El silencio.
Esa cosa tan simple, tan aparentemente inofensiva, era ahora lo único que llenaba el aire.
Camila estaba sola en la antigua finca de los Herrera, en las afueras de Sevilla. Había pasado meses cerrando círculos, firmando papeles, devolviendo lo que no le pertenecía y guardando para sí solo lo que jamás nadie podría arrebatarle: sus decisiones.
El sol se filtraba entre las hojas de un viejo olivo. El mismo árbol bajo el cual Elías le había prometido amor. El mismo árbol que, años después, fue testigo de su ruptura.
Hoy, Camila no lloraba.
Tampoco sonreía.
Simplemente… recordaba.
Una carta aguardaba en su regazo. No estaba escrita por ella. Tampoco por Valeria.
Era de alguien que jamás creyó conocer:
"No nací para ser héroe.
Nací para proteger a una.
Si alguna vez lees esto, Camila, quiero que sepas: el infierno no pudo conmigo. Porque cada vez que caía, pensaba en ti de pie.
Tu hijo tiene tus ojos."
La firma era un nombre en clave: Sombra Roja.
El mismo nombre que había aparecido en múltiples reportes de inteligencia sobre operaciones secretas contra tráfico humano en Europa del Este.
Camila cerró los ojos.
Él estaba vivo.
O al menos, su causa lo estaba.
De pronto, el chirrido de la verja rompió el silencio.
Una figura adolescente, de unos 17 años, se detuvo frente al árbol. Tenía el cabello negro como la tinta y la expresión marcada por un pasado que aún no se contaba.
—¿Camila Herrera? —preguntó.
Camila se levantó con lentitud, como si sus huesos recordaran cada guerra que había librado.
—¿Quién pregunta?
—Soy Dante.
—¿Y qué quieres de mí, Dante?
El chico bajó la mirada, inseguro… y luego levantó la cabeza con una fuerza que no venía de su edad, sino de su historia:
—Quiero que me entrenes.
Quiero que me enseñes cómo se destruye una dinastía sin convertirse en uno de ellos.
Camila respiró hondo.
—¿Y estás dispuesto a pagar el precio?
Dante asintió.
—Ya lo pagué. Solo quiero que ese dolor… tenga sentido.
Esa noche, Camila encendió una sola vela.
Y escribió en una nueva libreta:
“No soy madre de sangre.
Pero sí de destino.
Esta vez, no pelearé por mí.
Esta vez, entrenaré al próximo rugido.”
Y así, entre la oscuridad y la brisa de un pasado que aún ardía en las sombras, nació algo más fuerte que el miedo.
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fantasia, título: él me juró lealtad, yo le dediqué venganza géneros: romance
Editado: 18.05.2025