Camila llegó al lugar indicado por León Serrano con el corazón latiendo como si cada paso la acercara a una verdad demasiado grande para ser contenida. No era una oficina, ni un despacho. Era una finca antigua, escondida en las afueras de Madrid, rodeada de viñedos que olían a historia y a secretos.
Un mayordomo la recibió con un gesto solemne.
—Señorita Camila, el señor la espera en el estudio.
La puerta del estudio se abrió lentamente. Allí estaba él. León Serrano. Alto, imponente, con el cabello gris cuidadosamente peinado hacia atrás, y unos ojos idénticos a los suyos.
Camila no dijo nada. Solo lo miró. Durante tantos años, había odiado su ausencia, su silencio. Pero ahora que lo tenía delante, lo que sintió no fue odio. Fue... reconocimiento.
—Te pareces tanto a tu madre —dijo él, con voz baja y quebrada por el tiempo—. Es como verla regresar a mí después de décadas de oscuridad.
Camila tragó saliva.
—¿Por qué me abandonaste?
León cerró los ojos.
—No fue abandono. Fue protección. Cuando supieron que eras mi hija, intentaron matarte. Me obligaron a desaparecerte. Tu madre huyó contigo. Yo… hice un trato con el demonio para mantenerte a salvo.
—¿Diana Ortega? —preguntó ella, ya sabiendo la respuesta.
—Y muchos otros. Ella solo fue la mano visible. Pero hay nombres que aún no has oído. Nombres que controlan gobiernos, medios, corporaciones.
León se acercó y le tendió un sobre.
—Aquí están los nombres. Y las pruebas. Pero si decides abrir esta caja de Pandora, ya no habrá vuelta atrás.
Camila lo tomó sin vacilar.
—Mi vida dejó de tener vuelta atrás el día que enterré a mamá con más preguntas que respuestas. El mundo me debe una verdad. Y yo voy a cobrarla, cueste lo que cueste.
Mientras tanto, en Buenos Aires, Emilia, la supuesta asistente leal de Diana, recibía un mensaje cifrado. Al leerlo, sus manos temblaron.
“Camila ha despertado. El proyecto León está activo. Código rojo.”
Emilia borró el mensaje, se miró al espejo, y murmuró:
—Al final, ella también lleva mi sangre… Aunque aún no lo sepa.
De regreso en Madrid, Camila salió de la finca con una carpeta sellada bajo el brazo. La noche la envolvía, pero ella ya no caminaba con miedo. Caminaba con destino.
Ese mismo día, emitió una convocatoria de prensa. Apareció en pantalla con un nuevo título bajo su nombre:
“Camila Serrano. Heredera del Imperio León.”
La noticia recorrió el mundo como una tormenta. Las bolsas se agitaron. Los aliados ocultos salieron de las sombras. Los enemigos también.
Pero Camila no temía. Por primera vez, tenía un apellido que protegía, pero sobre todo, tenía la voluntad de hacerle honor.
—Empieza la verdadera guerra —susurró, mientras la cámara la enfocaba.
Y con una media sonrisa de venganza pura, Camila entró oficialmente en el juego donde los reyes también caen... y las reinas coronan con fuego.
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fantasia, título: él me juró lealtad, yo le dediqué venganza géneros: romance
Editado: 18.05.2025