Balin
Después de ese extraño acontecimiento, tuve que devolverme hasta el hotel caminando esperando a los demás llegaran. Por un momento me preocupé al no ver a Pili entre ellos pero después de unos minutos, regresó con una cortada en la mejilla que dejó una cicatriz algo grande cuando terminé de hacerle los puntos.
— ¿Moro...— Pregunto dudosa de su parada.
— El gobierno lo tiene.
Asiento tragando en seco sabiendo que hemos fallado. Nos quedamos en el hotel planeando lo que haremos de ahora en adelante y los demás se nos unen queriendo escapar a Oceanía para quedarse con nosotros.
Emprendemos la huida en menos de veinticuatro horas y a pesar de estar muy ocupada escribiendo y buscando lugares para quedarnos, no puedo evitar que mi cabeza ronde por los recuerdos del desconocido con casco. Sus labios aún se sienten en los míos y peleo conmigo misma para alejar la fantasía de que ha sido el regente.
— ¿Estás bien?— Pregunta Stela sentándose a mi lado en la nave.
— Sí.— Sonrío cansada y ella frunce los labios sin creerme.
— Eres muy valiente.— Murmura chocando su hombro con el mío.— Nunca lo olvides.
La melancolía me absorbe al recordar como Coco solía decirme que era como un superhéroe y me pregunto qué será de ella ahora. Abrazo a Stela agradeciéndole por sus palabras de apoyo y suspiro queriendo tener un momento de paz.
— Hemos llegado.— Anuncia Pili descendiendo la nave.
Todos salimos con las maletas en mano, llegamos a una casa cerca de un río calmado y nos centramos en ella mirando a los tres mosqueteros. Grito de la felicidad al verlos y corro para abrazarlos mientras reímos como cuatro locos.
— ¡¿Qué hacen aquí?!— Pregunto agrandando los ojos.
— Nada es igual que antes, Balin. — Murmura Zuri algo triste.— Es cuestión de tiempo para que la dictadura de Buisson acabe con todo.
Frunzo el ceño escuchando lo que acaba de decir y trago en seco estando más segura de que no ha sido Ulysse mi salvador.
— Todos los regentes hacen lo que él pide sin discutir y todo porque ha amenazado a todos. No sé qué mierda le pasa pero ahora no es más que una abominación para la humanidad.— Termina Federico cruzándose de brazos.
— ¿Por qué está haciendo esto?— Cuestiono bajo para mí.
— No lo sabemos. Algunos dicen que...— Dice Coco carraspeando al final.— Dicen que está haciendo negocios con Zane.
El corazón se me cae hasta el estómago y mis labios tiemblan sin parar. Miro al suelo sin querer enseñar mis ojos rojos y aprieto los puños con ira. «¿Por qué? ¿Por qué lo ha hecho?»
Asiento haciéndome la desinteresada y camino hasta el balcón para ver a Sol y Dereck sentados en el jardín. Achico los ojos para verlos mejor y miro a los lados pendiente de que Coco no esté aquí. «¿Qué diablos hacen?»
Camino fuera de la casa dejando a todos dentro y doy pasos sigilosos hasta encontrarme con ambos charlando my de cerca. Sonrío cuando ambos me miran y Sol se para rápidamente con los ojos llorosos. El corazón me tiembla al ver su emoción y ambas nos envolvemos en un abrazo que grita "familia". La siento llorar en mi hombro y tengo que morderme los labios para ser fuerte. Beso sus cachetes regordetes y limpio las lágrimas de sus ojos.
— No sabes lo preocupada que estaba.— Solloza peinando su melena lisa.
— Ya está todo bien, no hay nada de qué preocuparse.
Dereck asiente con una sonrisa de boca cerrada y rasca su nuca nervioso. Miro hacia mis espaldas para ver a Coco parada en la puerta y vuelvo mi vista a Walker quien me saluda distante para volver a la casa. «¿Qué rayos acaba de pasar?»
— ¿Walker está con Coco aún?— Le pregunto a Sol quien alza ambas cejas abrazándose a si misma.
— Claro, ¿Por qué preguntas?
— No, nada.— Me encojo de hombros y la abrazo para volver a la cabaña.
Pasamos la tarde hablando de un sin fin de cosas que han pasado. Nos cuentan que Uriel está de lo más bien con su familia en Estados Unidos y tiene un trabajo estable que lo ayuda a tener una vida decente. Explican cómo no hay señales de Doxon y ese es el momento en el que les cuento que me ha amenazado y que está obsesionada con Ulysse.
— Después de aquel video en la torre Eiffel, no me sorprende que ella tenga una obsesión con Buisson.— Agrega Bertín negando decepcionado.
Me encojo de hombros sin querer hablar más del tema e introduzco otro tópico para poder charlar sobre cosas que no tengan que ver con el gobierno.
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Horneo las galletas después de haber hecho la receta junto con Pili y las dejo un rato en el fuego para que se cocinen. Nos movemos a la sala para estar con el grupo y me dejo caer en el sofá viendo las noticas.
Tenemos cinco meses en la misma cabaña y la paz inusual que hemos tenido en estos momentos es increíble y algo sospechosa. Nadie sabe de nuestra parada además de Tetsu que se encuentra muy ocupada haciendo negocios. A Uriel le hemos dicho que estamos en Oceanía pero no tiene idea en dónde exactamente.
Puedo decir abiertamente que me he encariñado bastante con las personas que han compartido estas cuatro paredes junto conmigo. La estadía ha sido más chistosa que otra cosa, siempre tomando en cuenta no faltarnos mucho al respeto. Aunque esto Stela no lo tiene muy en claro al malestar a Carlo con su "enamoramiento" hacia mí.
No he hecho nada al respecto porque sé que estar encerrado con el mismo grupo de personas puede causar sentimientos y emociones pasajeras que solo aparecen por la incertidumbre de no saber qué pasará en los próximos diez minutos. Aún así, ya le he dejado en claro que deberíamos de no involucrarnos ningunos para no causar problemática en el grupo.
— Mira esto.— Muestra Stela alzando su teléfono.