Él Me Juró Lealtad, Yo Le Dediqué Venganza

Capítulo 36: Las Raíces del Poder

Con los Montiel entre rejas y la opinión pública de su lado, Camila debía enfrentar una realidad aún más compleja: el vacío de poder. Porque en el mundo empresarial, derribar ídolos solo es el comienzo. Lo verdaderamente difícil es sostener el nuevo orden.

La mañana empezó con una llamada desde Madrid. El presidente del Consejo Internacional de Finanzas quería reunirse con ella en persona. Una invitación que no se extendía a cualquiera.

—Quieren verte como un nuevo referente —le dijo Mateo mientras le servía café—. No solo aquí. En Europa. En el mundo.

—Entonces que vengan preparados —respondió Camila con una sonrisa—. Porque no pienso inclinarme por nadie.

Mientras tanto, en la cárcel de mujeres de máxima seguridad, Isabela Montiel planeaba su regreso. Con sus uñas hechas trizas y el maquillaje corrido, no parecía la reina de las revistas. Pero sus ojos seguían ardiendo con un fuego peligroso.

—Camila no ha ganado todavía —susurró a su abogada, una mujer de traje gris con pasado dudoso—. No sabe lo que hay debajo del tablero.

Esa misma noche, Camila asistió a un evento organizado por la Cámara de Empresarios Jóvenes. Al llegar, fue recibida con una ovación. Pero en medio del gentío, sus ojos se cruzaron con los de un hombre que no veía desde hace años: Elías Ramírez, su antiguo mentor… y traidor.

—No esperaba verte aquí —dijo él, acercándose—. Aunque debo admitir que siempre supe que llegarías lejos.

Camila mantuvo la compostura, pero su mirada se endureció como el acero.

—¿Vienes a felicitarme o a tentar la suerte, Elías?

—A ofrecerte una alianza. El tablero ha cambiado. Y tú tienes el centro. Pero aún necesitas a quien conozca las esquinas.

—¿Y qué me haría confiar en ti después de lo que hiciste?

Elías la miró, bajando la voz:

—Porque ahora soy un enemigo de tus enemigos. Y si quieres reinar más allá de esta ciudad… necesitarás más que venganza. Necesitarás visión.

Camila no respondió de inmediato. Pero al día siguiente, mientras se alistaba para su vuelo a Madrid, tomó un documento y escribió un nombre: Elías Ramírez. Con una sola palabra al lado: "Vigilado".

Porque si algo había aprendido Camila Varela en esas semanas de guerra, es que el poder no se conserva con promesas. Se conserva con vigilancia.

Y ella ya no era una jugadora. Era la reina del tablero.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.