El sol de la mañana resplandeció con su acostumbrada brisa fresca, no era una mañana cualquiera, era una muy especial que Cattleya empezaba a disfrutar para mostrarle al pequeño Inmanuel que la vida era hermosa.
Él escondía el rostro, pero algo lo obligaba a subir la mirada, Cattleya lo observaba con una sonrisa.
—Inmanuel ese pliego enorme azúl, que es como el techado de una casa, es el cielo —le señaló — y el sol, es ése...el que quieres descubrir, ¿Lo sabes verdad?
— Sí... ¿Mamá...mari...pos...as?
—Disfrutemos del cielo y del sol, abre tus brazos y caminemos recibiendo sus energías —dijo ella con la alegría marcada en su rostro y levantando sus brazos como si fuera a volar.
El pequeño se mostró muy obediente e hizo reir a carcajadas a Cattleya hasta contagiarla de una gran emoción.
Después de un buen rato la señora Thompson los observaba a lo lejos, notando como Inmanuel perseguía mariposas y junto a él; Cattleya, quien le hacia su día divertido.
—¿Qué opina usted doctora? — preguntó la señora Thompson — El niño ha tenido avances desde que ella le habló y como ya saben se dedica a él como si realmente fuera su madre.
—Es un niño sano, pero al parecer lo mantuvieron fuera de la realidad, es como si se criaba solo y sin contacto humano...
— Según el informe, era su madre quien lo atendía por ratos, ella no estaba bien, era una mujer con muchos problemas, adicta... casi nadie lo había visto...ni sabían de su existencia.
—Tiene pánico social, le teme a todo y a todos, y cuando desconoce quien le habla, se esconde y entra en una especie de depresión, lo verdaderamente extraño es como asocia a la señorita Cattleya con su madre..
—No dejo de pensar en eso — objetó la señora Thompson— llegué a pensar que se conocían...
—Puede que asocie algo como la voz, el rostro, el roce de las manos, lo cierto es que está convencido que la señorita Cattleya es su madre. Sugiero que la deje atenderlo hasta ayudarlo a ubicarse en el contexto real, no es nada fácil cuando un niño ha detenido su proceso de aprendizaje, siendo una capacidad innata como lo es el lenguaje, si no hay interacción con el medio hay consecuencias desfavorables, lo bueno es que está en edad de recuperarse, quizás no del todo pero se puede creer que sí.
—Espero que la señorita Wilson pueda ayudarlo, y ya luego veremos qué decisiones tomar...mientras las autoridades están haciendo todo lo posible para encontrar a su padre.
***
Pasados ya los días, la relación de madre a hijo se hizo más fuerte, un lazo mayor que la sangre unió a Cattleya y a Inmanuel.
Ella empezaba a adorar ese mundo en donde Inmanuel estaba, desde allí podía conquistar, su sonrisa así como su corazón.
Comenzó a dar clase, e Inmanuel empezó a formar parte importante de su vida, en donde estaba Cattleya, estaba Inmanuel, él siempre frecuentaba los encuentros pedagogicos que ella tenía con sus estudiantes.
Llegado el momento esperado, ella se puso en su frente y le sonrió y él con sus delicadas manitos empezó a llevarle el cabello hacia atrás.
— Mamá ...muy... bonita...
—Gracias Inmanuel, tú me haces ser bonita, tu llenaste mi vida de nobleza, tu amor hace de mí una madre feliz —dijo ella y sonrió — ¿Tú recuerdas lo que hablé contigo sobre tu escuela.
El movió su cabeza de forma negativa con tanta fuerza que su cabello se batía.
—¡¿No lo recuerdas Inmanuel?! — preguntó ella preocupada, ya que llevaba muchos días preparándolo.
— Sí, mam...á — mostró una gran alegría haciéndola reír— Inman...uel aprende... con ma...má —la abrazó muy fuerte—historias...bonitas... Inmanu..el gusta...
Cattleya diariamente tenía una historia corta en donde el yo como pronombre personal estaba explícito, daba varias lecturas para que Inmanuel escuchara con mucha atención haciendo énfasis en sus acciones y las hacia reflejar con imágenes.
Cuando terminaba el relato lo miraba y sonreía feliz, ponía frente a el las imágenes y con dulzura le decía.
—¿Puedes contarme esta historia Inmanuel? Me encantaría que tú me hicieras muy feliz como siempre, eres el niño más audaz e inteligente que conozco, pero es nuestro secreto para que los demás niños no se pongan celosos.
Inmanuel empezaba a parafrasear utilizando las imágenes como si armaba un rompecabeza hasta lograr construir la historia.
Ella lo observaba y al culminar le aplaudía feliz así se haya equivocado y retomaba la historia hasta escucharlo narrar utilizando el orden.
Cada día había más cercanía, y más amor de madre a hijo, ésto empezó a preocupar a la señora Thompson y la hizo llamar.
—Señorita Wilson, usted está haciendo un hermoso trabajo con Inmanuel, en estos meses él ha logrado avances significativos, estamos contentos de contar con usted.
—Muchas gracias, lo hago con todo mi amor, Inmanuel se ha robado mi corazón completamente...
—No es la idea señorita Wilson, recuerde que el pequeño tiene a su padre, tarde o temprano vendrá por él...no se encariñe tanto.