El mar de los recuerdos perdidos

Capítulo 11. Competencia Indirecta

Cassius estaba sentado en su oficina, revisando algunos contratos cuando, de repente, un informe que pasaba por casualidad en un canal de noticias de moda captó su atención. Un hombre caminaba con elegancia, luciendo un traje de diseño exclusivo, uno que Cassius conocía muy bien. De hecho, él mismo había movido cielo y tierra para conseguirlo. Pero ese hombre... no era quien Cassius esperaba.

Frunció el ceño y se acercó a la pantalla. El presentador hablaba sobre la exclusividad del diseño, mencionando el nombre del diseñador y la conexión con una importante empresa. Cassius lo reconoció al instante. El traje que había conseguido para Anelix... lo estaba llevando esa persona.

Su mente se aceleró. ¿Qué está pasando aquí? pensó. Sin perder tiempo, pulsó el botón para llamar a su secretaria.

“¡Nancy!”, dijo con tono imperativo, “quiero que averigües todo lo que puedas sobre un tal...”, se detuvo un momento, pensando en lo que había oído en el reportaje, “... Antony Black. Quiero que me traigas todos los detalles posibles y actualizados de su empresa, su cargo, sus relaciones, todo”.

Nancy, acostumbrada a las demandas inesperadas de Cassius, respondió al instante: “Enseguida, señor. ¿Algo más que deba tener en cuenta?”

Cassius miró hacia la ventana de su oficina, donde el cielo de la tarde comenzaba a teñirse de un suave naranja: “Sí, quiero que sea rápido. Necesito esa información antes de que termine el día”.

Mientras Nancy salía de su despacho, Cassius no pudo evitar pensar en Anelix. ¿Qué tenía que ver Antony Black con ella? ¿Por qué llevaba el traje que él había conseguido? Y lo más inquietante... ¿por qué Anelix no le había mencionado nada?

El pensamiento lo irritaba. Recordó lo difícil que había sido contactar con el diseñador y todo el esfuerzo que había invertido para cumplir la petición de Anelix. ¿Para qué?, se preguntó, tratando de contener la creciente molestia.

Pasaron algunas horas hasta que Nancy volvió, entrando con un fajo de papeles que sostenía con ambas manos.

“Aquí tiene, señor. Toda la información sobre Antony Black”, dijo con una mirada profesional mientras dejaba los documentos sobre su escritorio.

Cassius tomó los papeles y comenzó a revisarlos con detenimiento. A medida que leía, su ceño se fue frunciendo más y más. Antony Black no solo era el vicepresidente de la misma empresa en la que trabajaba Anelix, sino que, por lo visto, tenía una influencia considerable en su entorno.

Cassius ya conocía a Antony debido a una pelea por un terreno, en donde él, quería construir un pequeño aeropuerto para mercancías, pero Antony se metió de por medio y ganó ese terreno, usándolo para construir un hotel. Era poderoso y rico, claramente no menos que él, pero subestimó sus habilidades en la negociación y termino perdiendo esa batalla. Claramente lo odiaba desde entonces.

Pero lo que más lo molestaba no era eso. No, lo que le irritaba profundamente era el hecho de que Anelix, desde que había comenzado a trabajar bajo las órdenes de este hombre, parecía estar dándole demasiada atención.

¿Cómo no me di cuenta que esa empresa pertenecía a los Black?, ¿Qué demonios está pasando aquí?

Mientras leía los informes con más detalle, supo que Antony Black no solo había hecho que Anelix le consiguiera el traje, sino que la había asignado a un importante proyecto en Hawái. ¿Desde cuándo ella tiene tanta importancia para él?, pensó, mientras una ola de celos comenzaba a arrastrarlo.

Arrugó uno de los papeles entre sus manos, apretándolo hasta convertirlo en una bola. Su mente estaba enloquecida por las posibilidades. ¿Estaba Anelix involucrándose demasiado con este hombre? La sola idea de que ella pudiera estar bajo la influencia de alguien como Antony lo llenaba de rabia.

De repente, lanzó el papel arrugado al suelo. Se levantó bruscamente de su silla, caminando hacia la ventana. Observaba la ciudad, su mirada fija en el horizonte mientras su mente trataba de calmarse. Tenía que hablar con Anelix, pero no quería parecer desesperado. No podía dejar que ella se diera cuenta de lo mucho que esto le molestaba.

Al mismo tiempo, su orgullo lo frenaba. No voy a dejar que Antony Black se lleve el mérito de lo que yo conseguí, pensó con determinación. No se trataba solo del traje. Había algo más, algo que lo ponía incómodo. Anelix era su amiga, pero últimamente... había notado que sus sentimientos se estaban volviendo mucho más complejos.

Nancy entró de nuevo, interrumpiendo su tren de pensamientos.

“¿Algo más que necesite, señor?”

Cassius la miró de reojo, todavía tenso.

“No, por ahora es todo, gracias”, respondió con voz baja y controlada.

Cuando Nancy salió de la oficina, Cassius volvió a mirar los papeles esparcidos sobre su escritorio. Antony Black era, sin duda, una amenaza. No solo en el sentido profesional, sino también personal. No podía permitir que Anelix cayera bajo su influencia, o peor, que ella empezara a verlo con otros ojos.

Con una resolución recién encontrada, Cassius decidió que hablaría con Anelix lo antes posible. No solo para aclarar lo del traje, sino también para asegurarse de que su amistad, y tal vez algo más, no se viera amenazada por la presencia de ese hombre.

Anelix, no sé qué está pasando entre tú y él, pero no pienso quedarme de brazos cruzados, pensó con firmeza mientras se sentaba de nuevo, contemplando cómo enfrentaría la situación que estaba por venir.

......

Un día, cuando Anelix llegó a su escritorio, encontró un enorme ramo de flores exóticas. Los colores vibrantes de los pétalos resaltaban entre el gris del ambiente corporativo. Abrió la pequeña tarjeta que lo acompañaba, y sus ojos se abrieron aún más al leer el mensaje:

_Para Anelix, como símbolo de mi gratitud por tu dedicación. Antony_

Anelix frunció el ceño, ¿Gratitud? ¿Por qué iba a agradecerme tanto? dejó el ramo en un rincón del escritorio, sin saber qué hacer con él. "¿Está malgastando el dinero en esto?", murmuró, un tanto molesta. Las flores eran bellísimas, pero lo que más la perturbaba era el hecho de que venían de Antony, y no lograba entender su intención.




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