Coco mientras llora en mis brazos después de haber visto a su amiga ser otra persona sin reconocerla. Beso su sien sintiéndome mal por su tristeza.
— Ya estuvo, tengo que ir a la práctica. — Se quita las lágrimas poniéndose de pie.
— Bebé...
— No, ya estoy bien. Nos vemos después.
Me besa en los labios y se va dejándome algo preocupado. Salgo de nuestro escondite y vuelvo a los laboratorios preguntándome cómo Balin cambió tan rápido. Es tan extraño que por más que le doy cabeza, no encuentro una explicación razonable.
Al final del día decido visitar a la prima de Balin, la cual ha hablado conmigo bastante porque piensa que yo podré ayudarla a buscar a Balin. Cuando llego a su casa, medito si debería de decirle que ya la encontramos pero sería devastador para ella saber que Balin ya no es la misma. Toco el timbre par de veces y al entrar ella me abraza fuertemente.
Detallo las ojeras en sus grandes ojos grises y me apena su estado. Miro de reojo a la cocina notando el desastre que hay allí. Oí que ha dejado la panadería de lado y ahora solo lo hace a veces vendiéndolo a personas que pasen por su casa a buscarlo.
— ¿Sabes algo?— Inquiere ansiosa.
Niego y sus hombros decaen. Me siento a su lado en el sofá y nos quedamos en el silencio habitual que siempre compartimos. Giro un poco mi rostro viendo como sus lágrimas salen de sus ojos a borbotones y la abrazo acariciando su espalda.
— Balin, ella... Por ella estoy viva, Dereck.— Solloza tomándome de la solapas de mi camisa.— Tenía solo seis años y se le tiro encima a un perro para que no me mordiera. — Se ríe entre lágrimas.— Le rogó a sus padres para que me llevaran con ellos porque yo era una niña de calle; sin familia, ni casa, ni comida. No tenía nada hasta que la conocí. No puedo olvidarla, es mi hermana y me lastima su desaparición.
— Volverá, se que lo hará.— Le aseguro tocando su cabello.
— ¿Puedes quedarte?
— Claro.
Me pongo de pie tendiéndole mi mano para llevarla a su habitación. Después de verla dormir, me dirijo a la sala y me acomodo en el sofá para dormir. En el proceso de acomodar los cojines, un cuadro se cae y me pongo de cuclillas para tomarlo entre mis manos.
Veo la figura de una mujer muy parecida a Balin y llego a la conclusión de que es su madre. Recuerdo el sueño que me había contado en donde la veía. Se supone que íbamos a ir a India para ver de qué Marsa era que hablaba su madre.
Me duermo con eso en mente y la mañana siguiente decido que iré aún así tenga que ir solo. Desayuno unos panqueques con Sol para después irme a la central empacando algunas prendas.
Le miento a Coco diciéndole que iré en búsqueda de una nueva especie de animal y emprendo mi viaje hacia India. Llego a Agar en cinco horas de vuelo y me dirijo hacia el gran Palacio Taj Mahal. Este mismo está vacío y algo destruido por la poca asistencia de las personas. Hace mucho era muy conocido y todavía lo es pero ahora ya nadie quiere venir porque hay muchas cosas nuevas que parecen más interesantes que un palacio viejo.
Miro todo detenidamente, hago acoplo de mis recuerdos y la voz de Buisson retumba en mi cabeza. Triángulo dorado. Me muevo hasta el centro de la sala y subo mi mirada para ver unas lámparas transparente colgar en forma diagonal. Voy rotando sobre mi propio eje y descubro cómo las lámparas cambian de color por la luz del sol y una de las paredes que es amarilla. La esquina del techo forma el triángulo y pienso en qué debo hacer ahora.
— Marsa.— Susurro pero nada pasa.— La clave para la vida es...
Escucho unos pasos y me asusto como los mil demonios. Oigo unos susurros y me escondo detrás de una columna.
— ¿A dónde diablos se fue?
— No lo sé pero estas cosas a mí me dan algo de... de grima.
— No seas llorón, Zuri.
¿Qué diablos hacen ellos aquí? Salgo de mi escondite mirando sus espaldas y grito para asustarlos. Federico se le sube encima a Zuri y ambos gritan de forma aguda. Me río al obtener la reacción deseada y ellos se quejan maldiciéndome.
— ¿Qué hacen aquí?
— Este...— Dice Zuri rascando su cabello rubio.
— Vimos unos boletos en tu mesa del laboratorio y vinimos para no dejarte solo.— Sonríe Federico algo nervioso.
— ¿En serio?— Cuestiono de mala gana.
— ¡Joder, pensábamos que te ibas de vacaciones no a hacer de explorador!— Se sincera Zuri.— Pensaba en cocos y playa.
— Coco no está.— Se ríe Fede y ruedo los ojos al oír a Zuri reírse con él.
— Estoy investigando algo y me gustaría que no estorbaran.
— Pero ya estamos aquí...
— Bien, ponte en esa esquina.— Señalo a Zuri y él asiente colocándose donde le dije.— Y tú en este.
Los pongo en cada esquina en la que se supone que el triángulo refleja. Miro a los lados y hacia arriba para confirma que sí estamos bien colocados.
— Ahora tienen que repetir conmigo. "La clave de la vida es amar, gritar, aguantar y reír"
— ¿Invocaremos a un demonio o...
— Cállate y dilo.
— "La clave de la vida es amar, gritar, aguantar y reír"— Decimos al unísono.
El silencio se vuelve eterno y resoplo al no resolver nada. Me cruzo de brazos enojado, busco con mis ojos alguna otra pista y bufo al no tener nada.
— ¿Podrías decirnos qué hacemos aquí?
— No molestes, Zuri.— Espeto analizando el área.
— Oh, okey.
— Tampoco es para que llores.— Se burla Federico.— Oye, no, no.
Zuri se le lanza arriba y comienzan a pelear como críos. Por mi parte, trato de concentrarme a lo que vine y me coloco en medio del triángulo alzando mi vista al cielo.
— Necesito ayuda Marsa. Mi amiga ha soñado con su madre y le dijo que estaba en peligro. Eso fue hace mucho y por no venir antes ahora no sé si está en peligro.