Me desperté con dolor de cabeza. Por suerte era sábado y no tenía que ir al colegio. Me levanté, me puse ropa cómoda y bajé a la sala.
—¿Mamá? —llamé, pero no hubo respuesta.
—¿Papá? —nada tampoco.
Saqué mi celular y marqué a mamá.
—Hola, cariño —contestó su voz.
—¿Dónde están? —pregunté confundida.
—Tu papá y yo nos fuimos de viaje por nuestro aniversario. No queríamos despertarte.
—Ah, ya… está bien.
—Podrías quedarte en el departamento de tu hermano.
—Sí, mamá.
—Avísale tú, yo no le dije nada. Cuídate.
—Que la pasen bonito, los quiero.
Colgué y fui al departamento de Sebas. Como imaginaba, no había nadie. Me tiré en mi cama y me puse a ver series hasta quedarme dormida.
El ruido de la puerta me despertó. Seguro eran Sebas y Carlos. Iba a salir a saludarlos, pero escuché su conversación y me quedé en la escalera.
—Así que estás saliendo con Sofía —dijo mi hermano riéndose.
—Sí —contestó Carlos.
—Me imagino que debe ser buena en la cama para que formalices, porque siempre tienes varias detrás de ti.
—Lo es, pero no es nada serio todavía —respondió él.
Sentí un nudo en la garganta. Escuchar eso dolió más de lo que esperaba. Claro… Sofía era una mujer, no una niña como yo. Carlos nunca iba a verme con otros ojos. Qué estúpida había sido al ilusionarme.
No quise seguir oyendo, así que fingí que recién salía de mi habitación.
—¡Sebas! —dije bajando las escaleras.
—Anto, ¿estabas aquí? Mamá no me dijo nada.
—Se fueron de viaje por su aniversario. Me pidió que me quedara esta noche aquí.
—Está bien. ¿Quieres comer algo?
—Sí.
—Voy a comprar —dijo saliendo.
Me quedé sola con Carlos.
—¿Quieres ver una película? —preguntó él.
—Sí, está bien.
Me senté a su lado y puso una peli. Sin darme cuenta, me quedé dormida sobre su pecho. Cuando desperté, me levanté rápido, avergonzada.
—Despertaste. Parecías una niña durmiendo así —dijo sonriendo.
Claro, siempre me veía como eso: una niña.
—Tu hermano vino hace rato, pero se fue a la empresa de tu papá. Te dejó comida en la mesa.
—Gracias —dije bajito.
Fui a comer, luego a mi habitación. Carlos hablaba por teléfono, pero no quise escuchar. Me acosté a dormir.
Más tarde, sonó mi celular. Era Sebas.
—Anto, mamá ya está en casa. Dice que puedes volver. Yo estoy en la empresa, así que ve sola. O si está Carlos, dile que te lleve.
—Está bien —respondí.
Bajé y vi a Carlos… no estaba solo. Una chica lo acompañaba.
—Anto, ¿tu hermano te avisó? —me dijo él.
—Sí, ya me voy.
—Te llevo.
—Pero amor, íbamos a ir… —dijo ella molesta. Supuse que era Sofía.
Tragué saliva y sonreí como si nada.
—No gracias, tengo que comprar algo. Me voy sola.
—Está bien, cuídate —me dijo, dándome un beso en la frente.
Vi cómo Sofía frunció el ceño al ver ese gesto. Yo solo me despedí y regresé a casa. Subí a mi cuarto y rompí en llanto. Tomé el celular y marqué a Carla.
—¿Puedes venir? —pregunté con voz quebrada.
Ella no hizo preguntas, solo dijo que sí. Minutos después llegó y me abrazó fuerte. Nos encerramos en mi cuarto y le conté todo.
—¿Y entonces qué vas a hacer? —me preguntó.
—¿De qué? —dije limpiándome las lágrimas.
—¿Vas a seguir viendo a Carlos o ya no?
—Ya no. ¿Para qué? Si está con ella… solo me dolería más. Prefiero no verlo.
—Entonces tienes que olvidarlo.
—No es tan fácil —susurré.
—Dijo que le gustan las que son buenas en la cama, ¿no? —me recordó Carla.
—Sí… —contesté bajando la mirada.
—Bueno, Anto, tú aún no tienes experiencia en eso.
—Eso puede cambiar —dije decidida.
—¿Hablas en serio? Pero para eso tendrás que dejar de rechazar a los chicos —sonrió con picardía.
—Ya no lo voy a hacer.
—Perfecto. Mañana hay una fiesta en la casa de Ricardo. Puede ser una oportunidad.
—Está bien, le pediré permiso a mi mamá.
Bajé a hablar con ella.
—¿Puedo ir mañana a una fiesta de cumpleaños mamá?
—¿A qué hora vas a volver?
—Cuando termine. Solo es una fiesta de cumple.
—Está bien, pero no llegues tarde.
Asentí y subí a mi cuarto.
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Editado: 25.09.2025