La batalla fue breve, pero brutal. El sonido del acero chocando contra el acero resonó en el aire, cada golpe una promesa rota, cada corte un recordatorio del amor perdido. Aurelia y Lucian se enfrentaban, sus espadas entrelazándose, destellos de luz iluminando la oscuridad de la noche. Cada movimiento de Aurelia era preciso, ejecutado con la furia de años de dolor acumulado.
Lucian, por otro lado, no luchaba con la misma determinación. Su espada era firme, pero sus ojos reflejaban una duda que él mismo no podía esconder. Cada vez que su espada se encontraba con la de ella, sentía una punzada en su corazón. ¿Cómo pudo haber llegado a esto?
“¡Lucian!” gritó Aurelia, su voz fría como el acero que empuñaba. “¿Qué queda de nuestro amor? ¿Acaso crees que puedo perdonarte?”
Lucian no respondió de inmediato, sus labios sellados por el peso de sus propios pensamientos. La imagen de Aurelia, tan imponente, tan fuerte, lo desarmaba más que cualquier golpe físico. Era imposible.
En un rápido movimiento, Aurelia dio un paso atrás, empujó su espada con fuerza y desarmó a Lucian. La espada del príncipe cayó al suelo con un ruido sordo, mientras él se desplomaba de rodillas ante ella. La luna roja brillaba sobre él, como si el mismo cielo estuviera observando su caída.
“Te lo dije… No hay perdón para lo que has hecho.” Aurelia miró a Lucian con una frialdad implacable. En su corazón, ya no quedaba amor. Solo había un vacío que la venganza había llenado.
Pero antes de que pudiera levantar su espada para acabar con todo, un sonido resonó en la distancia. Algo no estaba bien.
Una sombra emergió de entre las ruinas, y Aurelia no pudo evitar fruncir el ceño. ¿Más enemigos?
“Aurelia…” la voz era suave, pero llena de una amenaza palpable. “¿No crees que has dejado escapar algo importante?”
Aurelia se giró rápidamente, su espada lista para atacar, pero se detuvo cuando vio la figura que avanzaba. Un hombre alto, de cabello oscuro y ojos profundamente fríos. No era Lucian, pero algo en su presencia hacía que la sangre de Aurelia se congelara.
“¿Quién eres?” exigió Aurelia, su voz tensa.
El hombre sonrió, una sonrisa que no llegaba a sus ojos. “Soy alguien que te ayudará a hacer lo que tienes que hacer. Pero primero, necesitarás mis… servicios.”
Lucian, todavía en el suelo, levantó la cabeza lentamente. ¿Quién era este hombre? Y, más importante aún, ¿por qué se encontraba aquí, justo en el momento en que Aurelia iba a derrotarlo?
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fantasia, título: él me juró lealtad, yo le dediqué venganza géneros: romance
Editado: 18.05.2025