La primera luz del alba teñía de dorado las paredes frías de la mansión, pero dentro, un fuego ardía con más fuerza que cualquier amanecer. Camila estaba sentada frente a la ventana, sosteniendo aquella carta amarillenta que había encontrado entre los papeles olvidados de su madre. Cada palabra escrita con tinta que el tiempo no había logrado borrar resonaba en su corazón con una intensidad que la hacía sentir vulnerable y poderosa al mismo tiempo.
—“Hija mía, si algún día lees esto, es porque el destino quiso que aprendas la verdad que yo no pude revelar…” —musitó con voz quebrada—. No es solo mi historia, es la tuya también.
Su mente repasaba las batallas, las traiciones y las noches en vela donde la desesperanza había querido dominarla. Pero también recordó las pequeñas victorias, las alianzas inesperadas y ese amor que Dante le había demostrado, firme como un faro en medio de la tormenta.
Dante entró silencioso, sus pasos resonando con cuidado para no romper el momento.
—Sé que todo esto no termina aquí —dijo él, apoyando una mano sobre el respaldo de la silla—. Pero estamos listos. Más fuertes.
Camila lo miró, sus ojos humedecidos por la emoción. Se levantó, dejando la carta sobre la mesa, y caminó hacia él. Sus manos se entrelazaron con las suyas, como sellando un pacto silencioso.
—No solo luchamos por nosotros —respondió—. Luchamos por todos los que creen que el cambio es imposible. Por los que aún están atrapados en las sombras.
En ese instante, el teléfono de Camila vibró sobre la mesa. Un mensaje de video. Lo abrió con curiosidad y vio a un joven desconocido, desafiando con valor a un magnate corrupto en una ciudad remota. La pasión en sus palabras y el coraje en su mirada eran un reflejo del fuego que ella misma había encendido.
—¿Quién es? —preguntó, un destello de sorpresa en su voz.
—Alguien que ha escuchado nuestra historia —respondió Dante—. La llama que encendimos ha cruzado fronteras. Hay más como nosotros, Camila. Más luchadores.
Ella respiró hondo, sintiendo cómo una mezcla de responsabilidad y esperanza la envolvía. Sabía que esta victoria era solo un capítulo, no el final.
—Este es nuestro legado —dijo con firmeza—. No podemos detenernos ahora.
Se acercó a la ventana, mirando el horizonte donde el sol ya brillaba pleno. La ciudad despertaba, llena de promesas y desafíos. En su pecho, la determinación ardía más fuerte que nunca.
—Que venga lo que tenga que venir —susurró—. Estoy lista.
Porque la historia de Camila no terminaba en las cenizas del pasado. Renacía con la fuerza de un fuego indomable, lista para enfrentar el mañana.
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fantasia, título: él me juró lealtad, yo le dediqué venganza géneros: romance
Editado: 18.05.2025