Él Me Juró Lealtad, Yo Le Dediqué Venganza

Capítulo 44: El Nombre Prohibido

Madrid no dormía. Y Camila tampoco.

La liberación de Mateo había hecho temblar los cimientos del poder, pero Camila sabía que aquello era solo una jugada dentro de una partida mucho más oscura. Porque ahora no solo luchaba por su imperio, sino por entender quién era realmente. Y para eso, debía enfrentar el nombre que su madre le había prohibido pronunciar durante toda su infancia:

León Varela.

Aquel sobre con la vieja fotografía no era solo una amenaza. Era una invitación. O tal vez, una advertencia.

—¿Por qué ahora? —le preguntó a Mateo, ya en la suite privada del Ritz—. ¿Por qué justo cuando estamos más cerca que nunca?

—Porque saben que remover tus raíces es la única forma de hacerte tambalear —dijo él, acariciándole el cabello con ternura—. Quieren que mires hacia atrás. No hacia adelante.

—Pero si no lo hago… me lo van a arrebatar todo —susurró Camila—. Necesito saber quién fue mi padre. Y por qué desapareció.

Al día siguiente, Camila visitó un archivo estatal reservado. Llevaba una autorización firmada por la fiscalía y un contacto silencioso en el Ministerio del Interior. Al abrir los registros, el nombre apareció en tinta desvaída.

LEÓN VARELA.

—Funcionario diplomático. Posteriormente investigado por presunto espionaje financiero. Desaparecido en 1997. Sin cuerpo. Sin juicio.

Un agujero legal. Un fantasma con traje.

Pero lo que más le impactó fue una nota al margen del expediente: “Transferido al Programa Alfa-8. Clasificado. Nivel: Máxima Seguridad Internacional”.

—¿Qué demonios es Alfa-8? —preguntó Camila en voz baja.

Su contacto negó con la cabeza.

—Eso no está en los archivos civiles. Es… otro nivel.

Esa noche, en una terraza de Madrid, Camila se encontró con alguien que no esperaba: Lucien Moreau, un banquero francés con conexiones en la inteligencia europea.

—Tu padre no desapareció —dijo, bebiendo lentamente su vino—. Fue borrado. Porque sabía demasiado sobre los fondos negros del Estado y las redes que hoy quieren hundirte.

Camila lo miró con frialdad.

—¿Y por qué me lo dices ahora?

Lucien sonrió.

—Porque tienes el apellido. Tienes el legado. Pero no tienes la historia completa. Y para sobrevivir, necesitas saber de qué estás hecha… realmente.

Esa misma madrugada, Camila recibió un correo cifrado. Solo una frase:

“Ven sola. Lisboa. Puerto Viejo. Medianoche.
— L.”

No había número. No había firma.

Solo una letra.

Pero ella entendió al instante.

León.

—Voy a ir —le dijo a Mateo, mientras se preparaba—. Esto ya no es solo por poder. Es por identidad.

—No dejes que te rompan —le respondió él—. Porque si ellos son la tormenta… tú eres el trueno.

Camila tomó su abrigo. Y sin escolta, sin cámaras, sin aliados, se subió a un tren nocturno rumbo a Lisboa.

Porque hay verdades que solo pueden enfrentarse en la oscuridad.
Y esa noche, la reina iba a buscar a su rey perdido.




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