El mejor error de mi vida

Capítulo 6

—¡Buenos días! —exclamo sacando la cabeza por la ventanilla cuando veo que Owen se acerca hacia el coche.

He seguido llevando a Owen el resto de la semana. Su coche, desgraciadamente, ha pasado a mejor vida.

Cuando lo volví a llevar el miércoles, Owen propuso ir a por un café, como forma de pago y terminamos comiendo o yendo a una cafetería por las tardes, el jueves ambas, desde entonces. Al principio estaba un poco incómoda, en parte por mi flechazo inicial y en parte por la actitud de las profesores conmigo por pasar tanto tiempo con el compañero nuevo, pero... Tras esto, pensándolo lógicamente, la conclusión fue que no puede hacer mal tener otro amigo. Además, él necesita conocer la ciudad y yo de pronto siento la necesidad de salir de casa, por lo que ahora acepto encantada sus invitaciones, incluso propongo yo algún que otro plan. Estoy irreconocible, ¿Verdad?

—Buenos días a mi salvadora —me llama así desde que le rescaté de la fastidiosa lluvia. Empezó a bromear con que era su ángel de la guarda y... Así surgió esta pequeño saludo privado.

—Hola torpe —digo viendo las pequeñas manchas de café en su chaqueta —No hay un solo día que no te manches. ¿No te da vergüenza? Tres de tres... 

Se ríe mientras entra en el vehículo.

—Intento batir un récord —sonríe y echa la cabeza hacia atrás con un gesto encantador. Su pelo, que imagino esponjoso cual nube cambia de dirección y su sonrisa hace que me distraiga— ¿Arrancamos?

—¡Ah! Sí, sí— intento no mostrarme interesada, ser una amiga para Owen al igual que él lo está siendo para mí, pero... La verdad es que cada día que paso con él se me hace más difícil puesto que más descubro acerca de su forma de ser y más me gusta. El motivo por el que ya no estoy incómoda no es que el flechazo inicial se haya desvanecido, es que he aprendido a disimularlo mejor.

—¿Qué tal la corrección del examen de biología? —pregunta. Ayer cuando estuvimos tomando café nos llevamos un par de tareas que teníamos que hacer. En mi caso, unos cuantos exámenes acerca de microorganismos, él, unos exámenes de inglés. Mientras charlábamos acabamos por corregirlos casi todos.

—La mayoría bien, sorprendentemente bien de hecho, ya viste algunas de las notas —de pronto recuerdo el más desastroso de los exámenes —excepto Kevin. No sé qué va a hacer con su vida si sigue así, quizá repita —sacudo la cabeza —hace un par de años no era para nada así. Creo, sinceramente, que no le está sentando muy bien la adolescencia. Puso cada barbaridad que al final me serví una copa de vino y me lo tomé como un espectáculo cómico— admito riendo.

—¿Siempre le ves el lado positivo a todo? —pregunta mirándome con una media sonrisa y una mirada curiosa.

—A todo no— digo recordando las cosas que todavía hoy no me dejan vivir en paz. Cambio mi actitud sombría inmediatamente pues no deseo que me pregunte por ello— A esa chaqueta no, por ejemplo. Tendrás que llevarla a la tintorería

Él ríe ante mi comentario. Me gusta su risa. 

—Veré si mi chófer me lleva a hacer el recado— me guiña el ojo.

A pesar de no saber demasiado sobre él todavía, tengo que admitir que nos llevamos estupendamente. Siento que tenemos personalidades afines. Hemos pasado mucho tiempo juntos los últimos días, a pesar de que en un principio mi intención era evitar esto a toda costa y ahora estoy dividida. Por una parte, tengo la necesidad de huir a otro planeta, o algo más realista, a otro lugar lejos de aquí, que me aparte de lo que podría llegar a sentir por él. Por otra parte... Disfruto de su compañía, es un hombre interesante, culto, torpe, extraño y para que mentir guapo. Esos ojos llaman la atención de cualquiera y más que por el color, que es precioso, es por el tipo de mirada, cálida y cercana, una mirada amigable.

Lucho internamente contra la necesidad de alejarle de mí. Lo que siento no tiene que ser algo negativo. De hecho, cuando no siento absoluto terror, me hace sentir bien. Quizá haya pasado demasiado tiempo, demasiado como para recordar la parte buena de que alguien te guste. Debería permitirme ser feliz o al menos intentarlo. ¿Y si me corresponde? ¿No tengo derecho a seguir con mi vida? No puedo continuar en el eterno limbo de las relaciones esporádicas.

 

Al finalizar las clases accedo a llevarle a la tintorería. Su sonrisa es agradecimiento suficiente, pero cuando salimos del establecimiento, insiste en ir a tomar un café, a una pequeña cafetería, situada dos calles más abajo.

—Si no me hubieras traído me habría perdido seguro— admite —ni con GPS, vamos.

—Tranquilo, al final te aprenderás todo esto en un santiamén, ya verás.

Una camarera aparece en nuestra mesa. Tendrá más o menos nuestra edad, quizá un poco más joven, rubia, con el pelo recogido en una coleta y cara de no haber roto un plato en su vida, aunque su mirada diga todo lo contrario. La chica empieza a tomarnos nota, no pasando por alto el atractivo de Owen.

—¿Qué desean tomar, pareja? —pregunta mirándonos.

—Nosotros no... —empiezo, pero la voz de Owen me interrumpe.

—Un capuchino, por favor— sonríe y me señala con la cabeza para que pida.

—Yo un bombón— pido.

—Marchando, en cinco minutos estoy de vuelta.

Le miro curiosa. Él mantiene su sonrisa y me pregunto por qué no me ha dejado decirle que no somos pareja. ¿A caso estoy en lo cierto y se siente atraído por mí? ¿O es tan sólo mi vívida imaginación jugándome una mala pasada? Tal vez, simplemente, no quiera darle explicaciones a la camarera... ¿Por qué motivo habría que ofrecérselas de todos modos?



#5198 en Novela romántica
#1417 en Chick lit

En el texto hay: desamor, amor, sorpresas y dudas

Editado: 31.07.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.