El mejor error de mi vida

Capítulo 4

Tras la llamada a mi abuela el domingo de madrugada, no pude conciliar el sueño. El día se me hizo eterno a pesar de que intenté mantenerme ocupada. Fui a correr, preparé tentempiés para el viaje, escogí mi ropa cuidadosamente, la coloqué en la maleta, avancé trabajo para pode devolver los ensayos y actividades que habían realizado mis alumnos ya corregidos nada más volver... Pero nada de eso facilitó que las horas pasaran más deprisa. Estuve mirando constantemente el reloj y me molestaba hacerlo. Ya había hablado con mi abuela por teléfono y estaba bien, pero es como si necesitara comprobarlo en persona. 

A pesar de toda la ansiedad sufrida el día anterior, por fin es lunes. Bajo a desayunar pronto, más emocionada que nerviosa y tras engullir un bol de avena con nueces, vestirme con ropa cómoda y comprobar que haya cogido todo lo importante y algo de trabajo, cargo la maleta en el coche feliz por ver a mi abuela. Hará unos cuatro meses que no la veo. La vuelta al trabajo, las vacaciones de verano fuera del país y la abuela, que siempre tiene algún acto que hacer en la residencia o alguna conferencia a la que asistir... Nos ha impedido encontrarnos, hasta hoy.

Conduzco hasta Point Clear, ubicada en el condado de Baldwin. Parecido a Fairhope, es un pequeño pueblo de tan sólo 1876 personas, donde mi abuela fundó, hará cerca de seis años, una residencia de ancianos. El edificio antiguo, pero reformado al completo es de una belleza espectacular. Las losas de piedra pulidas, la gran entrada, con una señorial valla y un maravilloso jardín delantero, una piscina cubierta en la parte trasera con una enorme pérgola y solarium y un pequeño gimnasio funcional al aire libre en el lateral son solo algunas se las instalaciones que puedes encontrar paseando por el exterior de la edificación. Todo, por supuesto, escogido con el mayor de los gustos. 

Cualquiera podría preguntarse qué hace mi abuela en una residencia de ancianos si tiene todas y cada una de sus facultades intactas y sería una muy buena pregunta, pero, tratándose de mi queridísima abuela hay una cosa que debéis saber, nunca, nunca, sigue las normas de lo establecido. La residencia de ancianos es más parecida a una residencia universitaria que a un asilo. Todos los fines de semana hay celebraciones, reuniones, excursiones... Es más un centro de ocio en el que todos conviven. Mi abuela, viajera y nómada sin remedio, encontró que a su avanzada edad necesitaba un respiro y un sitio en el que asentarse, pero ningún piso, casa de campo o mansión la hacía sentirse como en casa. Demasiado espacio para ella sola, demasiado aislado en otras ocasiones, demasiado bullicio al tratarse de grandes ciudades... Una tarde, quedó a tomar café con una amiga suya, cuyo marido había fallecido no hacía mucho. Ambas estuvieron charlando en la cafetería del hotel donde mi abuela se alojaba por aquel entonces y decidieron irse a vivir juntas. Su amiga no soportaba estar sola cuando había compartido toda su vida, un hogar lleno de amor con su marido y mi abuela no quería una triste casa para ella. Todo el proyecto empezó así. Pocos meses después conocieron a otro viudo que ya no tenía familia, ni siquiera amigos que siguieran con vida. Pasaba sus días paseando por el parque sin ilusión. Él también se mudó con ellas.

La casa empezó a quedarse pequeña cuando más personas, en las mismas condiciones, se mudaron con ellas y tras meses dándole vueltas para poder seguir ofreciendo un lugar que compartir a un público cada vez más amplio, fundó lo que ahora se conoce como "Residencia Happy Side". El motivo principal por el que fundó la residencia fue poder ofrecer a aquellas personas que se hayan quedado sin familia, pero que aún tienen ganas de disfrutar de la vida, un lugar donde puedan hacerlo en compañía de iguales. Y vaya si lo hizo. Con la reforma del edificio cada persona tiene su espacio, decorado al gusto de cada habitante y las zonas comunes se decoraron en un estilo más neutro para intentar satisfacer el gusto de todos. Por otro lado, las actividades que allí se realizan son innumerables, lo que les proporciona un estilo de vida activo y flexible a los miembros de "Happy Side" que en cualquier otra residencia, no podrían disfrutar. Aunque no todo es gracias a mi abuela y a sus ideas hippies, las personas que habitan el edificio no son dependientes y no necesitan cuidados, tan sólo compañía, lo que facilita la convivencia y las necesidades de los habitantes.

Las letras "Happy Side" hacen que mis ojos se iluminen, he llegado a mi destino. Aparco rápidamente en la entrada y bajo del coche. Mi abuela está esperándome acompañada de un hombre alto, de su edad aproximadamente. Mantiene una buena postura y sus facciones afroamericanas indican que debía haber sido un joven muy atractivo. Sonrío para mis adentros. No tiene remedio. 

—¡Abuela! —exclamo antes de ir corriendo a abrazarla.

Siento unas ganas irremediables de darle un cálido achuchón, hacía demasiado tiempo que no nos veíamos... Me inclino ligeramente para rodearla con los brazos. Es una mujer menuda, delgada, de cabellos rubios y piel oscurecida por pasar largas horas bajo el sol durante años.  

—Mi pequeña Emma —saluda mi abuela cuando aún estoy entre sus brazos.

—¿Cómo estás? —pregunto separándome de ella a regañadientes. 

—Muy bien, estupendamente —contesta ella, cuando dice la palabra "estupendamente" mira de reojo al hombre que está a su lado involuntariamente, gesto que no me pasa desapercibido —¿Tú estás bien? -asiento con la cabeza y le dedico una sonrisa. Sujeta mis manos con cariño mientras me sonríe con repentina timidez -Por cierto, cariño, quiero presentarte a Dominique, es mi... —piensa intentando encontrar las palabras correctas para describirle —pareja. Dominique, ella es mi única y preciosa nieta, Emma.



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En el texto hay: desamor, amor, sorpresas y dudas

Editado: 31.07.2021

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