Hoy es la mañana antes de nochebuena, y me he obligado a salir de casa a dar una vuelta y comprar algo en el supermercado, porque llevo desde ayer vomitando todo lo que como y supongo que será porque desde que Fabián no está estoy comiendo bastante mal, así que debo hacer algo para cambiar eso.
Apenas salgo 20 minutos y al volver me encuentro a Carla y Lorenzo, los padres de Fabián en la puerta de casa a punto de irse.
—Buenas, ¿Qué hacéis aquí? —les digo con una sonrisa mientras los saludo con un abrazo.
—Había venido a ver que tal estabas y a traerte unas croquetas, que yo sé que te encantaban —me dice Carla con una sonrisa mostrándome el táper que lleva en la bolsa mientras Lorenzo parece a punto de echarse a llorar.
—Muchas gracias, la verdad es que tus croquetas me encantan, yo había salido al supermercado a comprar un par de cosas —les explico mientras abro la puerta y los invito a pasar.
Carla entra en casa con una enorme sonrisa, mientras que a Lorenzo le cuesta un poco entrar en una casa en la que todo le recuerda a su hijo.
—Vanessa, nosotros en realidad hemos venido a hablar contigo —me dice Lorenzo, quien apenas me había dirigido la palabra después de lo ocurrido.
—Ya sé que queréis que os devuelva las cosas de vuestro hijo, pero la verdad es que todavía no estoy preparada para ello —les digo sin poder contener las lágrimas.
—No, cariño, no es eso, las cosas de Fabián son tus cosas y nosotros nunca te quitaríamos nada, pero lo que nosotros queremos decirte es que queremos seguir manteniendo el contacto y que sigas siendo nuestra nuera pase lo que pase —me dice Carla sin poder evitar que las lágrimas broten de sus ojos mientras me abraza.
—Para nosotros eres como una hija —dice Lorenzo con un pequeño hilo de voz y rompe a llorar junto a nosotras.
—Os quiero mucho y la verdad es que pensaba que estabais enfadados conmigo por todo lo ocurrido, yo le habla fatal a vuestro hijo la última vez que lo vi y eso es algo de lo que siempre me arrepentiré a pesar de que lo amo con todo mi corazón —les respondo y ellos sonríen a pesar de estar llorando.
Tras un buen rato en el que todos nos desahogamos llorando, finalmente nos calmamos y comenzamos a sonreír.
—Te he traído unas fotos de las pasadas Navidades y la verdad es que tengo mucha curiosidad con una de ellas, ya que hijo se ve extremadamente feliz y no conocemos el motivo —me dice ella mientras me muestra una hermosa foto en la que yo no puedo evitar sonreír recordando lo ocurrido ese día.