El mar de los recuerdos perdidos

Capítulo 32. Compañía seductora

“Rebeca...”, dijo Anelix suavemente. “Ahora que escucho todo esto, pienso que, quizás lo que necesitas no es solo seducirlo. Tal vez deberías hablar con él, ser sincera. A veces el amor nos hace sentir expuestos, pero también nos da la oportunidad de conocer a alguien más profundamente”.

Rebeca la miró, pensativa.

“Tal vez tengas razón...”, admitió, aunque con cierto recelo. “Pero no quiero parecer débil”.

Anelix soltó una pequeña risa.

“El amor no te hace débil, hermana. Solo te hace humana”.

Rebeca suspiró profundamente, y por primera vez en mucho tiempo, dejó que la vulnerabilidad se reflejara en su rostro. Su habitual fachada de dureza y perfección se desmoronaba lentamente, permitiendo que una parte de ella, casi olvidada, emergiera a la superficie.

“Está bien, lo pensaré”, dijo finalmente, su voz temblando levemente. Hacer una pausa no era algo a lo que estuviera acostumbrada. “Pero recuerda, ¡prometiste no intervenir!”

Anelix, que siempre había tenido una forma especial de hacer que los momentos difíciles parecieran ligeros, esbozó una sonrisa cómplice.

“Pues... lo intentaré”, respondió juguetona, sus ojos brillando con esa chispa de complicidad. “No puedo prometerlo hasta que me cuentes toda la historia”.

El ambiente entre ambas se suavizó. Justo en ese momento, el teléfono de Anelix comenzó a sonar. Su corazón dio un vuelco al ver el nombre de Antony en la pantalla. Sonrió, perdiéndose por completo en la emoción del momento, olvidándose, aunque solo por un instante, de Rebeca y de todo lo demás.

“¿Cómo estás?”, preguntó la profunda voz de Antony al otro lado de la línea, esa que siempre lograba desarmarla. “¿La estás pasando bien en casa de Rebeca?”

“Sí”, respondió Anelix con suavidad, su voz tiñéndose de una ternura involuntaria. “Ella me consiente lo suficiente”.

“Yo podría hacerlo mejor”, contestó Antony, su tono seductor haciéndola sonrojar al instante.

Anelix apretó el teléfono con fuerza, sintiendo su corazón latir más rápido.

“¿Por qué no regresas a nuestra... casa?”, continuó él, con un dejo de anhelo en su voz. “Harías muy feliz a Sofía... y a mí”.

Anelix cerró los ojos por un segundo, buscando las palabras adecuadas. Sabía que Antony estaba siendo sincero, pero la complejidad de la situación hacía que todo fuera mucho más difícil de lo que ambos querían admitir.

“Mi padre y mi hermana piensan que es muy pronto....”, respondió con cuidado. “Mis recuerdos siguen llegando lentamente, y creo que es mejor esperar un poco más2.

Hubo un breve silencio al otro lado de la línea. Aunque Antony no lo expresaba abiertamente, Anelix podía sentir su decepción. Sin embargo, él era un hombre paciente, aunque esa paciencia estuviera comenzando a desgastarse.

“Está bien”, dijo finalmente, su tono firme, pero con una pizca de resignación. “Lo que tú decidas, Anelix. Solo... recuerda que siempre estaré anhelando el día en que regreses por completo a mí”.

Anelix sintió una oleada de emociones mientras colgaba. Su corazón estaba lleno de una alegría inesperada, pero también de la melancolía de lo que aún no podía alcanzar. Guardó el teléfono lentamente, como si quisiera prolongar ese pequeño instante de felicidad. Mientras tanto, Rebeca la miraba en silencio, observando el brillo en sus ojos, quizás recordando un tiempo en que ella también había sentido algo similar.

“¿Estás bien?”, preguntó Rebeca suavemente, un toque de preocupación en su voz.

Anelix sonrió, casi de forma soñadora, su alegría aún palpable.

“Sí... estoy bien”, respondió, y por un momento, ambas compartieron ese silencio lleno de comprensión. Aunque sus caminos eran diferentes, en ese instante se unían por algo mucho más profundo: la complejidad del amor, el anhelo y las decisiones difíciles que ambas debían enfrentar.

......

Antony estaba inmerso en su trabajo cuando la puerta se abrió de golpe y Erick entró, con la precisión meticulosa de siempre.

“Señor, tiene una cita esta tarde. Ya debería salir”, anunció con su habitual tono respetuoso pero firme.

Antony frunció el ceño, recordando de repente la reunión que casi había olvidado. Su mente estaba siempre en cien cosas a la vez.

“Casi lo olvido. Está bien, vamos”, respondió, guardando los documentos y levantándose con calma.

Ambos salieron de la oficina y Erick lo condujo hasta un club exclusivo en la ciudad. El lugar emanaba lujo y discreción, exactamente el tipo de lugar donde Antony prefería manejar ciertos asuntos. Los guardias los saludaron con respeto al pasar y, en silencio, lo llevaron hasta una habitación privada con cortinas pesadas y una tenue iluminación que daba una sensación de intimidad.

El ambiente era tan elegante como relajado, pero Antony no se sentía completamente en su elemento. Su mente vagaba, pensando en los problemas más grandes que lo rodeaban. Sin embargo, pronto fue interrumpido por el sonido de tacones resonando en el piso de mármol.

Isabel, conocida por su impresionante belleza y su porte seductor, entró en la habitación con una sonrisa juguetona. Su vestido negro abrazaba sus curvas y sus tacones altos marcaban su entrada con elegancia y confianza. Ella siempre sabía cómo atraer las miradas sin esfuerzo.

“Hoy luces tan guapo como siempre, Antony”, dijo con voz aterciopelada, dejando que el elogio flotara en el aire mientras caminaba hacia él con una mezcla de gracia y sensualidad. Se sentó a su lado, sus dedos trazando un suave camino desde el hombro de Antony hasta su brazo.

Antony, siempre reservado, apenas esbozó una sonrisa. Su rostro mantenía su típica expresión fría, aunque la familiaridad de la situación lo hacía bajar un poco la guardia.

“Bell, ¿cómo has estado?”, preguntó, usando ese apodo que siempre lograba arrancarle una chispa de alegría.

Los ojos de Isabel brillaron al escuchar ese diminutivo. Sabía que venía de él solo en momentos privados, y cada vez que lo escuchaba, su corazón latía un poco más rápido.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.