Las estrellas son testigos frecuentes de la fusión y pasión existente entre la luna y el sol.
Cuando aún sin verse ambos se lloran y se entristecen, cuando se despiden fugazmente prometiendo la noche siguiente verse.
Las estrellas son testigos de un amor feroz bajo el yugo de un eterno amanecer y un corto amor.
La luna le implora al sol un tiempo más, mientras éste cumple su trabajo una vez más, alumbrando la vida de los demás.
El sol le implora a la luna que salga un poco antes para así poder verse y tal vez saciarse, el uno al otro en un largo baile de besos cortos.
Ambos anhelan que llegue el día de poder verse libremente.
Sin testigos.
Sin tiempo.
Sólo ellos dos y sus débiles cuerpos.
Las estrellas son testigos del vaivén de miradas tristes y peticiones constantes para poder amarse.
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Editado: 21.12.2018