Cassius no podía ocultar su emoción. Por fin tendría la oportunidad de pasar una noche entera con Anelix, sin las interferencias de su familia, sin la sombra constante de Antony acechando en cada esquina. La recaudación de fondos era el pretexto perfecto. Un evento de alta sociedad, lleno de personas importantes, luces, música, y, sobre todo, Anelix a su lado. El simple pensamiento lo emocionaba tanto que decidió hacerle un regalo, algo especial, un vestido de gala que realzara su belleza natural.
Después de revisar cada detalle meticulosamente, encontró el vestido perfecto: un vestido de satén azul claro, elegante y etéreo, como una extensión de su propia luz. Lo mandó a su casa con una nota personalizada. Todo tenía que ser perfecto.
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Anelix estaba ocupada revisando la lista de invitados y los detalles del evento. Aunque no estaba segura de por qué había aceptado la invitación de Cassius, sabía que era una oportunidad para acercarse a alguien de su pasado y tal vez, recobrar algunos recuerdos que aún le faltaban. Mientras revisaba la lista de nombres, Rebeca la interrumpió desde el vestíbulo.
“¡Anelix! Te llegó una caja. Parece grande”, anunció Rebeca, asomándose por la puerta. Anelix levantó la vista, desconcertada.
“¿Una caja? Yo no he pedido nada”, respondió ella, frunciendo el ceño. Se levantó y caminó hacia la puerta, tomando la caja que Rebeca sostenía. Cuando la abrió, sus ojos se agrandaron de asombro.
Allí, envuelto en papel de seda, estaba un vestido de gala impresionante, azul claro, brillante bajo la luz de la habitación. Los ojos de Rebeca también se abrieron con sorpresa.
“¡Wow! No me digas que ahora Antony te está comprando vestidos lujosos como parte de su plan para reconquistarte”, comentó Rebeca con una sonrisa traviesa.
Anelix sacudió la cabeza. “No lo creo”. Su mirada recorrió la caja hasta encontrar una pequeña tarjeta que descansaba entre los pliegues de seda. La tomó y leyó las palabras escritas a mano: _Para que seas la más bella de todas, Cassius_
Rebeca arqueó una ceja: “¿Cassius? ¿Por qué te está enviando un vestido? ¿Qué está pasando?”
Anelix dejó la tarjeta sobre la mesa y soltó un suspiro: “Es que acepté ir con él a una recaudación de fondos”
“¿Qué?”, Rebeca la miró con incredulidad. “¿Por qué aceptarías algo así?”
Anelix apartó la mirada, algo incómoda: “Bueno... no nos hemos visto en mucho tiempo y... siento que hay partes de mi vida, de mi pasado, que necesito recordar mejor. Él es parte de eso. Lo veo como una especie de terapia, nada más”. Anelix trataba de ocultar la verdadera razón de ir a esa fiesta.
Rebeca cruzó los brazos y la miró con desaprobación: “¿Y crees que Antony va a estar de acuerdo con esto? Él odia a Cassius, lo sabes. Mucho menos va a aceptar que salgas con él a una fiesta. No va a ser fácil ocultarlo”
Anelix desvió la mirada, sintiendo una punzada de culpa: “Lo sé, Rebeca. Pero por eso... Antony no tiene por qué enterarse”
Rebeca la observó en silencio durante unos segundos, sus ojos llenos de preocupación. “Anelix, solo espero que no te metas en más problemas. Sabes cómo es Antony cuando se trata de proteger lo que es suyo. Y aunque quieras recordar el pasado, jugar con los sentimientos de ambos hombres no es la mejor idea”
Anelix se mordió el labio, sabiendo que su hermana tenía razón. Pero, al mismo tiempo, sentía que necesitaba descubrir más sobre lo que Antony ocultaba, incluso si eso significaba caminar por la cuerda floja entre su presente y su pasado. “Prometo que seré cuidadosa. Solo es una noche”
Rebeca suspiró, rendida: “Está bien, pero si esto se complica, no digas que no te lo advertí”.
Esa misma noche, Cassius estaba de pie en su estudio, mirando por la ventana mientras esperaba con nerviosismo la respuesta de Anelix. Cuando el mensaje finalmente llegó en forma de una notificación en su celular, su corazón dio un vuelco al leer las palabras: _Gracias por el vestido, es hermoso. Nos vemos en la recaudación_
Un suspiro de alivio salió de sus labios. Sabía que esta no sería una simple salida. Este era su momento, la oportunidad de reavivar algo que el tiempo y Antony habían sofocado. Quizás no era el único hombre en la vida de Anelix, pero esa noche, sería el único que la tendría a su lado.
Ajustándose los puños de su camisa, Cassius miró su reflejo en el espejo. Estaba decidido. Esta noche no solo iba a ser una oportunidad para recordar el pasado, sino también para crear nuevos recuerdos. Y si jugaba bien sus cartas, tal vez podría recuperar algo que creyó perdido para siempre.
La noche de la recaudación llegó. Anelix se preparó meticulosamente, poniéndose el vestido que Cassius le había enviado. El vestido fluía como agua alrededor de su cuerpo, destacando cada curva con una elegancia sutil. Cuando se miró al espejo, por un momento, casi no se reconoció. Parecía una mujer salida de otro tiempo, de otra vida. Pero tal vez eso era exactamente lo que necesitaba: reconectarse con la mujer que solía ser.
Cassius la estaba esperando en la entrada. Al verla, sus ojos se iluminaron, y una sonrisa cálida y genuina apareció en su rostro. Anelix se acercó, sintiendo la tensión en el aire entre ellos.
“Estás... absolutamente hermosa”, dijo Cassius con una voz suave y admirativa, ofreciéndole su brazo.
Anelix sonrió tímidamente y tomó su brazo: “Gracias por el vestido. Realmente es precioso”
“Solo lo mejor para ti”, respondió él, mientras caminaban hacia el auto.
Pronto, llegaron al lugar designado. A lo lejos, las luces de la fiesta brillaban intensamente, y la música flotaba en el aire. Pero entre ambos, había algo más profundo, esa noche no solo sería una celebración entre dos personas intentando reconectar. El mundo oscuro que acechaba tras las cortinas de lujo, lleno de intrigas y planes secretos, comenzaba a moverse en las sombras. Y sin que ellos lo supieran, su encuentro desencadenaría una serie de eventos que los llevarían por un camino peligroso y lleno de traiciones.