El Manifiesto De Amanda

2 LA CONVENCIÓN DE AMANDA

La casa de Amanda era un hervidero de expectativas. Cada rincón parecía conspirar para recordarle su inminente quinceañera. En la sala, su tía Sofía, la artista de la familia, dibujaba con entusiasmo en una libreta, imaginando centros de mesa florales que, para Amanda, se parecían más a coronas fúnebres. “Imagínate, Amanda”, le decía con ojos soñadores, “podríamos tener un mural con tu rostro en el fondo del salón, como una obra de arte”. A Amanda le pareció una idea terrible; solo quería desaparecer en la fiesta, no ser la pieza central de un museo de cera.

Esa tarde, su prima Laura la visitó. Con su cabello perfectamente liso y una sonrisa impecable, Laura era el epítome de lo que todos esperaban que fuera Amanda: popular, serena y, sobre todo, femenina. "Mi mamá ya me pidió el vestido para la fiesta", dijo Laura con un brillo en los ojos. "Es un vestido largo, de seda. Serás la reina, Amanda". La palabra "reina" la hizo estremecer. La idea de una tiara y un cetro la hizo sentir como un objeto, como una muñeca que sería exhibida para el deleite de la familia. "No soy una reina, soy una guerrera", pensó.

Mientras la familia seguía con los preparativos de la fiesta que Amanda no quería, ella se reunió con su único aliado, su tío Mario. Después de contarle su encuentro con sus tías y su prima, le explicó su "anti-fiesta" y juntos, en la biblioteca de la casa, empezaron a idear un plan, un plan tan descabellado que solo a ellos se les pudo ocurrir.

“Entonces, ¿la fiesta de quince años se cancela?”, preguntó Mario con una sonrisa. “No”, respondió Amanda. “Se transforma. Dejará de ser una fiesta y se convertirá en una Convención de Amanda”.

El jardín de la casa, que en la mente de su madre era un lugar para un vals, se convertiría en un festival. El vals sería reemplazado por un concurso de cosplay, donde los invitados podrían disfrazarse de sus personajes favoritos de manga y anime. El aburrido banquete daría paso a puestos de comida japonesa, con rollos de sushi, ramen y mochi. Mario, con sus conocimientos de eventos, sacó una libreta y comenzó a dibujar. “Podríamos tener un escenario para el concurso, y el fondo, en lugar de un mural con tu foto, podría ser un Dojo con dragones voladores”. A Amanda se le iluminaron los ojos. No sería una princesa, sería una Guerrera Saiyajin.

El plan era audaz y arriesgado. Sabían que tendrían que enfrentarse a toda la familia, a sus expectativas y a la tradición. Pero por primera vez en mucho tiempo, Amanda sintió que su voz era escuchada y que su visión del mundo importaba. Por fin, tendría una fiesta que la representara a ella, y no a la fantasía de otros. El desafío era grande, pero con su tío Mario a su lado, la Convención de Amanda parecía más real cada minuto que pasaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.