El mar de los recuerdos perdidos

Capítulo 19. Lo inevitable

El tiempo pasó como una lluvia en medio de la primavera, muy rápido. Pronto ya dos años habían pasado desde que Anelix entró a trabajar en la compañía de Antony y un feliz año llevaba siendo su pareja.

Antony había planeado una propuesta de matrimonio que reflejaba su profundo amor por Anelix. La velada se había organizado en un jardín privado, decorado con luces suaves y flores frescas que creaban una atmósfera mágica. El lugar estaba bañado en la luz dorada del atardecer, y el aire estaba impregnado con el aroma de las rosas.

Antony se había esforzado por hacer de esta noche algo inolvidable. Se arrodilló frente a Anelix, que estaba radiante en un elegante vestido de noche. Sus ojos brillaban con una mezcla de amor y nerviosismo.

"Anelix", comenzó Antony, con la voz temblorosa pero llena de sinceridad, "desde el primer momento en que te vi, supe que había encontrado a alguien especial. Tu amor me ha cambiado de maneras que nunca imaginé. Eres mi compañera, mi confidente, y la mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida".

Antony sacó un pequeño estuche de su bolsillo y lo abrió para revelar un anillo de compromiso deslumbrante, "¿Te casarías conmigo? Quiero que seas parte de mi vida para siempre".

Anelix, con lágrimas en los ojos, miró el anillo y luego a Antony. Su corazón latía con fuerza, y una ola de emociones la envolvió: "Antony, no puedo describir lo feliz que me haces. ¡Sí, acepto!"

Antony colocó el anillo en su dedo con un susurro de amor y la besó suavemente, sellando su promesa con un beso lleno de ternura y devoción. Los fuegos artificiales estallaron en el cielo, marcando el comienzo de un nuevo capítulo en sus vidas.

.....

La tensión era extenuante en la ciudad extranjera donde Frederick se encontraba, inmerso en un asunto delicado. Estaba concentrado en sus negocios cuando de repente, el sonido inconfundible de disparos rompió el bullicio cotidiano. Un hombre armado se dirigía hacia él con intenciones claras de matarlo.

Antes de que Frederick pudiera reaccionar, su guardaespaldas lo empujó bruscamente hacia atrás, sacando su arma y comenzando a disparar en la dirección del atacante.

Frederick, con los ojos entrecerrados y el instinto afilado, no era de los que se quedaban quietos. A pesar del caos, el griterío de la gente corriendo en todas direcciones y los sonidos ensordecedores de los disparos, sacó su propia arma con una calma que solo los años de experiencia le habían dado. Se movió estratégicamente hacia un ángulo más seguro, aprovechando la cobertura de un coche.

Con precisión fría, disparó, y una bala impactó en el brazo del atacante, provocando un grito de dolor y haciendo que el hombre dejara caer un llavero antes de salir huyendo. El guardaespaldas de Frederick no perdió tiempo en perseguirlo, pero en medio del caos de las calles y el bullicio, lo perdió de vista. Aun así, logró recuperar el llavero que el atacante había dejado caer.

El guardaespaldas, jadeando y mostrando el llavero, dijo: "Señor, lo perdí, pero encontré esto. Puede ser importante"

Frederick asintió, con la mente ya funcionando a toda máquina. Dijo con voz grave: "Haz que los muchachos investiguen esto a fondo. Quiero saber quién está detrás de este intento de mi vida"

Mientras la investigación se ponía en marcha, Frederick no podía ignorar una preocupación más personal que lo esperaba al regresar. Cuando finalmente regresó a casa, las noticias que lo recibieron lo tomaron completamente por sorpresa: su amada hija Anelix estaba comprometida... con Antony.

El nombre resonó en su cabeza como una campana de advertencia. Frederick había hecho todo lo posible para proteger a su hija, y Antony, un hombre con un pasado turbio y conexiones que Frederick consideraba peligrosas, no era el hombre adecuado para su preciada conejita.

Esa misma tarde, Frederick se reunió con Anelix. Había fuego en sus ojos, pero detrás de la furia, también había preocupación.

Frederick estaba tratando de mantener la calma: "Conejita... ¿Por qué tiene que ser ese hombre? Antony... no es alguien de quien me fie. Aún no lo he investigado bien, y créeme, hay cosas que no sabes. Piensa mejor lo que estás haciendo"

"No, papá. No puedo dejarlo. Yo... lo amo", dijo Anelix, firme, con el corazón en la mano

Frederick, elevó la voz, el enojo ardiendo en sus palabras: "¡Estás cegada! No puedo permitir esto, Anelix. No es el hombre adecuado para ti. No sabes de lo que es capaz"

Cuando Frederick decía el nombre de su hija, era porque realmente estaba enojado.

Anelix lo sabía, pero aún decidió desafiar a su padre con valentía: "Aunque no lo quieras, me casaré con él". Sus ojos se llenaron de determinación, y sin decir más, salió de la habitación, dejando a Frederick con una mezcla de furia y desesperación.

Frederick apretó los puños, decepcionado y dolido. No podía creer que su hija lo estuviera desafiando de esa manera, pero ¿qué podía hacer? ¿Cómo detener a alguien que estaba dispuesta a ir contra todo por amor?

Más tarde en la misma noche. Unos golpes en la puerta interrumpieron los pensamientos sombríos de Frederick. Uno de sus hombres de confianza entró, su rostro pálido y nervioso.

El hombre tenía su voz temblorosa: "Señor... tenemos los resultados de la investigación"

Frederick levantó la vista, su mirada impenetrable: "Habla"

El hombre tragó saliva: "Señor... no es bueno. El llavero que recogimos pertenece a un casillero de una empresa... que está relacionada..."

El hombre hizo una pausa, temeroso de continuar.

Frederick frunció el ceño: "¿De qué empresa?"

El hombre habló casi susurrando: "De la empresa que maneja el vicepresidente Black, señor"

El silencio que siguió fue pesado, casi sofocante. Frederick sintió un vacío abrirse en su pecho. ¿Antony? ¿Era posible que él estuviera detrás del atentado? Aunque la relación entre ambos nunca fue buena, ¿llegaría Antony al extremo de intentar matarlo? O quizás... solo fue una advertencia.




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