Capítulo 3.

—¿Amor, puedo pasar?

Observo a Cris jugando su video juego. Solo me mira y vuelve su vista al televisor, sin dejar de mover sus manos.

Me siento con lentitud en su cama a su lado. Siempre como madre y él como un chico adolescente he respetado su espacio.

—Cris, hijo, ¿Puedo pedirte algo?

—¿Qué quieres mamá? ¿Es algo importante, no puede esperar?

Me siento muy triste que mi hijo ni siquiera me dedique una mirada, que no tenga un minuto para mí, después de que yo lo he criado con tanto amor, con tanta paciencia.

—Es sobre la noche buena.

—Mamá, no quiero hablar de eso, ya te lo dije, no iré, punto, ya tengo planes y no las voy a cambiar. No iré a la casa de mis abuelos. No iré.

—Sí lo sé, cariño, lo sé. Justamente es por eso. Hoy y mañana tengo turno de la noche en el hospital, ¿Qué te parece si me acompañas?

—¿Al hospital? ¿Y yo que iré a hacer en un hospital de cáncer? ¡Mamá!

Deja el control del video juego sobre sus piernas para finalmente mirarme.

—Es lo que te pido a cambio, y la noche buena pasarás con tus amigos, te excusaré con tus abuelos. Ellos de seguro entenderán.

Se muerde el labio, arruga el ceño, se mantiene en silencio e inclina la cabeza.

—Es solo para hacerme compañía, no harás nada, solo harás mis recorridos conmigo por las habitaciones de los pacientes y ya. Ya que no pasaremos la noche buena juntos. Me gustaría pasar estos días contigo al menos. Ya que nos vemos poco y compartimos muy poco.

—Mamá, no sé porque me pides eso. ¿Qué puedo hacer yo allí? Solo te voy a estorbar.

—Porque tú también me pides cosas, y no podré pasar la Navidad con mi hijo, al menos quiero pasar estos dos días contigo Cris, no seas egoísta con tu madre.

Parpadea una y otra vez.

—Está bien, sino queda de otra.

Lo sujeto del rostro y beso su frente.

—Gracias cariño, te amo, lo sabes ¿Verdad?

—Lo sé mamá, también te amo.

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