¿el mejor sabor de helado? Tú (tqst Libro #3)

Primera cita

 

 

Se recostó sobre la silla y notó los persistentes ojos de sus amigos sobre él. Le habían dicho que se marchaban, pero no era idiota, estaba clarísimo que iban a esconderse en algún lugar de la cafetería. De he- cho, hacía cinco minutos los había localizado al otro lado en una de las mesas que estaba medio oculta por una columna.

Volteó hacia ellos e inmediatamente Dan y Sonia fingieron que ha- blaban con Evan; José miró hacia Kyle y Damián fingió leer un perió- dico. Las únicas a las que les dio igual ser descubiertas eran Dafne y Ann, que comenzaron a saludarlo con emoción. Esas dos siempre tan descaradas.

Como era de esperar la única con decencia era Nora, que leía un libro. Por cosas como esas, ella era su mejor amiga.

¿Y Triz? Buscó con la mirada a la peliblanca y la encontró sentada frente a Nora, muy concentrada examinando la tablet mientras escu- chaba música con los cascos de Dan.

¿Él en una cita y Triz escuchando música? Lo normal era que estuviese cámara en mano grabando esta locura. Vio la cámara de vídeo sobre la mesa apuntando hacia él y suspiró, eso ya parecía algo más como ella. Aun así, seguía con una sensación extraña, después de casi dos horas dándole la lata con que le concediese una entrevista no podía creer que no estuviese prestando atención a su cita, eso no era típico de ella.

Se cruzó de brazos y vio como la chica que estaba frente a él con- tinuaba hablando, asintió un par de veces para que supiera que le ha- cía caso y ella le sonrió de vuelta. Era bastante guapa, castaña clara, ojos grises y tímida sonrisa pero acompañada de una gran delantera.

 

Le haría más caso si no fuera porque se sentía como si estuviese en el Gran Hermano. ¿Cómo querían que le prestase atención si los tenía a todos espiando?

Volvió a mirar hacia sus amigos y Dafne y Ann volvieron a saludarlo y enviarle ánimos mientras los demás fingían que no lo espiaban. En- trecerró los ojos al ver que Triz aún continuaba mirando la pantalla de la tablet y movía la cabeza con ritmo.

¿Qué demonios escuchaba con tanto interés?

Meditó durante unos segundos y finalmente chasqueó los dedos. La muy entrometida había puesto un micro.

—¿Sucede algo? —le preguntó ¿Lucía?

Bueno, daba igual como se llamase, no iba a tener una segunda cita con ella.

—No, todo va genial —respondió agitando la cabeza con despreo- cupación y sonriendo con malicia—. Solo estaba pensando en mi ami- ga Triz, es que tiene un fetiche de lo más raro.

Lucía pareció un poco confusa por el cambio de tema, pero no pare- ció importarle mucho. ¿A quién no le gustaba un buen cotilleo?

—¿Triz? ¿La chica del periódico Noticias Tatata-chán? —curioseó Lucía, él asintió con fuerza.

—Esa misma —aseguró mirando de reojo hacia Triz, que había de- jado de fingir que movía la cabeza al son de la música y ahora mismo estrujaba la tablet con fuerza—. Resulta que ha desarrollado un fetiche sexual hacia los maniquís, la pillamos el otro día en el probador de H&M medio desnuda frotándose cont…

—¡Suficiente! ¡Es suficiente! —gritó una furiosa Triz caminando ha- cia él—. ¡Quitaré el micro, tú ganas!

—¡Pero si estaba llegando a la mejor parte! —protestó divertido, Triz lo fulminó con la mirada y siguió caminando hacia su mesa, cuan- do llegó se agachó y sacó un pequeño micro negro—. Que no se te olvide el segundo.

—¡Arg! —exclamó Triz agachándose de nuevo para sacar otro mi- cro—. ¿Contento?

—Ya que estás, podrías dejar de grabarnos —pidió amablemente, pero Triz enarcó una ceja.

 

—Ni lo sueñes —indicó la peliblanca con voz firme, pero luego ladeó la cabeza como si sopesase una idea.

—No.

—¡Si no sabías qué iba a decirte! —protestó Triz colocando las ma- nos sobre la mesa.

—Pretendías chantajearme, el vídeo por una entrevista —contestó viendo divertido cómo Triz chirriaba los dientes con irritación—. Jefe táctico de Góngora, ¿recuerdas?

—¿Erais estudiantes de Góngora? —preguntó Lucía con sorpresa, por lo que sonrió con malicia.

Por su reacción estaba claro que era de las que temía a su antiguo instituto. Usaría eso para librarse de ella.

—No solo estudiantes, éramos los jefes —contestó con orgullo sa- biendo lo que venía a continuación.

—Yo… bueno, acabo de recordar que había quedado con una ami- ga. Me ha encantado conocerte. —Lucía recogió sus cosas y salió como alma que lleva el diablo, él la despidió con la mano y luego miró a Ann, que entrecerraba los ojos con fastidio.

—Primera cita: fracaso total —anunció Triz mientras extendía las manos hacia el infinito con mirada soñadora—. ¿Quién se alzará con el corazón de este cabezota rubio? Lo sabremos próximamente.

Puso los ojos en blanco y dejó que Triz fantasease un poco antes de amenazarla con retocar sus fotos y hacerla parecer una loca obsesionada con los maniquíes.

—¿Qué le dijiste para espantarla así? —exigió Ann golpeando la mesa con furia, él levantó las manos con inocencia y señaló a Triz.

—Fue su culpa. —Triz abrió la boca para protestar, pero Ann gol- peó la mesa con fuerza.

—Me importa un pimiento de quién fuera la culpa —gritó su her- mana, que los miró a ambos con desaprobación—. Suerte que preparé dos citas para hoy, la siguiente chica vendrá en una hora. ¡Ni se te ocurra espantarla!

Resopló y vio cómo disimuladamente Triz deslizaba el micro bajo la mesa.

 

—Te estoy viendo.

—¿Eh? ¿Qué? ¿Qué dices? No estoy haciendo nada —miró fijamen- te a Triz y ella lanzó un pequeño gritito de frustración antes de tomar el micro que había vuelto a esconder—. Vale, tú ganas… por hoy.

Triz regresó con Ann y Dafne, no sin antes lanzarle una última mi- rada de superioridad.

—Cuanto antes te rindas y le des una entrevista mejor para tu salud mental —habló Nora sentándose frente a él.



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En el texto hay: humor, locura, amistad

Editado: 14.05.2020

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