—No, no iré mamá, la noche buena la pasaré con unos amigos.
—Siempre es lo mismo Cris, siempre es lo mismo. Tu abuelo y tu abuela esperan solo un día al año para verte, tus tíos también, tus primos. Todos te esperan.
—Ay por favor mamá. Déjate de cursilerías. Abuela y abuelo tienen muchos nietos, no me extrañaran un año sino voy.
—No seas ingrato Cris, tus abuelos ya son viejos, les queda poco tiempo de vida para disfrutar de su familia. En la pascua, no pudimos estar reunidos, al menos ésta navidad, deja tu egoísmo a un lado y muestra ese lado humano que tienes, que tus abuelos y yo te lo vamos a agradecer.
No sé en qué momento mi hijo ha cambiado tanto. Sé que es un adolescente, que está pasando por una etapa complicada y que por mi trabajo tengo poco tiempo para él. Pero no entiendo porque ese rechazo hacia la familia.
—Ya te lo he dicho mamá, ya hice planes para esta navidad. La pasaré en casa de Pablo, estaremos todos reunidos. No seas tú egoísta. Ve tú a pasar con los abuelos, al final de cuentas son tus padres. Y no están tan viejos. Vivirán muchos años más, el siguiente año pasaré con ustedes.
Toma su mochila colgándolo en su hombro.
—Y ya me voy mamá, se me hace tarde para la escuela.
Aprieto mi frente con la palma de mi mano recostándome con la otra en el mesón. Siento la mano de Sergio, mi pareja, sobre mi hombro.
—Es un adolescente.
—¿Qué es lo que hice mal con él?
—Nada, no hiciste nada malo Paz, es simplemente un niño que está creciendo, quiere compartir con jóvenes de su edad.
Intenta consolarme, pero siento que esto es mi culpa por dejarlo mucho tiempo solo y por la ausencia de su padre, lo sé, lo siento.
—¿Entonces, que es lo que harás con él?
Giro a mirar a Sergio.
—¿Y quieres que lo obligue para que mi hijo tenga más rabia hacia mí?
El solo me estrecha en sus brazos, besando mi frente.
—No tiene rabia hacia ti, Paz. No digas eso. Déjame hablar con él, ¿Si? —me toma del rostro con sus manos.
—No, no Sergio, sabes que no, es mi hijo, debo lidiar con él yo como su madre, no te dejaré una responsabilidad que no te corresponde.
—Pero quiero hacerlo, no es una obligación para mí Paz, yo quiero mucho a Cris, solo intentaré hablar con él de hombre a hombre. Déjame intentarlo.
Pongo mala cara, estoy cansada, esta semana ha sido agotador en el hospital, con 48 horas de trabajo seguido, noches sin dormir. Amo mi trabajo, darle un poco de felicidad a esas personas me llena de gran satisfacción y más en estas fechas, que muchos son olvidados por su propia familia.
Gracias a que trabajé horas extras y días continuados, ésta navidad podré tener libre y viajar a Culiacán a visitar a mis padres y pasar las fiestas con mi familia. Hace un año que no los veo, y los extraño bastante.
—¿Te acompaño al hospital?
—Tienes que recoger a tu hija.
—Te dejo y paso a buscarla —Sergio es padre soltero al igual que yo. Tiene una hermosa hija de apenas 4 años que la lleva todos los días a la guardería cuando debe trabajar. Llevamos apenas meses de relación, pero lo quiero mucho, es un gran hombre, trabajador y respetuoso.
Y al parecer Cris lo acepta, aunque con él no sé qué puedo esperar.
Solo Dios sabe lo que nos tiene preparado. No pasa un día en que no ore por él.