Era una tarde tranquila cuando Anelix decidió llevar a su hija, Sofía, al restaurante que siempre le había gustado. Era un lugar especial para ambas, con sus pequeñas luces doradas colgando del techo y el suave aroma a comida recién hecha. Sofía siempre sonreía al entrar, emocionada por la idea de comer su postre favorito. Anelix, aunque sonreía, llevaba dentro de sí un torbellino de emociones. Los recuerdos de la última vez que estuvo allí comenzaban a nublar su mente, pero intentó no darle importancia.
Ambas se sentaron junto a la ventana, donde Sofía rápidamente comenzó a hablar sobre los pequeños detalles que la emocionaban. Anelix la escuchaba atentamente, tratando de concentrarse en la voz alegre de su hija. Sonrió mientras veía a Sofía disfrutar.
"Mamá, ¿escuchas esa canción?", dijo Sofía emocionada, señalando el piano que estaba en la esquina del restaurante, "es tan bonita....", sus ojos brillaban mientras trataba de seguir el ritmo con los dedos, imitando las teclas imaginarias, "algún día quiero aprender a tocar una canción así, ¿me enseñarías?", preguntó, mirándola con una sonrisa de esperanza.
Anelix sonrió, intentando sumergirse en la alegría de su hija: "Por supuesto, Sofi. Te enseñaré cuando quieras", respondió con dulzura, aunque en el fondo la sensación de incertidumbre y el peso de sus pensamientos seguían acechándola. Trató de enfocarse en Sofía, en su pequeña burbuja de felicidad, y dejó de lado momentáneamente sus preocupaciones.
Sofía seguía observando todo a su alrededor con curiosidad y energía—. *Mira, mamá, ¡ese hombre también está escuchando la música! Parece que está bailando", comentó señalando a un hombre al fondo del salón, y luego miró su plato lleno de entusiasmo, "¡Este es mi plato favorito!", dijo con una sonrisa que iluminó su rostro, "siempre me gusta venir a este lugar contigo".
Anelix sonrió aún más al verla disfrutar tanto, claramente Sofía se distraía con facilidad, era muy gracioso verla.
"Me alegra que te guste, mi amor", respondió, acariciando el cabello de Sofía, "me encanta pasar tiempo contigo aquí. Sabes que este también es mi restaurante favorito, ¿verdad?", dijo con suavidad, mientras trataba de contener las emociones que la sobrecogían.
Sofía asintió emocionada: "Sí, lo sé, por eso me gusta tanto venir contigo. ¡Es nuestro lugar especial!. Pero.....falta papá"
Anelix respiró hondo, intentando mantenerse presente en ese momento, pero su mente se deslizaba, atrapada en los recuerdos que comenzaban a asomar nuevamente y Sofía mencionó a su papá.......su papá...
El tiempo parecía detenerse, y por un breve momento, todo estaba bien. Pero entonces, en medio de la conversación, un destello de recuerdos invadió la mente de Anelix: la escena con Antony, sus palabras llenas de sinceridad y su propuesta de dejar las dudas atrás. Su corazón comenzó a latir descontroladamente, su respiración se aceleró, y una sensación de vértigo la envolvió.
"Mamá...?.."dijo Sofía, su voz temblando, "mamá, ¿estás bien?"
Anelix no pudo responder. Sus manos comenzaron a temblar y un sudor frío recorrió su frente. La presión de los recuerdos la estaba aplastando, y su mente colapsó en una confusión abrumadora. Intentó levantarse, pero sus piernas no respondían.
Sofía se levantó rápidamente de su silla, con los ojos llenos de miedo: "¡Mamá!," gritó, llamando la atención de las personas a su alrededor. Anelix se desplomó sobre la mesa, susurrando el nombre de Antony mientras luchaba por mantenerse consciente. El mundo a su alrededor se oscureció.
Con el corazón en la garganta, Sofía tomó el teléfono de su madre con manos temblorosas y, como cualquier niña que sabe a quién recurrir en un momento de desesperación, marcó el número de su padre.
"Papá...", sollozó entre lágrimas cuando Antony contestó al otro lado, "papá, algo le pasa a mamá. ¡Ven rápido, por favor! Tengo miedo", Sofía lloraba desconsoladamente.
La voz de Antony al otro lado del teléfono era urgente, tratando de calmar a su hija mientras su propia preocupación lo invadía: "Sofía, respira hondo, cielo. Dime dónde están, estoy yendo ahora mismo".
Sofía, entre sus sollozos, le dijo el restaurante en el que estaban mientras las personas alrededor de la mesa se acercaban a ayudar. Algunos llamaron a emergencias, otros intentaron consolar a la pequeña niña que lloraba desconsoladamente al lado de su madre.
Anelix, aunque apenas consciente, sintió el roce de la pequeña mano de su hija sobre la suya. Las lágrimas de Sofía caían sobre la mesa mientras miraba a su madre, esperando que todo se arreglara.
"No llores...", le susurró Anelix, aunque apenas podía hablar, pero su hija no dejaba de llorar, con el rostro bañado en lágrimas. Los murmullos de preocupación y el sonido de los pasos apresurados llenaron el restaurante. Pero lo único que Sofía quería era ver a su papá aparecer y salvarlas.
Anelix quedó inconsciente, pero su mente no dejaba de darle memorias del pasado.
......
Una tarde soleada en la oficina, Anelix se encontraba absorta en su trabajo, intentando ponerse al día con los pendientes que se le habían acumulado. Desde aquel beso inesperado, Antony no había dejado de buscar excusas para acercarse a ella, sus intenciones cada vez más claras y decididas. Aunque trataba de mantenerse enfocada, la presencia de su jefe la descontrolaba, alterando su concentración. Solo quiero trabajar, se repetía mentalmente, pero tenerlo tan cerca, con ese aire enigmático y seductor, hacía que todo fuera más complicado.
De repente, el teléfono en su escritorio sonó. Era Antony, pidiéndole que fuera a su oficina a solas. Anelix suspiró profundamente, sintiendo una mezcla de frustración y nerviosismo. No quiero ir, pensó, pero sabía que no tenía opción. Era su jefe después de todo, y aunque una parte de ella deseaba evitar el encuentro, otra no podía negar la intriga que despertaba en su interior.