El amor no es tan práctico como se dice muchas veces, el amor mata, destruye, construye y te hace adicto.
El amor mueve al mundo, y pues su amor por ella lo movió, sí, también lo rompió, lo destruyó y lo dejó, pero aún así, su corazón latía desbocado, su corazón quería ser amado.
Al igual que él.
A ella tampoco le había ido bien, la engañaron y también la dejaron, su desconfianza creció hacia el sexo opuesto y el mero acercamiento de manera sentimental hacia un chico le ponía los vellos de punta.
Cosa que ella odiaba, odiaba haberse vuelto tan desconfiada y temerosa a un sentimiento que en algún momento llegaría. Y como la vida a veces te juega movimientos a su favor que a ti también te convienen, por casualidad, se encontraron bajo esa tormenta, siendo eclipsados el uno por el otro, bajo la tenue luna opacada por las gotas de lluvia sin cesar.
Cuando prometieron estar juntos mientras la luna se los permitiese, era cierto en todos los aspectos puesto que un año después de esa promesa, se mudaron juntos a un modesto lugar donde ambos podrían convivir e ir creando un vínculo familiar.
Conforme fueron pasando los meses estaban más enamorados, Christian había vuelto a ver la luz, había encontrado a su otra mitad y su amante lo seguía aconsejando y como hacía años, estaba siendo feliz.
Sin más recuerdos de su anterior amada y enfocado en su presente, que ahora era Andree.
Y ella, que decir de ella.
El muchacho había logrado derribar sus muros, fundirse en su piel y logro tocar fibras donde nadie más había tocado.
Por primera vez se sentía tan loca de amor como se puede estar y sobre todas las cosas, se sentía a gusto y cada vez más enamorada del muchacho amante de la luna.
Con ese amor, Christian pudo apreciar más la vida de una perspectiva diferente y comprendió que, mientras más suplicas pidió a la luna y lucho por deshacerse de ese amargo amor que le torturaba, consiguió salir de ese hoyo negro, reencontrándose consigo mismo y encontrando el amor de su vida en el camino.
Nunca dejo de ser el mayor postor de la luna porque aun siendo feliz, apostaba siempre a lo mejor que la luna le podía aconsejar.
FIN.
#30518 en Otros
#9671 en Relatos cortos
#46415 en Novela romántica
#7516 en Chick lit
Editado: 21.12.2018