El mar de los recuerdos perdidos

Capítulo 18. Proximidad y cacería

Cassius convenció a Anelix de darle las clases en su casa. Tenía el lugar perfecto en ella.

El salón de la casa de Cassius estaba tenuemente iluminado por la luz suave del atardecer. Anelix, vestida con una sencilla blusa y una falda fluida, estaba de pie frente a él, nerviosa pero decidida. Había aceptado la oferta de Cassius para enseñarle a bailar en su casa, pero no había imaginado lo incómodo que sería estar tan cerca de él, especialmente después de las advertencias de Antony.

"Vamos, Anelix. No es tan difícil", dijo Cassius, con una sonrisa divertida, "solo relájate y sigue mi ritmo."

Anelix frunció el ceño, nerviosa pero decidida: "Lo dices como si fuera tan fácil."

Cassius se acercó, ofreciéndole la mano: "Confía en mí. Si puedes con todas esas reuniones de trabajo y lidiar con tu familia, esto será pan comido."

Ella tomó su mano, sintiendo el calor de su piel y el latido de su corazón acelerándose. Los primeros compases de la música resonaron suavemente en el ambiente, y Cassius la guió lentamente, sus pasos firmes pero suaves.

"No soy buena en esto", dijo Anelix con una risa tímida

A Cassius le divertía: "Eso lo veremos. Si te caes, te levanto. Prometido.

La música continuó, y Anelix trataba de seguir el ritmo, pero sus pies parecían estar en desacuerdo con su mente. Después de unos minutos de intentarlo, tropezó con su propio pie y cayó directamente de espaldas al suelo, dejándola en una posición demasiado vergonzosa.

Cassius: "....."

Anelix se sonrojó: "no te atrevas a decir nada"

"Pffffttt, jajajajaja ¡Eres un desastre!", dijo Cassius riendo a carcajadas

Anelix, no podía con la vergüenza: "¡Te dije que no era buena!"

Cassius la ayudó a ponerse de pie, sin dejar de sonreír: "No te preocupes, todo es parte del proceso, jamás creí verte tan vulnerable. Además, me divierte verte luchar con el ritmo"

Anelix lo miró fingiendo molestia, pero su sonrisa la delataba: "Gracias por ser tan alentador"

Con cada intento fallido, las risas continuaban, pero poco a poco, Anelix empezó a mejorar. Cada paso era más firme, más coordinado. El calor del cuerpo de Cassius la envolvía mientras él la guiaba con seguridad, y el contacto de sus manos la hacía sentir extrañamente tranquila.

"Sabes, siempre me has parecido increíble. No me sorprende que estés aprendiendo tan rápido", dijo Cassius en voz baja.

Anelix, sin poder evitar sentirse conmovida por sus palabras, le dijo: "Tú también has sido un gran amigo. No sé qué haría sin ti".

Cassius la miró a los ojos, el ambiente entre ellos se tornó más íntimo. La música seguía llenando el espacio, y por un momento, ambos se quedaron quietos, simplemente observándose.

"No tienes que estar sola, Anelix. Siempre estaré aquí para ti", dijo Cassius suavemente

Anelix sintió un nudo en la garganta, sabiendo lo que Antony había dicho, pero también consciente de lo difícil que sería alejarse de Cassius. Sus sentimientos por él eran complicados; él siempre había estado ahí, siendo su apoyo, su amigo, su refugio. ¿Cómo podría alejarlo tan fácilmente?.

Los días pasaron, y con cada nueva lección de baile, Anelix mejoraba. Ya no se caía tanto, y los pasos empezaron a salirle de forma natural. Pero lo que más le preocupaba era la conexión que sentía con Cassius. Cada vez que él la tomaba de la mano o la miraba con esos ojos llenos de afecto, sentía que le sería imposible cumplir la petición de Antony de alejarse de él.

Anelix se guía pensativa mientras seguían bailando: ¿Qué voy a hacer...? Alejarme de ti... será muy difícil

Cassius, sin saber de los pensamientos de ella, la observó con ternura: "Lo estás haciendo bien, Anelix. Cada vez mejor"

Y aunque ella no lo sabía, esa frase no solo aplicaba al baile, sino a lo que él sentía cuando estaban juntos.

......

El ambiente en la oficina estaba tenso. Antony había estado en un estado inquieto durante días, notando pequeños cambios en Anelix, sus constantes salidas imprevistas y sus llamadas misteriosas. Pero esta mañana algo fue diferente: no la encontró en su despacho. Había llegado tarde y, aunque intentaba mantener la compostura, algo en su instinto le decía que algo no andaba bien.

Antony caminaba por la oficina, su mirada fría recorriendo cada rincón, y su voz resonaba como un eco contenido de furia mientras preguntaba a los empleados por el paradero de Anelix.

Puso su mirada fija en Alfred: "¿Sabes a dónde fue Anelix?"

Alfred intentó disimular su nerviosismo, mirando sus papeles como si buscara una excusa: "No... No estoy seguro, vicepresidente. Creo que tenía algo pendiente fuera de la oficina".

Antony, cruzando los brazos, frunció el ceño: "No es una respuesta adecuada. ¿Está escapándose de mí? ¿Qué saben de sus salidas recientes?"

Alfred y María, que estaban cerca, intercambiaron una mirada rápida, ambos conscientes de lo que estaba pasando. Se tensaron de inmediato. Sabían perfectamente que Anelix había estado saliendo a escondidas para encontrarse con Cassius. Pero enfrentarse a la ira de Antony no era algo que quisieran provocar.

Antony notando la incomodidad en el aire, les dijo con voz amenazante: "No los voy a preguntar de nuevo. Hablen, o me veré obligado a descubrirlo por mis propios medios, y eso será mucho peor para todos".

María, aterrada por el tono amenazante de Antony, bajó la cabeza y murmuró: "Se ha estado viendo con Cassius... a escondidas"

La revelación cayó como una bomba en el aire. Antony sintió un fuego interior estallar en su pecho, una mezcla de celos y traición que lo abrumaba. Sus puños se apretaron, y sin decir una palabra más, salió del lugar furioso, dispuesto a encontrar respuestas directamente de Anelix.

Mientras tanto, Anelix estaba en casa, tratando de relajarse después de un día complicado. Su teléfono sonó. Era Antony. La pantalla brillaba con su nombre, y su corazón dio un vuelco. Sabía que algo no estaba bien. Con una respiración temblorosa, decidió no contestar.




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