El maldito hilo rojo

-CAP #30-

 

                                           Capítulo #30


 

Ulysse


 

Mi cabeza palpita sin control causándome punzadas de dolor en toda la circunferencia de mi cráneo. Los recuerdos de la noche anterior me llenan la cabeza con la imagen de Balin sobre mí. Sus cálidos besos, nuestros alientos mezclándose, la manera en la que todo mi puto cuerpo se sacudió ante su cercanía… Sacudo esos pensamientos intentando relajarme y respiro hondo antes de abrir mis ojos ante la luz brillante que me los ciega.
 

— Regente Buisson.
 

«Me tienen que estar jodiedo.» Observo al hijo de puta sonreírme de par a par. Mis fosas nasales se ensanchan por la furia que llevo y a penas puedo tranquilizar mis temblores de la ira y la falta de la maldita droga a la que soy dependiente desde la desaparición de la de rizos caramelos.
 

— Vine para recordarte que el hielo también quema, cabrón.— patea mis costillas haciéndome toser sangre.
 

El viejo regente de Antártida se postra enfrente de mí con una sonrisa de suficiencia que me dan ganas de borrar de un guantazo. Escupo la sangre que sale a borbotones de mi boca y miro a mis alrededores en búsqueda de Balin y la hija de puta de la Dama, quien estoy seguro, está ayudando a este patán.
 

— No encontrarás a nadie aquí. De tu noviecita se encarga Zane.
 

«Joder, ¿Aquí nadie muere o qué mierda?» Pienso con irritación mientras las ganas de aplastarle la cabeza a ese mal nacido me abruma la mente. Si ha vuelto a lastimar a Balin juro que...
 

— ¿No preguntarás qué quiero?

— Lo haría si me importara.

— Te dejo salir si le dices al amigo tuyo que venga a darme los planos.

— ¿Qué planos?— me hago el idiota.
 

Jamás haría que Doble C entregara sus planos más importantes. Y mucho menos lo haría si ya tengo un plan en mente para salir de aquí. Debo decir que todo ha sido más fácil con solo tener a este idiota de "guardia".

 

— ¿Doxon sabe que estás vivo?— cambio de tema.

— Doxon... Doxon no sabe ni si quiera que Zane la está usando.
 

«Pobre idiota.» Estoy seguro de que a él también lo están usando. Asiento tragándome las ganas de gritarle lo imbécil que es y decido seguir haciéndole conversación hasta que se relaje.
 

— Debo admitir que realmente creí que estabas muerto, ¿Cómo lo hiciste?

— Fácil. Otro murió por mí usando los mismos lentes que tenía tu equipo ayer. De hecho fue la dama quien me ayudó porque dijo que había visto potencial en mí.

 

«Así que la dama es más lista de lo que había pensado.» Esa mujer realmente sí sabe donde se mete y fue mi culpa haber pensado lo contrario.

 

— Hicimos lo mismo con Zane para hacerte creer que estaba muerto y lo logramos.— ríe rascando su panza.
 

Respiro hondo calmando la ansiedad que comienza a bailar sobre mis venas. Antes de volverme loco, unos nudillos fuertes tocan la puerta de metal atrapando la atención de Campbell. El viejo se acerca a ella viendo por una rendija y se voltea para mirarme contento.
 

— Tu amigo es más fiel que un perro.
 

«No, joder, no.» Observo al calvo adentrarse en el lugar luciendo muy encabronado y no es para menos. Miro de soslayo las escrituras que tiene bajo su brazo queriendo enterrarlo en la tierra a base de puñetazos. Espero por su bien que no se los dé a este hijo de puta. Doble C revisa la estancia haciendo que Campbell se impaciente y la sangre se me comienza a congelar, claro indicio de que mis temblores volverán a surgir.
 

— Quiero advertirte que posiblemente pueda morir mucha gente si haces las cosas mal. De hecho, podrías acabar con la humanidad totalmente.
 

El idota traga en seco y asiente con una seguridad que se la saca del culo porque de valiente no tiene nada. Ni si quiera sé cómo rayos llegó a ser regente… Bueno, Antártida tampoco tiene mucho para ser cuidado.
 

— ¿Dónde están los otros?— cuestiono mirando como el soldadito de hielo se me acerca.

— Este es tu pago, los otros tendrán que pagar de otra manera.
 

El pensamiento de eso me causa náuseas que trato de mermar para no terminar tirándole mi vomito en la cara espantosa que tiene. El viejete se agacha para quitarme las sogas de los pies pero es interrumpido por la parada que le plantan en el cuello noqueándolo.
 

— Escuché que por aquí venden unas empanadas que...

— ¿Sabes dónde están los otros?

— Repite conmigo: — me quita las sogas y me toma del hombro para que me levante.— "¿Dónde está Balin, el amor de mi vida?" No es tan difícil.

— No sabes lo que dices.— resoplo empujándolo con la poca fuerza que me queda.

 

Toso inclinándome hacia delante cuando el dolor me hace arrodillarme. Aprieto los puños odiando este sentimiento de impotencia que me causa más rabia de la que puedo manejar. Odio la dependencia que he creado hacia esta droga, lo detesto como nada en el mundo. Me levanto nuevamente acallando la voz interior que me ruega tomar un descanso. Creo que nunca he tomado un descanso desde que entré en este mundo pero eso nunca ha sido un problema para mí hasta que fui lo suficientemente estúpido de involucrarme en la adquisición de la OV.

 

— Estudié el lugar antes de venir y según mis hombres los demás se encuentran en la sala de estar con un montón de sicarios que no podremos derribar solos.

— ¿Están todos allí?

— Tu casi esposa no. — me molesta sonriendo.— Ella está en el sótano con Zane.

 

Asiento sin que note lo furioso que eso me pone y me dedico a caminar hacia la puerta pero el calvo me toma del hombro obligándome a quedarme parado.
 

— Primero cómete esto.— me aplasta una bolsa en el pecho para que lo tome.

 

Agarro el paquete y lo abro observando unos bizcochos pequeños e individuales. Alzo la vista para mirar a Doble C quien se mantiene con una sonrisa de lado.



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En el texto hay: militares, romantica, amor pasion

Editado: 14.06.2022

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