La luz del amanecer se filtraba a través de las cortinas, iluminando la habitación. Camila estaba sentada frente a la ventana, observando el horizonte cambiante de la ciudad. Desde que asumió el control del imperio empresarial, todo parecía volverse más complicado. Cada paso estaba lleno de desafíos, pero su determinación solo se fortalecía con el tiempo.
En el pasado, se había dejado llevar por la sed de venganza, pero ahora, mientras miraba la ciudad desde su ventana, comprendió algo mucho más profundo. El verdadero poder no residía solo en la venganza. Lo que realmente importaba era cómo, con cada decisión y cada acción, ella forjaba su futuro. El verdadero poder venía de la habilidad de crear un mundo nuevo, uno que estuviera bajo su control.
“Hoy, no me voy a detener.” Camila susurró, con la mirada afilada como una daga. Se levantó y se vistió con su traje negro. Era su color preferido, símbolo de su determinación y de la fuerza inquebrantable que ahora la definía.
Hoy, enfrentaría un desafío monumental. Los líderes de las corporaciones más grandes del mundo se reunirían para decidir el futuro del mercado global, y Camila jugaría un papel crucial en este evento.
Al llegar a la sala de conferencias, todos los ojos se posaron sobre ella. No había aliados en esa sala, solo competidores y enemigos. Camila sabía que cada segundo de esa reunión era una oportunidad para demostrar su poder. No solo luchaba por ganar, sino por construir el nuevo orden.
"Camila Varela, al fin has llegado," dijo una voz familiar, rompiendo el silencio de la sala. Era Elías, su antiguo mentor, y el hombre que la había traicionado. Él la observaba con esa expresión arrogante que tanto odiaba.
“Veo que aún te atreves a aparecer por aquí,” respondió Camila, manteniendo la compostura mientras el odio se reflejaba en sus ojos. “¿Has venido a felicitarme o a arriesgarte a perder una vez más, Elías?”
Elías la miró, y en su tono se asomó un dejo de respeto. “No, he venido a ofrecerte una alianza. El tablero ha cambiado, y tú estás en el centro. Pero hay muchas más piezas por mover. Te he visto crecer, Camila, y sé que puedes llegar más lejos, mucho más lejos de lo que imaginas.”
Camila lo miró con desprecio. “¿Y qué me hace confiar en ti después de todo lo que has hecho?”
Elías bajó la voz y se inclinó ligeramente hacia ella. “Porque ahora soy un enemigo de tus enemigos, y si realmente deseas tomar el control, necesitarás más que venganza. Necesitarás visión.”
Camila no contestó de inmediato. Sabía que, a pesar de todo lo que había pasado entre ellos, Elías podía ser una pieza útil. Pero eso no significaba que pudiera confiar en él. Al día siguiente, antes de partir hacia Madrid, escribió su nombre en un pequeño papel: “Elías Ramírez – Vigilado.”
El viaje a Madrid estaba lleno de desafíos, pero Camila estaba decidida a mantenerse firme. Las reuniones y negociaciones que siguieron la pusieron a prueba, pero no vaciló. Cada paso, cada palabra, estaba cuidadosamente calculada para asegurar que el poder estuviera en sus manos. Mientras tanto, Elías seguía vigilándola a la distancia, con sus propios intereses ocultos.
El primer día de la cumbre internacional, Camila hizo una entrada triunfal. Se presentó ante los banqueros, ministros y empresarios del mundo con una seguridad arrolladora. Sabía que no solo tenía que ganar su respeto, sino también su temor.
En el salón, el hombre con la barba plateada, presidente del Consejo Internacional de Finanzas, la observó atentamente.
“Señores,” dijo el hombre con voz grave, “les presento a Camila Varela, la mujer que ha transformado la venganza en una revolución empresarial.”
Camila, sin vacilar, se dirigió al centro de la sala. “No estoy aquí para buscar su simpatía,” comenzó con firmeza. “Estoy aquí porque sé cómo construir imperios a partir de las ruinas. Si quieren estabilidad, inviertan en lo que resurge del fuego, no en lo que teme al incendio.”
La sala quedó en silencio. Luego, un aplauso moderado comenzó a llenar el aire. Había dejado una impresión indeleble.
Pero, como había anticipado, Elías no se quedaría atrás. Cuando la reunión concluyó, le envió un mensaje en su teléfono: “Tu caída también será pública.”
“Si tienen que amenazarme, es porque temen. Y eso significa que estoy ganando,” Camila respondió con calma.
Esa noche, cuando regresó a su suite del hotel, encontró un sobre sobre la mesa. Dentro había una foto antigua de ella y su madre, cuando aún vivían en el barrio humilde de Buenos Aires. Detrás, estaba un nombre: "León Varela".
“Mi padre…” susurró Camila. Un hombre que había desaparecido sin dejar rastro, un hombre que su madre había jurado olvidar. ¿Por qué ese nombre ahora?
Las sombras de su pasado comenzaban a alargarse. Y, como una jugadora que ya no temía a las piezas, Camila estaba dispuesta a enfrentarse a todo lo que se interpusiera en su camino.
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fantasia, título: él me juró lealtad, yo le dediqué venganza géneros: romance
Editado: 18.05.2025