El silencio en la sala de entrenamiento era opresivo, pero Aurelia no lo notaba. Frente a ella, el altar brillaba con una luz sombría que parecía emanar de las mismas entrañas del castillo. Cada vez que extendía la mano, sentía como si el poder la llamara, como si las sombras mismas se alzaran para recibirla. Pero ahora, ya no sentía miedo. Lo que sentía era control, fuerza, y una resolución de hierro.
A su lado, Kael la observaba en silencio, su rostro sombrío pero lleno de admiración. Sabía que el poder que Aurelia había aceptado no solo la cambiaría, sino que también podría cambiar el curso de todo lo que conocían. La oscuridad que la rodeaba era poderosa, y ahora que ella la había abrazado, el equilibrio del mundo pendía de un hilo.
"¿Estás lista?" preguntó Kael, su voz grave y llena de una extraña inquietud.
Aurelia lo miró por un momento, sus ojos brillando con la intensidad de una nueva determinación. "Más que nunca," respondió, su voz firme. "Es ahora o nunca, Kael. Si no actuamos, todo lo que amamos se perderá."
Kael asintió, y, en ese momento, supo que no había vuelta atrás. "Tienes razón. Pero recuerda, no estás sola en esto."
La oscura figura del artefacto, Liora, seguía presente en sus pensamientos. Aurelia no podía olvidar lo que había descubierto sobre ella misma, lo que significaba ser la heredera del linaje oscuro. Y el sacrificio que debía hacer. Sin embargo, lo que la impulsaba ahora era más grande que el miedo. Era la necesidad de proteger a los suyos, de evitar que la oscuridad consumiera todo lo que había sido construido con tanto esfuerzo.
"Vamos," dijo Kael con decisión, extendiendo su mano hacia ella. "El tiempo se acaba. El artefacto nos espera."
El viaje hacia la sala oculta donde se encontraba el artefacto fue silencioso, pero cargado de tensiones. Aurelia sentía que cada paso la acercaba más a la inevitable confrontación con la oscuridad. A medida que avanzaban por los pasillos del castillo, los ecos de sus pisadas parecían resonar como una advertencia en las paredes de piedra.
Al llegar a la sala, el aire estaba impregnado con una sensación eléctrica, como si toda la energía del lugar se concentrara en el objeto que descansaba sobre el altar. Era un artefacto antiguo, hecho de un metal negro que parecía absorber la luz, con inscripciones extrañas que se movían sutilmente, como si estuvieran vivas. Aurelia lo observó con cautela, su corazón latiendo fuertemente en su pecho.
"Este es el artefacto," dijo Kael, su tono reverente. "La clave para desatar o sellar el destino de todo."
Aurelia se acercó lentamente, sus manos temblando ligeramente. El poder que emanaba de él era indescriptible, tan denso y pesado que parecía aplastarla. Y sin embargo, sentía que debía tocarlo. Era su destino, después de todo.
"¿Qué sucede si lo tomo?" preguntó Aurelia, sus ojos fijos en el artefacto. "¿Y si la oscuridad me consume por completo?"
Kael la miró, su rostro serio, pero lleno de confianza. "Lo que ocurra dependerá de ti. Este poder no te controlará a menos que lo permitas. No se trata solo de aceptar la oscuridad, sino de dominarla."
Aurelia respiró profundamente, sus manos extendidas hacia el artefacto. En ese momento, supo que lo que estaba a punto de hacer era irreversible, pero también necesario. "Si el destino me pide que lo tome, lo haré," dijo con voz decidida.
Sus dedos tocaron el artefacto, y al instante, una explosión de energía la recorrió. Una ola de poder oscuro la envolvió, desbordando sus sentidos. Por un momento, no podía pensar, no podía sentir nada más que la fuerza bruta que la atravesaba. La oscuridad estaba dentro de ella, la llamaba, pero no la dominaría. No esta vez.
Con un esfuerzo casi sobrehumano, Aurelia cerró los ojos y se centró. Recordó las palabras de Kael: "No lo permitas. Domínalo."
Y entonces, algo cambió. La oscuridad, en lugar de engullirla, comenzó a ceder, como si reconociera su voluntad. El poder que emanaba del artefacto se alineó con ella, como si aceptara su control. En ese momento, Aurelia comprendió lo que realmente significaba aceptar lo que era: no se trataba de rendirse al poder oscuro, sino de ser capaz de controlarlo y usarlo para el bien.
Cuando abrió los ojos, el mundo parecía diferente. La sala ya no estaba sumida en sombras, sino iluminada por una luz tenue, casi etérea. El artefacto dejó de emitir su energía caótica, ahora estaba en calma. Aurelia se sintió más fuerte, más conectada con su propio poder que nunca antes.
Kael la observó, sus ojos llenos de una mezcla de asombro y alivio. "Lo has hecho," dijo en un susurro.
Aurelia asintió, sin poder evitar la sonrisa que se formó en sus labios. "Sí," respondió con determinación. "Y ahora, todo cambiará."
#68 en Ciencia ficción
#184 en Joven Adulto
fantasia, título: él me juró lealtad, yo le dediqué venganza géneros: romance
Editado: 18.05.2025