Él Me Juró Lealtad, Yo Le Dediqué Venganza

Capítulo 56: La Reina y las Ratas

La sala quedó en silencio tras la primera grabación. Un video filtrado donde tres directores del Consejo negociaban sobornos con una empresa fantasma de Panamá. Las voces eran claras. Los rostros inconfundibles. Nadie podía negar lo que se proyectaba en pantalla.

Camila mantuvo la compostura. Su voz, firme como un martillo:

—Llevo meses recolectando estas pruebas. No por venganza. Por justicia. El poder en la sombra terminó. Hoy… las ratas salen a la luz.

Una mezcla de rabia, vergüenza y miedo llenó la sala. Algunos intentaron abandonar sus asientos, pero ya era tarde: las puertas estaban bloqueadas por seguridad privada. Afuera, la policía internacional recibía la transmisión en tiempo real.

Desde una sala lateral, Alicia Ferreyra monitoreaba los movimientos. Su equipo ya había rastreado cuentas bancarias, direcciones secretas, y conexiones con redes de tráfico humano. Era más grande de lo que esperaban.

—Camila, esto es un nido de serpientes —le dijo por el intercomunicador—. Algunos de estos hombres tienen vínculos con la Interpol.

—Entonces que los vean caer en directo.

Mientras tanto, en Buenos Aires, Eloy Varela veía la transmisión desde una pantalla gigante. Su copa tembló ligeramente cuando escuchó su propio nombre mencionado en voz alta.

—Mi abuelo, Eloy Varela —dijo Camila desde el escenario—, fue el arquitecto silencioso de esta red. Durante décadas, usó fundaciones falsas y contactos diplomáticos para encubrir corrupción a escala continental. Hoy… su tiempo se acaba.

Eloy apretó los dientes.

—Te pasaste de la línea, Camila…

A su lado, el joven asesor habló con voz seca:

—¿Quiere que la eliminemos?

Eloy negó.

—No. Ahora ya no se trata de silenciarla. Se trata de destruirla.

Tras la conferencia, Camila regresó a su hotel entre aplausos, abucheos y preguntas de medios de todo el mundo. Había encendido un incendio imposible de contener. Pero al llegar a su suite, encontró sobre su cama un sobre cerrado. Sin remitente.

Dentro, una sola fotografía. Su madre… y Eloy, abrazados. En el reverso, escritas a mano:

"El pasado no siempre es lo que recuerdas. Busca la verdad antes de disparar otra bala."

Camila sintió un escalofrío. Porque por primera vez… dudó.

Esa noche, sentada frente al espejo, se preguntó:

—¿Y si esta guerra no la empecé yo? ¿Y si solo soy una ficha más… en un juego más antiguo?

Pero al mirar su reflejo, la respuesta fue clara.

—Aunque sea una ficha… yo decido a quién derribo.

La reina no retrocede. La reina solo ajusta su corona… y sigue avanzando.




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