Alyssia pasó los dedos por el costado de la cama que acogió a sus selectos amantes y que desde hacía dos meses atrás solo recibía a Alonso. Recordó la pasión con la que se entregó a él la noche anterior tal como lo hizo la primera vez; pero en esta ocasión sintió dolor en su pecho.
Era de esperarse que Alonso notara algo raro en ella a tal punto que le preguntara si todo estaba bien, por su parte ella respondió que sí. Pero no era cierto, por dentro estaba destrozada aunque su cuerpo le pidiera más para recordarlo siempre. Prefería que así fuera, no le contaría que se marcharía con su primo tras aceptar la propuesta de matrimonio. Estaba segura que si le confesaba aquello la convencería para que se quedara.
—¡Ya estamos listo Alyssia! —gritó Ismael emocionado subiéndose al carruaje en compañía de la señora Marie quien también los acompañaría.
Miró por última vez su estancia que pensó sería su hogar para siempre. Ahora emprendía una nueva aventura a lado de Edward y esperaba que todo le fuera bien sobre todo por él.
Solo faltaba que Alyssia subiera al carruaje para dar la orden al cochero de arrancar pero no tenían prisa, Edward le estaba dando tiempo suficiente porque sabía que para ella ese cambio no era fácil. El impaciente era Ismael porque quería llegar pronto a su nueva casa para recorrer las tierras que serían su nuevo hogar. Cuando se enteró que su hermana se casaría con Edward entendió que los sueños si se hacían realidad; al fin tendría un padre.
Edward estaba feliz de poder ofrecerle a ese pequeño una buena educación tanto en la casa como en una escuela para varones, pero lo que más le satisfacía era que le iba a brindar protección y amor a la mujer que siempre quiso a su lado. Debía de conseguir que se enamorara de él y estaba seguro que lo lograría.
Sonrió cuando sus miradas se encontraron.
Estaban a punto de subir al carruaje cuando escucharon a lo lejos el galopar urgente de un jinete. Edward distinguió desde lejos el estilo de cabalgar de su primo al mismo tiempo que lo hizo Alyssia. El tiempo pareció detenerse entre ellos.
—Por favor, no te vayas sin antes haberme escuchado Aly. —suplicó Alonso cuando alcanzó a bajar del caballo.
Edward miró como su querida Alyssia hacía una reverencia pidiendo una disculpa para retirarse a hablar con Alonso, era conocedor que él sería capaz de convencerla. Así que lo último que hizo fue sonreírle al pequeño que lo miraba con atención y decidió esperar, rogando que esta vez ella tomara una sabia decisión por el bien de todos.
Apenas Alonso estuvo a solas con Allisya la estrechó en sus brazos y la besó. Debía persuadirla para que se quedara junto a él, la amó desde que la vio sentada debajo de ese enorme árbol leyendo y supuso que sería la mujer de su vida, pero ahora, esa mujer lo estaba dejando.