Él Me Juró Lealtad, Yo Le Dediqué Venganza

Capítulo 38: Ecos del Pasado

La mañana siguiente, el sol salió de entre las nubes grises, pero no logró disipar la sensación de inquietud que pesaba sobre Camila. Aquella fotografía de su padre seguía rondando en su mente, como una sombra que se negaba a desaparecer. Había demasiadas preguntas, demasiados secretos enterrados en su pasado. Y aunque la nueva etapa en su vida empresarial parecía ir viento en popa, sabía que para mantener su reinado, debía enfrentar esas sombras.

Esa misma mañana, Mateo la acompañó a una reunión crucial con los representantes de los bancos suizos. Pero, antes de que la reunión pudiera comenzar, Camila recibió una llamada inesperada. El número desconocido solo incrementó su ansiedad, y al contestar, escuchó una voz grave, distorsionada por un filtro.

—Camila… Sabes que lo que estás buscando no te llevará a la paz, sino al caos. Te lo advierto, la verdad que buscas te cambiará para siempre.

La llamada se cortó antes de que pudiera responder. La mente de Camila comenzó a correr con teorías. ¿Quién podría haber sido? ¿Y por qué amenazaba con revelarle la verdad sobre su padre? Su intuición le decía que algo grande estaba a punto de desmoronarse.

La reunión con los banqueros continuó, pero el peso de la llamada la había dejado desconcentrada. Sin embargo, su capacidad de control y su impecable fachada no permitieron que nadie percibiera su perturbación. De hecho, la reunión terminó con una propuesta sólida para una alianza estratégica entre su empresa y los bancos suizos, lo que fortalecía aún más su influencia en el mercado europeo.

Pero mientras firmaba el acuerdo, el teléfono de nuevo vibró en su bolsillo. Esta vez, el mensaje era un video. Su pulso se aceleró al ver la notificación: "León Varela. 1998."

Camila respiró profundamente, consciente de que ya no podía dar marcha atrás. Decidió que, después de la reunión, iría al origen de todo. El nombre de su padre, tan lleno de misterio, debía ser desvelado.

Cuando regresó a su suite en el hotel Ritz, encontró a Mateo esperando, con un sobre en la mano.

—Te han estado vigilando —le dijo, entregándole el sobre. Dentro, había más fotos, más fragmentos de su pasado. En una de ellas, su madre, joven, abrazando a un hombre en una antigua calle de Buenos Aires. Y, por primera vez, Camila vio el rostro de su padre.

La imagen de León Varela era nítida. Un hombre de porte elegante, con una mirada fría, que parecía estar completamente alejado de la imagen que su madre le había contado. ¿Cómo podía ser posible que él estuviera tan involucrado en la oscuridad que su madre había intentado esconder?

—¿Sabías de esto? —preguntó Camila a Mateo, aunque su voz temblaba ligeramente. Había algo en su interior que le decía que todo este rompecabezas estaba conectado de alguna manera con su ascenso al poder.

—No. Nadie sabía de él. —Mateo hizo una pausa, observando las fotos con una expresión sombría—. Creo que tu padre está más involucrado en todo esto de lo que imaginas. Y te lo advierto, Camila, cuanto más cavas en tu pasado, más peligroso se vuelve todo.

Pero la determinación de Camila era inquebrantable. El poder, la venganza, y ahora, el misterio de su padre, se habían convertido en piezas de un juego mucho más grande que ella. Y no pensaba retroceder.

La noche que pasó en Madrid no fue de descanso, sino de preparación. Esa madrugada, en su habitación, sus ojos brillaban con una mezcla de ira y resolución. Sabía que si quería mantener el poder, debía enfrentarse a la verdad, sin importar cuán dolorosa fuera. Porque ahora, su venganza no solo estaba dirigida a aquellos que la habían traicionado, sino a los fantasmas de su pasado.

Camila estaba lista para enfrentarse a la oscuridad, sin miedo.




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