El escándalo Montiel no solo se convirtió en noticia nacional, sino en un fenómeno mediático internacional. Las redes sociales estaban plagadas de hashtags: #CamilaVarelaLaReina, #JusticiaParaClara, #MontielDesenmascarados. Y con cada publicación, la imagen pública de los Montiel se resquebrajaba un poco más.
Pero lo que nadie esperaba era lo que ocurriría en el evento benéfico anual de la Fundación Real de Caridad, ahora bajo investigación. El evento no se canceló. Camila se aseguró de que siguiera en pie. Quería a los Montiel allí. Quería que todo el país los viera caer.
La noche del evento, los invitados entraban con murmullos nerviosos. Camila apareció con un vestido rojo sangre, como una diosa de la guerra. A su lado, Mateo sostenía una carpeta negra con el logotipo de la Fiscalía.
—Están aquí —susurró él.
Isabela Montiel, con su madre y su séquito habitual, entraron fingiendo seguridad. Las cámaras ya estaban grabando. Camila subió al escenario en cuanto todos tomaron asiento.
—Buenas noches —dijo al micrófono—. Antes de comenzar esta velada de "caridad", quiero compartir algunas verdades. Porque la verdadera caridad comienza con la justicia.
El público enmudeció. En la pantalla gigante detrás de ella aparecieron los documentos filtrados: transferencias, firmas, extractos bancarios. Luego un video donde se escuchaban voces reconocibles: Isabela y su madre, hablando de cómo mover los fondos sin dejar huella.
—¿Reconocen esas voces? —preguntó Camila—. Porque las autoridades también lo hicieron.
En ese instante, agentes de la fiscalía entraron al salón. Isabela se levantó abruptamente, gritando que era una trampa.
—¡Esto es difamación! —exclamó.
—No —dijo Camila bajando del escenario, caminando directamente hacia ella—. Esto es justicia. Y por fin, pública.
Los flashes de las cámaras captaron el momento exacto en que los agentes esposaban a Isabela y su madre. El silencio se rompió con aplausos. Un periodista transmitía en vivo:
—Esto marcará el fin de una era… y el comienzo de una nueva.
Esa noche, Camila no solo ganó una batalla legal. Ganó el respeto de una nación. Y mientras los Montiel eran escoltados fuera, ella se dio la vuelta, con una mirada serena, firme.
—A veces, el castigo más elegante —susurró para sí misma— es simplemente decir la verdad... y dejar que todos la escuchen
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fantasia, título: él me juró lealtad, yo le dediqué venganza géneros: romance
Editado: 18.05.2025