El amanecer en Buenos Aires fue testigo de algo más que un nuevo día: fue el inicio de la guerra silenciosa.
Camila despertó sobresaltada. No por una pesadilla, sino por una ausencia. La cama a su lado estaba vacía.
—¿Mateo?
La habitación del penthouse estaba en silencio. El café ya no humeaba. Un sobre blanco, sin remitente, descansaba sobre la mesa del comedor. Sus dedos temblaron ligeramente al abrirlo.
Solo había una frase escrita:
"Los reyes que reinan solos, también caen solos."
Y una fotografía. Mateo, esposado, siendo conducido a una camioneta sin distintivos.
—¡No! —gritó Camila, estampando la copa contra la pared.
Minutos después, ya estaba en su oficina, vestida de batalla. Su equipo la rodeó con rostros pálidos y datos fríos.
—Lo arrestaron esta madrugada bajo cargos de fraude fiscal y espionaje corporativo —dijo Lucía, su asistente personal—. Pero sabemos que todo es falso. No hay documentos reales.
—¿Quién autorizó esa operación? —preguntó Camila con la voz baja, pero tan afilada como una hoja.
Lucía tragó saliva.
—Elías Ramírez.
El nombre fue un disparo en el pecho.
—¿Mi supuesto aliado?
—Y... —añadió Lucía con voz aún más baja—. Valeria Varela también reapareció públicamente. Dio una entrevista insinuando que tu ascenso fue producto de manipulación emocional y favores ilícitos.
La sala quedó helada.
—Perfecto —dijo Camila al fin—. Me gusta cuando muestran sus cartas antes de tiempo.
Esa noche, en una gala en el Teatro Colón, Camila apareció con un vestido rojo sangre que parecía hecho de lava líquida. Su presencia paralizó el salón. La gente murmuraba, miraba, temía.
Pero ella solo tenía ojos para dos personas: Elías, con su copa de vino y sonrisa cínica. Y Valeria, con su vestido blanco como la traición.
—¿Viniste a fingir cortesía? —preguntó Elías cuando Camila se acercó.
—No. Vine a recordarte que no sabes con quién estás jugando.
—¿Aún crees que el mundo se gana con discursos? —preguntó él, acercándose a su oído—. Mateo era tu corazón. Y ahora late en una celda. ¿Cuánto más puedes perder?
Camila lo miró, no con rabia, sino con una calma aterradora.
—Todo. Pero perderlo todo me hizo invencible una vez. No olvides eso.
Luego giró hacia Valeria.
—¿Y tú? ¿Sigues escondiéndote en el apellido que renegaste?
—Yo no me escondo —dijo Valeria—. Yo sobrevivo. Algo que aún tienes que aprender, pequeña reina.
Camila sonrió.
—Ya sobreviví a mi pasado. Ahora les toca a ustedes sobrevivirme a mí.
Horas más tarde, frente a las cámaras de televisión, Camila hizo lo impensado. Mostró en vivo las pruebas de la falsedad de los cargos contra Mateo, los audios manipulados, las transferencias falsas… y terminó con una frase que hizo estallar las redes:
—No busco su aprobación. Busco justicia. Y si el sistema está podrido, lo romperé desde dentro.
El país entero ardió en comentarios, apoyo y escándalo.
Pero en el silencio de una celda oscura, Mateo alzó la vista hacia el guardia que entraba con una nota urgente.
El mensaje decía solo tres palabras:
"Aún respiro contigo."
Y en la oscuridad, sonrió. Porque cuando Camila luchaba, nadie quedaba impune.
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fantasia, título: él me juró lealtad, yo le dediqué venganza géneros: romance
Editado: 18.05.2025